viernes, 26 de abril de 2024

La fábrica de Rajoy

 Publicado en Minuto Crucial el 25 de abril de 2024

Desde 2017, no ha cesado la izquierda política y mediática de decirlo: Rajoy fue una fábrica de independentistas. Se le critica que su negativa a dialogar con el independentismo le dio unas alas que no tenía. Y eso, claro, ayudado por la sentencia del Tribunal Constitucional que en 2010 había declarado inconstitucionales 14 artículos de ese Estatuto que había dicho Zapatero que iba a aceptar tal como llegara del Parlamento de Cataluña.

¡Qué malo fue el Partido Popular negándose a sentarse y dialogar! A tratar sobre la forma de desmontar el Estado en Cataluña, la manera de expulsar el castellano de allí y los mecanismos necesarios para efectuar una retirada precipitada de todo vestigio español en Cataluña, como la de Zapatero de Irak. Al fin y al cabo, ¿qué le costaba aceptar que la nación catalana siempre ha sido una colonia más de Castilla, que el español es allí una lengua impuesta y que no hay buen catalán que no escupa siempre en dirección a la Puerta del Sol? Pues esta monserga repetida por el PSOE, la ultraizquierda y los nacionalistas de todo pelaje nos la hemos tragado desde entonces muchas veces sin analizar lo que hay detrás. Es el mismo mensaje que nos trasladaron ETA y sus satélites: “La culpa es vuestra por estar aquí. Idos o someteos y nadie saldrá herido. Intolerantes, que sois unos intolerantes.”

Sin embargo, con Sánchez, ahora reina el diálogo y todo es felicidad. Ahora se crean mesas bilaterales, cumbres con mediadores, canales permanentes de comunicación, se les entrega la gestión de Cercanías, se indulta a los “presos políticos”, se impulsa el uso del catalán en Bruselas, se anulan delitos en el Código Penal, se amnistía… Y ya no hay ninguna tensión. Todo es una balsa de aceite. Bien es cierto que no se puede estudiar en castellano en Cataluña, que el Presidente de la Generalidad boicotea al Rey, que los parlamentarios nacionalistas nos recuerdan que “la gobernabilidad de España les importa un bledo”…  Pero, ¿qué son esas gotitas en un océano de concordia, de paz y de entendimiento? Y si hiciera falta, se les entregaría la Agencia Tributaria y la Justicia. Todo sea por la distensión. Eso detendrá sus exigencias y ya no pedirán la independencia, ¿verdad? Y es posible porque, como ha dicho Fernando Savater, lo que quieren los nacionalistas no es salir de España sino que España salga de sus territorios que, en la práctica, es aún mejor para ellos.

Pero volvamos a la “fábrica” y vamos por territorios: Resulta que, en 2016, durante el mandato de Rajoy, los diputados nacionalistas en Galicia fueron 20 (eso, si sumamos el BNG y En Marea, una escisión suya que acudió a las urnas con Izquierda Unida y Podemos). Ahora el BNG tiene 25 diputados. También en 2016, en el País Vasco, PNV y Bildu consiguieron 46 asientos. Hoy son 54. Y en Cataluña, en 2017, Junts, ERC y CUP sumaban 70 diputados, con Ciudadanos como primera fuerza. Hoy son 74.

De modo que, como se ve, la táctica sanchista de la cesión continua favorece el auge del nacionalismo. Eso, impulsado con la importantísima acción que lleva realizando a pico y pala el sistema educativo en esos territorios, especialmente en País Vasco y Cataluña, donde se educa en el odio a todo lo que signifique España, en un discurso lleno de mentiras y manipulaciones. Y, por supuesto, con la intervención inestimable de los medios locales, públicos y privados, regados con dinero público de forma conveniente.

Nos urge echar al sanchismo, que es mucho más que el propio Sánchez. Urge echar al PSOE, urge tomar las medidas legales para impedir que el Gobierno de España dependa alguna vez de partidos regionales que nos odian y urge reformar el Título VIII de la Constitución para dejar de parir en las escuelas generaciones de nacionalistas envenenados de odio que un día, que cada vez veo más cercano, decidan levantar barricadas, tomar las armas y llevarnos a otra catástrofe.

