sábado, 19 de agosto de 2017

TÉCNICA DEL BANCO DE PECES.

Nos asombramos a veces al ver los movimientos sincronizados de los bancos de peces (o las manadas de herbívoros en la sabana) y nos preguntamos su utilidad.

Ésta es principalmente defensiva: ante un depredador, si cada uno huyera, él sólo, en una dirección, la víctima que eligiera el atacante estaría sentenciada. Al actuar en grupo, ninguno destaca, es más fácil camuflarse dentro de la masa y es más probable que el elegido sea otro.

Pues por eso nos sentimos tan tranquilos la mayoría de nosotros tras un atentado como el de Barcelona. Y nos vamos a la playa o volvemos a pasear por las Ramblas o por Sol o por los Campos Elíseos. Porque pensamos que es al de al lado al que van a elegir la próxima vez y que, cuanto más hagamos por no significarnos, no destacar y, por supuesto, no enfrentarnos al enemigo, más posibilidades tendremos de sobrevivir. Y si podemos sensibilizarnos, disculparlo y convertirnos en sus rémoras, mejor. Eso sería ya un seguro de vida perfecto.

Lo que encierran esas actuaciones buenistas y colaboracionistas que estamos viviendo estos días es, por un lado, y como en los animales, la aceptación de que somos inferiores y de que no vamos a poder combatir al depredador. Y, por el otro, el egoísmo, el desprecio por los demás, la miseria moral de esperar de forma cobarde a que la estadística juegue a nuestro favor y que el elegido sea el vecino también la próxima vez.

Lo que muestran ciertas actuaciones de connivencia y también las flores, los "Imagine", las velas... no es más que nuestra cobardía, nuestra incapacidad para la lucha y la aceptación de nuestra derrota aún antes de pelear.

Estamos sentenciados y ejecutados y aún no lo sabemos.

lunes, 24 de abril de 2017

¿SIN ESPERANZA EN LA POLÍTICA?

Si, lo confieso. Me pueden crucificar si quieren. En su día, yo voté a Esperanza Aguirre. Y no una, sino varias veces. Con alevosía y reincidencia.

En el Madrid de los 80 y 90 el panorama político fuera del PP era un páramo intelectual. Por resumir, por parte del PSOE el Ayuntamiento estaba encabezado por buenistas como Tierno Galván ("¡a colocarse y al loro!") o hijos de albañiles de Jaen (como dijo Guerra) como Barranco, segundo al mando de Tierno que demostró la teoría de los niveles de incompetencia y pasó sin pena ni gloria. Lo de hijos de albañiles lo digo sin retintín. Yo también soy hijo de obrero de la construcción. Lo que pasa es que, en el caso de Barranco, creo sinceramente que era su única cualidad. 

En la Comunidad padecimos a inmovilistas como Leguina, que previeron que Madrid no crecería. Si, como lo leen, que no iba a crecer más y que para qué gastarse dinero en más Metro. En abril de 1994, último año de mandato de Leguina el Metro tenía 114 Km. Ahora tiene 283 Km., es uno de los mejores del mundo y sigue creciendo. 

Y estando en la oposición, la historia es más patética. Han tenido candidatos tan dispares como Simancas, el ex-ministro Sebastián, Tomás Gómez o Inés Sabanés, ahora concejal con Carmena. Todos igual de tétricos. Y una historia de acuchillamientos internos de la que Pablo Castellano, por poner un ejemplo, puede dar pelos y señales. 

Y en el PCE primero e IU después, se limitaban a servir de báculo al PSOE cuando eran necesarios, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, al grito de "todos contra la derecha". Ningún candidato ofrecía más de lo que ofrecen ahora: mucha ideología y pocas ideas. 

Aguirre en la Comunidad sucedió a Gallardón y continuó y amplió su labor. Es cierto que comenzó mal, con el "tamayazo", originado en las disputas PSOE-IU y aprovechado seguramente por las segundas y terceras filas del PP, cuna de lo que luego conoceríamos como tramas Púnica y demás. También es cierto que, pudiendo gobernar con tránsfugas, se arriesgó, convocó nuevas elecciones y ganó por mayoría absoluta. Fue una etapa curiosa porque, mientras tanto, Gallardón fue a la vez Alcalde electo de Madrid y Presidente de la Comunidad en funciones, algo insólito. 

