sábado, 22 de junio de 2013

PREPARADOS, LISTOS...

Hoy recibimos la noticia, no por deseada menos sorprendente, de que el PP de Valencia suspende de militancia a Rafael Blasco de forma cautelar. Eso es, legalmente, casi todo lo que puede hacer contra este personaje.

El propio Blasco ya dijo hace pocos días que, como todos, tiene derecho a la presunción de inocencia, lo cual es una obviedad como un castillo. Faltaría más. Eso es lo que todos defendemos: que uno no sea culpable hasta que no lo diga un juez en última instancia. También se despachó a gusto recordando que el propio Fabra fue imputado hace tiempo siendo alcalde de Castellón y que, de haber dimitido, ahora no estaría donde estaba. Eso, a Fabra, le ha tenido que tocar las narices, como parece claro.

Lo que ocurre es que Blasco es uno más de los 10, creo, en la misma situación. Y tal número es difícilmente sostenible si se quiere combinar con una imagen de transparencia y honradez. Está claro que el escaño no pertenece al partido sino al diputado. Y así debe ser. Lo que sucede es que, en un sistema de listas cerradas como el nuestro, debe existir la obligación moral de dimitir cuando el volumen y calidad de las pruebas es tan contundente como el que afecta al caso ONG, en el que se encuentra inmerso Blasco. Pero esa decisión sólo puede tomarla él

Con su actitud, lo único que hace es perjudicar a su partido, lo que parece importarle bien poco por otra parte. Ahora, el PP decide apartarlo de militancia. Bien, aunque tarde. Pero hay que entender esto: ni contigo ni sin ti, que dice la canción. Si el PP no hace nada contra él, la imagen transmitida será la de partido que defiende la corrupción. Si va más en serio y le pide la dimisión o le expulsa de su grupo parlamentario, se queda con un diputado menos y con un enemigo más. Por eso, el PP nada y guarda la ropa al mismo tiempo.

Pero esta actitud que ha tomado con Blasco no puede tomarla con los 10 imputados. Ni de lejos. El PP en Valencia tiene 55 diputados, 6 más de la mayoría absoluta. Lo correcto, ante este número de imputados y la calidad de las pruebas contra ellos, sería que el presidente Fabra convocara elecciones anticipadas, cosa que ahora no le conviene ni por asomo, para mejorar la "compañía". Lo malo es que las circunstancias actuales no le favorecen en material electoral. Eso debería de importarle muy poco si la única variable a tener en cuenta fuera la honradez, que la mujer del César ha de mostrar. Pero como no es eso, sino que vamos a lo que vamos, nos quedaremos sin elecciones hasta 2015, con la esperanza por su parte de que una pequeña mejora de la crisis adocene de nuevo el pensamiento de la mayoría de electores y vuelvan a confiar nuevamente en ellos.

No creo que eso suceda, por desgracia pero, si me equivoco, tendríamos que tentarnos la ropa porque igual pillan a más de uno con el paso cambiado.No es lo mismo planear un horizonte electoral a dos años que a 3 meses. El único que puede convocar esas elecciones es Fabra y a buen seguro que lo hará cuando más le favorezca. Es más, se irá preparando para ellas, en completo silencio, y antes de que pensemos que podría convocarlas.

De modo que nuestra tarea ha de ser estar preparados porque, por improbable que parezca, podría darse una situación en el Parlamento valenciano en la que 10 diputados "díscolos" bloqueasen al Gobierno autonómico, obligando al Presidente a convocar elecciones. Y eso no lo permitiría el PP. O bien que Fabra, sospechando que la oposición pudiera estar ahora "a la luna de Valencia", decidiera dar un zarpazo y arriesgarse a perder las elecciones pero dando la imagen de que lo ha hecho por bien de las instituciones y para demostrar su lucha contra la corrupción. Temo que hay posibilidades de que le saliera bien y que muchos volvieran a confiar en un PP "renovado" y que apuesta por eliminar de pesos muertos sus listas.

Y me pregunto, ¿estamos preparados para eso? Deseo pensar que sí. Que si en tres meses tuviéramos aquí una elecciones autonómicas, podríamos estar a la altura. Gente hay. Ganas, también. Y si a eso añadiésemos un espíritu integrador, muy ambicioso, capaz, y que mire mucho hacia adelante y poco a los cordones de los zapatos, tendríamos muchas posibilidades de poder ofrecer a nuestros conciudadanos lo que hace tanto tiempo que necesitan: soluciones.

Para ello hay que trabajar mucho y bien. Lo contrario sería recoger las nueces que caen cuando otros golpean el árbol. Y esa frase me trae muy malos recuerdos.

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