Cara al sol

Publicado en Minuto Crucial el 7 de febrero de 2024

 Os voy a hacer una confesión: a mis casi 60 años, habiendo padecido la malvadísima educación de Franco, yo jamás canté el “Cara al sol”. Nadie nunca me invitó, incitó y, ni mucho menos, me obligó a hacerlo.  Ni a mí ni a ninguno de mis compañeros. Ni siquiera lo hicieron cuando me enseñaron con 7 u 8 años  las bases de la Historia y Cultura españolas con el “Libro de España”, versión adaptada del francés 'Le tour de la France par deux enfants' que se venía usando, con varios cambios, desde 1928 y hasta bien entrados los ’80, ya en democracia.

En él, dos niños huérfanos de un padre requeté y exiliados durante la Guerra Civil, vuelven a España tras la contienda y la recorren para encontrarse con su tío. En ese periplo se empapan de historias patrióticas que ensalzan los valores culturales tradicionales y cristianos.

Lo más remotamente parecido a una imposición “fascista” fue rezar un Padrenuestro a primera hora del día en 4º de Primaria, en 1973, y lo más facha que me inculcaron entonces fue el amor a España y el respeto por los demás. Algo intolerable, por supuesto…

Y nada más. Quizás fue porque estudié en un colegio público de Madrid dirigido por comunistas, como siempre me gusta recordar. Sí, digo comunistas, en tiempos de Franco. Todos lo sabían y a ninguno de los padres de los alumnos pareció importarle jamás. Qué fascismo más extraño había entonces…

Así que me resultaría cómica, si no fuera demencial, la alusión al “Cara al sol” que hace Sánchez comparándolo con el bodrio infumable que vamos a enviar a Eurovisión. Es una pena que entre la atención médica que recibe en Moncloa no se encuentre la psiquiátrica. Estoy seguro de que el diagnóstico sería jugoso.

El presidente lleva tiempo deslizándose por la vertiente podemita. No me extraña que Podemos esté desapareciendo, como si hubieran estado en el “Chasquido” de “Avengers, Infinity War”. Gran parte de sus electores se dieron cuenta de que votar a Sánchez es más útil para ellos que hacerlo a Iglesias. Igual que en Cataluña muchos de los votantes de ERC prefirieron votar a Sánchez por el mismo motivo.

La motosierra de Milei va contra un Estado mastodóntico, ladrón  y opresor. La motosierra del Gobierno de Sánchez y SUMAR es contra la democracia, la igualdad y la unidad de España.

La idiotez de comparar el “Cara al sol” con el “Zorra” del Nebulossa es propia, como se ha visto por los apoyos que tiene, de esa gente que cree que reivindicar la “zorrez” es moderno y empoderador para las mujeres pero el que hubiera chicas en las pistas de la F-1es carca y casi, casi, prostitución. Curioso, por cierto, que tanto expresen sus ganas de prohibir la prostitución cuando se ha visto que en el PSOE hay muchos de sus mejores clientes.

O sea, que a Pedro Sánchez no le gusta esta letra:

Cara al sol con la camisa nueva
que tú bordaste en rojo ayer,
me hallará la muerte si me lleva
y no te vuelvo a ver.

Formaré junto a mis compañeros
que hacen guardia sobre los luceros,
impasible el ademán,
y están presentes en nuestro afán.

Si te dicen que caí,
me fui al puesto que tengo allí.

Volverán banderas victoriosas
al paso alegre de la paz
y traerán prendidas cinco rosas:
las flechas de mi haz.

Volverá a reír la primavera,
que por cielo, tierra y mar se espera.

Arriba escuadras a vencer
que en España empieza a amanecer.

Como dije al principio, nunca canté el “Cara al sol” pero resulta que su letra es digna de figurar entre los mejores himnos. Resalta valores como el sacrificio, el patriotismo, el compañerismo, el amor, la responsabilidad, la entrega, la esperanza… Cosas que jamás una canción tan infame como “Zorras” podría siquiera sugerir.

En cambio, él y sus progres ven estupendo y modernísimo esto:

“Si salgo sola soy la zorra
Si me divierto la más zorra
Si alargo y se me hace de día
Soy más zorra todavía.”