Por no ser exhaustivo, diré que Aguirre había hecho un notable papel como concejal en varias áreas y fue mano derecha de uno de los alcaldes más eficaces de Madrid, Álvarez del Manzano. Después fue ministra de Educación con Aznar y planteó una reforma dirigida a aumentar las Humanidades en el currículo escolar, algo que, ahora que están en pleno retroceso con desaparición del Latín y la Filosofía en varios tramos, se echa mucho de menos. Al menos, yo. Fue tumbada su reforma porque el PP no contaba entonces con mayoría necesaria y los nacionalistas se opusieron. Después, en el segundo mandato de Aznar, sin ella ya en el Gobierno, el PP tampoco quiso volver a plantear ninguna reforma educativa de importancia. La Educación ha sido la gran defenestrada por el bipartidismo y ha sido usada como un arma en lugar de como una herramienta de futuro. Más tarde estuvo en el Senado y fue la primera presidenta del mismo. 

En fin... Que ya he confesado que la voté. Y que el panorama político en Madrid no ofrecía nada mejor y no tenía alternativa hasta que no apareció UPYD, allá por 2007. Que lo confiese no quiere decir que me arrepienta porque no lo hago. En las mismas circunstancias, volvería a hacer lo mismo. 

Sí, creo que debe dimitir. Que quizá debió hacerlo antes por su responsabilidad "in eligendo e in vigilando". Pero también estoy seguro de que será difícil que se vea sorprendida en alguna imputación personal, aparte de esa responsabilidad que señalo. Ni lo necesita ni, sinceramente, creo que fuera capaz de meter la mano en la caja. 

Pero también creo que, puestos a cargar las tintas, lo deberíamos hacer más contra nosotros mismos, los ciudadanos, que cuando tenemos alternativas mejores en todos los aspectos y más claramente transparentes, como UPYD, las condenamos al olvido y buscamos, igual los toros buscan las tablas, lo malo conocido.

Tenemos lo que nos merecemos y lo peor es que no paramos de quejarnos, que es lo mejor, a  veces lo único, que sabemos hacer todos.

domingo, 22 de enero de 2017

EL FUTURO DEL PSOE... Y DE TODOS NOSOTROS.

Tras la muerte de Pablo Iglesias, y desde finales de los años 20 hasta principios de los 40, el PSOE estuvo dirigido por Besteiro, Largo Caballero e Indalecio Prieto. A veces, con duros enfrentamientos entre sí y con la dificultad añadida de la vorágine que se sucedió en España y en el mundo en esos 20 años. 
Para algunos, resultará extraño saber que los dos primeros fueron partidarios de colaborar estrechamente, y de hecho lo hicieron, con la dictadura de Primo de Rivera. Si se ha sorprendido Vd. al saber ésto, seguramente quiere decir que debería leer más y mejor. 
Prieto, a medio camino entre la moderación de uno y el radicalismo de otro, siempre fue más pragmático y menos extremista, excepto en la preparación de la huelga revolucionaria del 34, único baldón, aunque importante, que observo en su carrera política. Nadie es perfecto. 

Luego ofreció su cara más moderada y eficaz como Ministro de Obras Públicas. Los madrileños debemos a su gestión el llamado entonces por la oposición como "túnel de la risa", que tanto benefició a la circulación de trenes no sólo a Madrid sino a toda España.
A los tres, como digo, les tocó vivir años muy complicados. De esos en los que es tan fácil acertar como equivocarse y que sólo se superan con fortaleza interior, con convicciones fuertes, algo de lo que los tres disponían de sobra.
A pesar de todo, y con un largo periodo de semi-letargo, el PSOE se convirtió en los 70 y 80 primero en partido de oposición y luego en partido de gobierno, también en una época de cambios y complicaciones. Crisis económica, terrorismo, retos europeos... Esto es Historia reciente y más o menos conocida. 
El PSOE del presente es un partido sin dirección, debilitado, desnortado, sin convicciones y sin expectativas. Es duro leer esto, si, pero el abajo firmante lo ve así.
Tras el paso por el PSOE de la última versión de González, la más enfangada con la corrupción y los GAL, el mismo González que nos habría hecho un favor a todos y a sí mismo acabando su carrera política en 1989, llegaron otros peores. El PSOE de esta época no es un partido para "almunias" o "borrelles". Demasiada sesudez y demasiada corbata. Ni siquiera para "rubalcabas". Por desgracia, el PSOE del pasado reciente, del presente y del futuro inmediato es un partido para Zapatero, para Sánchez o para versiones de ellos corregidas y aumentadas. No veo a ningún Willy Brandt en el PSOE. Ni siquiera a ningún Gerhard Schröder. 
El PSOE actual va a caer en manos de personajes preocupados por sí mismos más que por los demás. Y por sus afiliados más que por los ciudadanos. No hay más que repasar brevemente sus carreras:

