sábado, 29 de junio de 2013

TOCATA Y FUGA DE MADRID

Hoy he vuelto a dejar Madrid. Y he vuelto a tener la sensación de huir de mí mismo, de abandonar aquí gran parte de lo que soy y seré. Es difícil decir algo de Madrid que me guste por encima de todo y no es hoy el día de intentarlo. Es sólo un bosquejo, un apunte de mis impresiones esta mañana. No tengo por menos que recomendaros vivamente los enlaces que incluyo. Permitidme esta debilidad.

Por ejemplo, Madrid me encanta ahora, por la mañana. Un día luminoso a las 8,30 de la mañana, cuando el sol, una pizca sonrosado, da un toque cálido al paisaje urbano que diviso desde el taxi. Aquí, en la parte este, la más alta de la capital, con el sol casi de espaldas, el "skyline" no puede ser mejor. Aquí nunca hay "boina". La novedad en esa "línea del cielo" de los últimos años son las 4 torres de la parte norte, atentos guardianes que se ven hasta a 30 Km. Además, tengo con ellas una relación especial: en el contiguo hospital de La Paz, viejo y moderno a la vez, donde han nacido cientos de miles de madrileños, vio la luz mi hijo pequeño. En una habitación con vistas a las 4 torres, entonces en construcción, vivió sus primeros días. Una señal de la perfecta y necesaria simbiosis en la que conviven tradición y modernidad. Espero que él sea así: una persona de su tiempo que conozca y aprecie la importancia de lo que hicieron quienes lo han precedido.

Curioso contraste: pasamos junto al cementerio de La Almudena, el mayor de España y uno de los más grandes de Europa. Con una preciosa entrada, por cierto. Tiene la misma extensión que el Parque del Retiro. En el hay más personas enterradas de las que viven ahora en la capital. Tras rebasarlo, me adentro en una ciudad plena de luz y vitalidad.

Un sábado, a esta hora, Madrid es un lujo. Una ciudad entera que nos la repartimos unos pocos madrugadores aventajados. Pasamos junto al Retiro, camino de la Puerta de Alcalá para bajar por Alfonso XII. El Retiro sólo necesita varios capítulos de un libro bien robusto y esto ni mucho menos pretende ser más que el apunte de una fuga. Y hablando de libros, paso junto a la cuesta de Moyano, el paraíso dominical de los libros de viejo donde es posible adquirir obras maestras por muy poco dinero. Y más adelante, el Jardín Botánico. Parecería que este Real Jardín Botánico de Madrid fuera un oasis verde en una ciudad gris. Pero poco tiene eso que ver con la realidad. Es un oasis, sí, de especies poco frecuentes en otras zonas de la capital, pero no es una isla natural en una ciudad inerte. El color de Madrid es el verde. Madrid es, para sorpresa de muchos, la capital europea con mayor número de árboles por habitante. Excepto el núcleo antiguo (Madrid de los Austrias, principalmente), Madrid está jalonado por docenas de parques y miles de jardines y otras zonas verdes, algunos inmensos y mas grandes que el Retiro, más abundantes según se aleja uno del centro. Cada vez que vengo aprecio más el compromiso con la naturaleza que tiene esta ciudad, que sí, se ha gastado mucho dinero en obras, pero que ha enterrado parte de su infraestructura viaria ampliando en su superficie la alfombra verde.

Y toca final de trayecto: estación de Atocha. Otra mezcla igual de exitosa entre la recargada y genial arquitectura de una estación de tren antigua y lo que es el intercambiador de transporte más perfecto de Madrid: AVE, Larga Distancia, Cercanías, Metro, autobuses... todo unido en uno de los corazones de este Madrid tumultuoso y multipolar. Un lugar inigualable, junto al triángulo pictórico por excelencia: Prado, Thyssen y Reina Sofía a menos de 100 m. Con su monumento a la puerta, recuerdo de la barbarie de 2004.

A veces, una fuga se disfraza de retirada a tiempo. Otras, simplemente es un abandono. Y algunas es fruto de un pacto. También unas pocas, como la de algún general de la antigüedad, dieron origen a un imperio. ¿Será la mía una de estas? McArthur dijo que volvería y lo hizo. Yo no sé aun en qué me parezco a McArthur pero me gustaría averiguarlo.

El AVE sale puntual y me llevo en él parte de esta ciudad, "rompeolas de todas las Españas", como bien escribió Antonio Machado.

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