Es un texto que más parece escrito en los años ´80, cuando hubo muchísimas canciones transgresoras y modernas, mucho más que ésta, y que no conllevaban que una recua de politiquillos, intoxicadores a sueldo y asociaciones progres subvencionadas las utilizasen para insultar a los demás. Además, entonces sí estaba justificado, y mucho, cualquier avance social. Hoy esto es extemporáneo, falsamente reivindicativo y muy pretencioso. Es sencillamente basura elegida y alabada por indocumentados que creen que “ataca al sistema” cuando cada vez está más claro que el sistema son ellos.

Tras las primeras dudas de la organización de Eurovisión, parece que su letra a va ser aceptada tal y como está. El titular de RTVE de esta noticia no podría ser más elocuente: “La canción ‘Zorras’ es apta para representar a España”.

Y es verdad. Así es ahora mismo porque refleja exactamente en lo que nos hemos convertido. Nos va a representar estupendamente.


Roméu, un héroe ucraniano

 Publicado en Minuto Crucial el 1 de abril de 2022

Hace un mes visité Sagunto. En su centro histórico, en la plaza del Cronista Chabret, vi el monumento al saguntino José Romeu y Parras, del que reconozco con pesar que desconocía su historia. Picado por la curiosidad, visité la Wikipedia y me encontré con un héroe que defendió nuestro país con su sangre en la invasión napoleónica. Uno más de los muchísimos que lo hicieron. Habiendo en nuestra Historia tantos personajes así, a los que, para nuestra vergüenza, desconocemos en una parte y despreciamos en otra, es cada vez más indignante la insistencia de muchos en borrarnos como nación, en despreciarnos como cultura y en denigrarnos como sociedad.

Estos héroes no aparecen en las películas de Almodóvar y los suyos porque esos subvencionados apátridas sólo muestran lo que les conviene. Tienen que pintarnos como una sociedad negra, despreciable, cobarde y sucia y para eso retratan a marginales, escoria, basura, revanchistas y sectarios. O sea, son gente despreciable que se retrata a sí misma a la perfección. En realidad, lo que están haciendo es ponerse un espejo delante y decirnos que lo que se refleja ahí somos nosotros pero no es así, son ellos mismos. Nos engañan y, encima, gastándose nuestro dinero en alfombras rojas.

Nuestra Historia está llena de personajes como Romeu. Con todos los defectos imaginables. Como todas, nuestra nación ha sido capaz de engendrar héroes como él, que, viniendo de una familia acomodada, que podría haber huido con su dinero a América evitando a Napoleón pero prefirió quedarse y pelear por su país hasta dar la vida por él. ¿Acaso no estamos asistiendo ahora a eso mismo en Ucrania? Porque lo de Ucrania es la historia más repetida en la Humanidad: la de un tirano genocida empeñado en ensanchar su imperio aplastando a sus vecinos. Y estas situaciones hacen aflorar héroes y patriotas. No aparecen en los tiempos de paz, como no aparecen los buenos marinos en mares en calma. Pero en momentos de zozobra, sí surgen los Zelenski o los Romeu. Como también surgen los Putin o los Iglesias. Mejor dicho: éstos provocan la zozobra. 

Porque hoy tenemos aquí a una quinta columna dispuesta a mentirnos, como siempre, diciendo que luchan por la paz cuando lo que desean en verdad es la rendición de Ucrania bajo la bota rusa. El mismo Iglesias reconoció haber cobrado de la televisión de Putin y eso está grabado en un video que demasiada gente ignora. ¿Qué más hace falta para que los miles de aborregados votantes de Podemos sepan que son, en realidad, cómplices del mayor genocida vivo que existe hoy? ¿O la cosa es peor y es que, en verdad, lo saben y colaboran en ello?

Romeu, después de perder y, sobre todo, ganar batallas contra los franceses por todo el Reino de Valencia e incluso Madrid, Albacete o Cuenca, fue traicionado por uno de los suyos, el cainismo de entonces de la quinta columna afrancesada, y apresado en la serranía valenciana. El gobernador de Valencia, Mazzuchelli, le envió a través de uno de los suyos una petición de que se uniera a su causa, pero Romeu contestó: “Diga Ud. a su general que Romeu es un español, y un español que nació en Sagunto”. Muchos no esperan que sugieran en España, en situaciones extremas, más que borregos cobardes y acomodados pero, si esa situación llegara, les esperarían muchas sorpresas.

jueves, 16 de noviembre de 2023

El bar triste.