1.- Susana Díaz. Heredera de la taifa de Andalucía, donde la "famiglia"  lleva 30 años gobernando. Resultado de su gestión: a la cola en los informes PISA y a la cabeza en abandono escolar, en desempleo (en ciertas zonas pasa del 45 % y se ha convertido en endémico), en subsidios, en corrupción (los casos ERE y Formación son los mayores de España, con diferencias millonarias) y en impuestos. Con una sociedad clientelar en la que ser afín al régimen se convierte en seguro de vida y en una necesidad para subsistir.


2.- Patxi López. Su mayor logro (aparte del personal de vivir toda la vida de la política) fue llegar a Lehendakari con el voto a favor de UPYD y el PP. Eso, tras apartar al último socialista vasco y español que existía, Nicolás Redondo Terreros, una persona que representa la antítesis de los dirigentes socialistas vascos actuales. No aprovechó la extraordinaria oportunidad para desmontar el mito ombliguista del nacionalismo sino que confraternizó con él y abonó la victoria subsiguiente del mismo. Renunció a crear un frente constitucionalista, ninguneó a quienes lo apoyaron y gobernó en solitario con el único logro palpable de sumir al PSE en la irrelevancia en la que está ahora, reducido a mamporrero del PNV y dirigido por personas "amontilladas", más nacionalistas que los propios peneuvistas y que ahora proponen, nada menos, que crear un eje de izquierdas junto a Bildu y Podemos.


3.- Sánchez. Qué decir del dirigente que ha llevado a la pérdida de votos del PSOE en 7 elecciones consecutivas, que ha doblado la cerviz ante Podemos y que ha cometido los mismos errores que Zapatero, convenientemente multiplicados. Es un dirigente populista más, que no se merece ni un segundo estar al frente de un partido que se considera socialista (no ultraizquierdista), obrero (no "de la gente") y español (lo contrario a colaborar con los nacionalistas).
Con esos mimbres, para adivinar el futuro que le esperaría al partido no hace falta ser Rappel.
Me niego a creer que no existe gente dentro del PSOE con moderación unida a un genuino sentimiento de izquierda responsable, europea y moderna, con eficacia y pragmatismo y, a la vez, la capacidad de soñar y ofrecer a los demás españoles ilusión a raudales. Que sus afiliados busquen bien. Son muchos, hay gente muy preparada y, estoy seguro, sin ninguna tolerancia a la corrupción casposa y al papanatismo pro-nacionalista que nos invade.

Por el bien de todos, por favor, ¡búsquenlos!

domingo, 8 de enero de 2017

EL PASO DEL TIEMPO

Todo el mundo no se hace viejo de la misma manera. Cada uno es libre de sentir el paso del tiempo cómo y cuándo quiera.
La mayoría lo hace cuando cumplen años. Y mucho más cuando saltan de dígito en la decenas. Para ellos, el paso del tiempo se produce ese 16 de mayo o 12 de noviembre... cuando se conmemora su llegada a este mundo. Desde ese día, se consideran un año más viejos.
Yo no. Para mí, el tiempo da un salto mortal estos días, justo cuando acaba Reyes y, por tanto, el periodo navideño. Ahora conmemoro, que no celebro, el fin de ese periodo en el que hay tantas ocasiones de volver a la niñez, autentica patria común e irrecuperable de todos los hombres. La Ítaca a donde jamás volveremos.
La infancia fue eso: el calor del hogar, la protección de la familia, la inconsciencia, la mas pura inocencia, la confianza, la diversión, los sueños, los proyectos, los héroes inmortales...
Ahora comienza otro año, y viene con más nubes que claros. Y con más sombras que luces. Y con más verdades crueles que mentiras piadosas.
Cuando éramos niños queríamos ser mayores. No sabíamos todo lo que eso significaba.
Hoy sí me siento mayor...