Hoy he vuelto a aquel bar. Han pasado 25 años y ahí sigue. Está en el mismo sitio y con el mismo nombre, lo que es muy raro porque nada hay ya igual en todo el barrio, calle Alcalá, zona de Pueblo Nuevo. Era un bar de aquellos de antes, en los que abrías la puerta y, desde detrás de la barra, un camarero uniformado y con 40 años de experiencia te gritaba aquello de pasen señores, al fondo hay sitio. 

Aquel bar tenía, como muchos entonces, cartelones con fotos de raciones de oreja a la plancha, chopitos, gambas, chipirones, champi o chorizos a la sidra. Entrabas y, con el olor de la cocina, el humo del tabaco y una cerveza, casi habías ya comido. El camarero era tu amigo desde el momento en el que llegabas y más cuando te ponía un aperitivo gratis, como era costumbre, además de decirte sin que le preguntaras que hoy las gambas eran especiales y que te ponía, caballero, una docenita. Y era siempre verdad, hacías bien en hacerle caso. Era un torbellino que no dejaba de hablar con la gente todo el rato, sea de fútbol, de política, de mujeres o de las obras de la calle. Tendría seguramente a veces todos los dolores de mundo por estar 10 horas de pie pero nunca se lo notabas. Era una alegría llegar allí. Y siempre, siempre, te despedía a voces con un "su vuelta, muchas gracias, caballero, buenas tardes".

Así que, con esos recuerdos frescos, hoy he abierto de nuevo esa misma puerta a las 11 de la mañana. Como digo, parece el mismo: igual distribución, ninguna reforma de importancia pero... nada que ver. Para empezar, nadie me dice una palabra cuando abro. Ni hola ni nada. Hay 5 clientes: dos solos en la barra, cada uno consultando su teléfono móvil, con una cerveza cada uno; otro, lo mismo en una mesa y una pareja mayor en una mesa apartada con cafés y algo de bollería. Silencio, si no fuera porque en la tele están hablando del descuartizador de Indonesia.

Llevo a la barra y mis peores temores se confirman: dos camareras tristes nacidas al otro lado del Atlántico. Y digo tristes y las compadezco, por supuesto. Está claro que son peces fuera del agua. 3 minutos después de llegar a la barra, se acerca una y me mira lánguida. Ha musitado algo bajito y entiendo que me habrá preguntado que qué quería. Así que le he pedido un pincho de tortilla y una cerveza. Y me lo ha puesto diligentemente en completo silencio.

Me fijo en los carteles. Son mucho más coloridos que entonces pero ya no hay raciones. Ahora hay bocadillos, sandwiches, hamburguesas y pinchos tipo "montaditos". Adiós oreja, adiós champiñones, adiós chorizo a la sidra, adiós a los riñones a la plancha. Bocadillos... Antes sólo había bocadillos de jamón, de lomo o de tortilla francesa. Ahora tienen 16 clases de bocadillos, incluidos los "vegetales" y otros desconsuelos parecidos. Y, además de cerveza, tienen "radler" varias y trampantojos similares. Es la era de las trampas al solitario.

Bocadillos y, como digo, tristeza. Mucha. Hace 25 años, a esas horas, el bar estaba lleno de gente trabajadora en su pausa del almuerzo. Con sus prisas, sus voces, sus saludos exagerados, sus "ponme otra, que me voy", el sonido de monedas en el mostrador y en el bote, el de las tragaperras, la televisión, las risas... La vida. Ahora, en vez de trabajadores, hay gente ociosa y con mucho tiempo que perder y eso se nota. Hemos cambiado costumbres, demasiadas.

No hay vida. Es un lugar desangelado, frío y aséptico como la cafetería de un aeropuerto. Como una nave espacial de esas que tienen la comida en pastillas y en las que sólo se oye un zumbido de fondo. Así que he observado con detenimiento cada rincón intentando recordar los ratos que allí pasé y las personas con las que había estado porque es muy probable que jamás vuelva a entrar.

Hemos ganado en colorido, tanto en cartelería como en tonos de piel pero hemos perdido la esencia de lo que somos. Ya no siento ese bar como mío. Ni ese ni muchísimos otros. No sé a ustedes pero a  mí no me compensan estos cambios.


lunes, 20 de marzo de 2023

¡Volveré!


VALENCIA, ABRIL DE 2009...

El General Mc Arthur pronunció, tras ser desalojado de Filipinas por los japoneses en 1941, su famoso “¡Volveré!”. Y lo hizo. Tres años más tarde, las fuerzas aliadas bajo su mando desembarcaron en la isla de Leyte, el 20 de octubre de 1944, cumpliendo su juramento. 

Hoy me voy de Madrid. Con ilusiones, con ganas de mejorar, un poco como se iban nuestros emigrantes en los años sesenta. A buscar el sustento, en este caso emocional, que no económico. E igual que ellos me sentiré. Me dejo aquí parte de mi corazón. 

Me voy de Madrid y me cuesta creérmelo aunque yo mismo lo esté escribiendo. Hoy Madrid tiene otro color, un color más gris. La gente va a lo suyo, como todos los días. No parece importarle que me vaya de aquí. ¿Pero es que no lo ven? Hoy todo huele a despedida. Miro cada cosa sabiendo que es por última vez. Se cierra un capítulo de mi vida que ha durado 45 años, todos los que tengo. Pero 45 años no son muchos en un lugar más que milenario como este. 

Ahora nada será igual. Hay una cosa que será mejor: que estaré con mi familia. El precio será alto, muy alto. El precio es nada menos que abandonar la ciudad en que nací, crecí, la que conozco, admiro, padezco, deseo y sueño. La capital del Imperio. La generosa y abierta Madrid, siempre dispuesta a adoptar como propios a los hijos ajenos, cual Loba Capitolina. El lugar de España donde menos importa la procedencia. Da igual de donde vengan. Parodiando el viejo chiste de bilbaínos, Madrid concede a todo el mundo el derecho a ser madrileño, sea donde sea donde haya nacido, solo que en este caso no es un chiste, sino la más pura realidad. 

Además, tengo un hijo madrileño. No deseo que vea a Madrid como algo ajeno. Madrid es la ciudad de su abuela, de su padre y la suya propia. Deseo que crezca sabiendo y apreciando el lugar del que proviene, sus raíces, su historia y, quien sabe, ojalá que buscando hacer el camino inverso al que he hecho yo. También espero que nunca me culpe por haberlo sacado de allí porque me rompería el corazón. Que sea feliz esté donde esté, pero que la “morriña” le entre y alguna vez y decida volver. Y yo que viva para acompañarlo. 

Es difícil abandonar Madrid de buen grado, como es difícil abandonar a un hijo o a una madre. Y dejar Madrid y a la vez a los padres es, me atrevo a asegurar, de las cosas más dolorosas que uno puede sufrir.

Madrid, el Madrid antiguo y sabio es ese libro abierto donde cada día aprendes algo. Donde cada esquina y cada plaza dan para escribir varios capítulos. La Historia tiene aquí un buen filón. Haber sido la capital del Imperio más vasto y poderoso del mundo durante 300 años no es algo baladí. Imprime carácter. Desde aquí se conquistaron continentes enteros. Desde esta ciudad, con poco más de 200.000 habitantes, se mantuvo a fuerza de espada y arrojo la fe católica en medio mundo. Se contuvo al turco en Viena, a los protestantes en Flandes, a los piratas en el Caribe y en todo el Mediterráneo, se luchó en África hasta Libia, en Europa hasta Grecia o Inglaterra, se fundaron ciudades en América del Norte y del Sur o en Filipinas. En fin, desde aquí se gobernó medio mundo y la Corte de Madrid era la más importante de todo el Orbe, donde todo el mundo quería venir a medrar. No, no es fácil abandonar Madrid porque Madrid lo ha sido todo.

 

Madrid es también, al fin y al cabo, una extensión de la cercana Castilla. Y su carácter austero, relajado en parte por la inagotable llegada de gente de otras partes de España,  está presente en los madrileños de varias generaciones. Un carácter socarrón, cínico incluso, sabihondo, preciso en las palabras y parco en los gestos. Que da cosas por sabidas porque aquí se sabe todo. Chulo, sí. Si chulería es presumir de lo mejor, pues debe ser eso lo que hay aquí.

 

Madrid es viejo y nuevo a la vez. Y las dos cosas me gustan. Es un poliedro completísimo donde encontrar templos egipcios de 4000 años e inverosímiles gigantes de acero y cristal de 250 m. Es tan grande que cabe todo y tan pequeño como para caber él mismo en el corazón. En este caso, en el mío.

 

Me llevo una parte de Madrid conmigo que luciré cual condecoración y de la que presumiré en todas partes y en todo momento, pero también dejo aquí una parte de mí. Hay que estar muy loco para abandonar el mejor sitio del mundo. Yo debo de estarlo. 

Pero no me voy para siempre. Si pensara que me voy para siempre, debería hacer parada en Ciempozuelos y quedarme allí. Un madrileño como yo no se va de Madrid si no es de vacaciones. El resto del mundo es muy bonito pero es tan solo eso: el resto del mundo. Y todos los demás lugares son bellos, o cálidos, u hospitalarios, o lujosos, o alegres o…pero no son Madrid, mal que me pese. Y no pueden ser un lugar para vivir. El resto del mundo es tan solo una pasable segunda residencia. 

Por eso he decidido que me voy de vacaciones. Me voy a Valencia con mi familia. Me tomaré unas largas y espero que fructíferas vacaciones, que interrumpiré de cuando en vez para volver por el foro a tomar algo con Neptuno o dar un paseo con Cibeles. Para ver cuantos kilómetros de Metro más se han construido (ahora, desde mi casa a Sol sin transbordos) o para comprobar si los bocatas de calamares o el chocolate con churros siguen sabiendo aquí a gloria bendita, como en ningún otro sitio. O a darme el placer de beber agua del grifo, algo con lo que ni siquiera sueñan en ningún lugar del Mediterráneo.

Necesitaré venir a Madrid de vez en cuando como los cetáceos necesitar subir a la superficie. Una cuestión de supervivencia.

Espero que no me guardes rencor, mi Madrid del alma, por abandonarte ahora pero es por una muy buena causa. Y prometo que alguna vez se acabarán estas vacaciones. Quizá en 10, 20 o 30 años, pero se acabarán. Y entonces cumpliré, como Mc Arthur, con la promesa que hoy hago. ¡Volveré! No sé como ni cuando, pero lo haré. 

 

 

 

 

miércoles, 2 de febrero de 2022

NO A LA GUERRA… O SÍ

 Publicado en Minuto Crucial el 26/01/2022

Esto es lo que ahora toca de nuevo leer y oír. Y lo exhiben impúdicamente como si los demás estuviéramos sedientos de sangre. Lo hacen con esa superioridad moral que da el no saber nada de Historia o no haber entendido una línea de lo que leyeron.

 Hemos llegado a tal punto de estupidez que consideramos igual al que inicia una guerra que al que se defiende, al que amenaza que a quien pide ayuda con él. Todo el mundo alaba a quien sale en defensa en la calle, a veces teniendo que usar la violencia, de una mujer agredida o de un niño maltratado pero, cuando se trata de defender a un país de otro, la cosa cambia. Especialmente si se tiene más querencia por el agresor que por el agredido, claro.

 El "no a la guerra" encierra ignorancia o sectarismo. En los peores casos, ambas cosas. Unos pretenden creer que son buena gente pidiendo que se dialogue con Putin. Como si fuera lícito pedir a un violador llegar a un acuerdo para que viole menos. Dialogar con Putin, dicen...

 Como si se pudiera dialogar con quien fue miembro convencido del KGB en la comunista República Democrática Alemana, de la que Alberto Garzón tiene camisetas. Como si se pudiera dialogar con quien ordenó la intervención con gas letal en el asalto checheno al teatro moscovita de Dubrovka, en 2002, causando la muerte de más de 100 rehenes. Como si se pudiera dialogar con quien impuso su autoridad a sangre y fuego en la misma Chechenia o no dudó en atacar a Georgia para defender su posición en Osetia del Sur. O de quien no dudó en apoyar al régimen Sirio no sólo contra el Estado Islámico sino contra la oposición.

 Y qué decir del Putin que ordenó ocupar en 2014 Crimea saltándose el acuerdo de mayo de 1997 por el que Rusia y Ucrania reconocían respetar su integridad territorial. O del que ordenó asesinar a periodistas y opositores para dejar la prometedora “perestroika” de Gorbachov y Yeltsin en un vago recuerdo, sustituyéndola por una tiranía disfrazada. Putin no dialoga, sólo impone. Nunca ha habido democracia en Rusia y ahora tampoco.

 Pues este es el personaje que sale beneficiado por los occidentales buenrrollistas del “no a la guerra”. Por esos que creen vivir en un mundo de Disney donde los derechos se protegen solos y que basta con decir esas cuatro palabras mágicas o tocar el “Imagine” al piano para que los tanques rusos vuelvan a sus bases.

 Esos fieles aborregados están dejándose llevar por gente como Pablo Iglesias o Enrique Santiago, el Secretario General del PCE nada menos, que no dicen que apoyan a Rusia porque incluso a ellos les da vergüenza ser tan claros sino que prefieren también proclamar lo del “no a la guerra” para pastorear así a los imbéciles que les creen. Como si Enrique Santiago, defensor de las asesinas FARC, tuviera alguna credibilidad o no conociéramos sus querencias por regímenes tiranos como Cuba, Venezuela o Nicaragua.

 Decir hoy “no a la guerra” es abandonar a Ucrania a los pies de Putin, es ignorar que la cobardía nunca conquista derechos. Ser neutral hoy es mantener el papel que en su día sostuvieron quienes cedían territorios a Hitler y firmaban  tratados con él pensando que así lo amansarían.

 “Si vis pacen, para bellum”. No se puede ser neutral cuando un hombre pega a una mujer en la calle y no se puede ser neutral cuando Rusia amenaza a Ucrania. Si cedemos, mostraremos de nuevo la legendaria debilidad europea que tantos males causó. Urge una posición de fuerza de la OTAN y la UE que no se quede sólo en palabras. Urge un envío coordinado y masivo de tropas a Ucrania, así como a las repúblicas bálticas y a Polonia a defender sus fronteras porque las fronteras de Ucrania son las nuestras. Si no las defendemos allí, algún día las tendremos que defender aquí. En algún momento hay que plantarse para no ser aplastado y ese momento tiene que ser hoy.


martes, 21 de diciembre de 2021

Ni Contigo ni sin ti.

Me van a perdonar si salgo un rato de la macropolítica y entro en la política de cercanías o distancias cortas. Si dejo de hablar del presidente del Gobierno, de sus socios o de la oposición y, con las gafas de cerca puestas, hablo del gobierno municipal del lugar en el que vivo, La Pobla de Vallbona, un agradable pueblo de 26.000 habitantes a 20 Km de Valencia. O no, porque a lo mejor resulta que hablo de lo mismo de siempre solo que con menos ceros. Quizá es que los protagonistas tienen otros nombres, pero los mismos defectos. Bueno, que no lo sé… Yo se lo cuento y ustedes juzgan, que ya son mayorcitos.

Resulta que en las últimas elecciones municipales se presentó aquí el partido “Contigo somos democracia” o, simplemente, Contigo. Este partido empezó, por ahorrar líneas, como un aluvión de desertores de otros como Ciudadanos, UPYD, alguno del PSOE, partidos locales, etc. Cogieron lo peor y más rastrero de cada casa en general. En algunos casos recauchutaron gente que había abandonado UPYD y luego Ciudadanos, o sea, dobles graduados en traición, culos de muy mal asiento, escasa firmeza de ideas y unas concentraciones tan altísimas de autoestima como escasas de vergüenza. Con estos mimbres, se lanzaron a por el voto “de centro” en muchos lugares, aprovechando el hueco dejado por esos dos partidos principalmente. Y con esas premisas, aquí pusieron como mascarón de proa a un chaval del pueblo, de entonces unos 20 años, que tiene detrás un entramado familiar y social suficiente como para obtener 600 votos, cantidad necesaria para conseguir una concejalía aquí.

Dicho y hecho: en 2019 sale elegido Jaime Ruix en las listas de Contigo. Y CUPO, un partido local desideologizado, centrado originalmente en urbanizaciones, pasa de dos concejales a uno, en parte también por estos votos perdidos. Gran éxito de la familia y amigos antedichos. Pero fracaso para el centrismo, como ahora se verá. La concejalía de Ruix no resultaba necesaria para la formación de la mayoría, compuesta principalmente por Compromís y PSOE, en las antípodas ideológicas de un partido como Contigo, además de CUPO. Pero hete aquí que el niño salió “bizcochable”, o sea, receptivo a las tentaciones. Así que es nombrado sorpresivamente parte del gobierno municipal como concejal de Movilidad, Fallas y Juventud. O sea, concejal de fiestas y el que cambia de sentido las calles, pinta carriles bici y gestiona el bus municipal, algo de una dificultad titánica al alcance de muy pocos. Resultó así que un partido nacido de la centralidad política se coaliga aquí con los nacionalistas del peor pelaje y exaltadores de la diversidad como arma política para sus fines separatistas.

Ejemplo de ello fue, por ejemplo, una de sus intervenciones más vergonzosas en el Pleno Municipal, en la que, como respuesta a la petición por parte de VOX de que las señales de tráfico, además de en valenciano, se rotulasen en castellano (propuesta que también hicimos desde UPYD años atrás con el rechazo del nacionalismo), el niño en cuestión contestase que no hace falta rotularlas en castellano porque “las señales ya las entiende todo el mundo con el pictograma”. De haber tenido yo ocasión, le habría recriminado que tratara de imbéciles a los valencianoparlantes que, por lo visto, cree él que no entienden el pictograma y hay que explicárselo en su idioma.

Hago un inciso más personal para decir que hace algo más de un año (mi memoria no es lo que era como para precisar más ni tampoco quiero hacerlo), se puso en contacto conmigo un dirigente de su partido a nivel nacional, interesado en si yo estaría dispuesto a colaborar con ellos de alguna manera porque tenemos ideas coincidentes. Dicha persona, de trato cercano y muy razonable, me merece todos los respetos.

Mi respuesta fue, desde luego, que no, por varias razones. La primera es porque tienen al mando a personajes abyectos como José Enrique Aguar, ex del PSOE y de Ciudadanos, tránsfuga de profesión y arribista cum laude, que intentó sin éxito entablar relación en su día con UPYD. Se nos colaron algunos, pero ese no. La segunda, porque, como dije al principio, es un partido trufado de gente así: rebotados de mil y un sitios, sin ningún proyecto que no sea el personal y con una mano constantemente en el bolsillo empuñando una navaja abierta. La tercera es porque estoy bastante hastiado de la participación política activa. En su día, en UPYD obtuvimos 900 votos en este pueblo en unas elecciones europeas y luego ese esfuerzo se ha ido en toda España por el desagüe del conformismo o los cantos de sirena. El votante decidió abandonar la racionalidad y castigar una opción como la nuestra, integradora, europeísta, fresca, democrática, centrada en lo común, alejada de victimismos y divisiones artificiales y profundamente honesta y regeneradora. Así que me siento bastante poco motivado para luchar por quienes no quieren luchar por sí mismos y tragan, una tras otra, con todas las mentiras sentimentaloides que se lanzan desde casi todos los partidos actuales.

Y la cuarta y última, porque conocía perfectamente la situación de su partido en esta localidad y la deriva que Jaime Ruix había seguido, encaminada desde el primer día a hacer de mamporrero del nacionalismo. De hecho, le dije a la persona que me llamó, y creo que son palabras textuales, que “vuestro concejal aquí es más de Compromís que los de Compromis” y que no entendía cómo habían elegido a este personaje para encabezar su lista. El hombre, al que no citaré por razones evidentes, no tuvo más remedio que darme la razón en todo prácticamente porque estaba bien enterado de la situación aquí y en toda la provincia de Valencia.

Pues bien, resulta que el niño ha salido, como era previsible, otro culo de mal asiento y, ¡oh, sorpresa!, se ha convertido en tránsfuga. O sea: abandona el partido pero no la concejalía ni el sueldo que ello conlleva, sueldo que se han aumentado dos veces en esta legislatura. No debería decir que me alegro, pero es que resulta que sí que me alegro. Me encanta tener razón, no puedo evitarlo. Y más en ciertos casos. El niño en cuestión, con todas sus huestes, ha abandonado el partido con armas y bagajes porque dice que no quiere “estar supeditado a una ideología nacional”. Como si pudiese existir municipalismo sin política nacional, sin visión de estado y sin defensa de derechos comunes. Como si pudiese uno centrarse en reformar su casa cuando el edificio en el que se encuentra está siendo desmontado y destruido cada día por los mismos que reforman tu casa.

Así que anda pensando en constituir una agrupación de electores, otro partido local (la puntilla para CUPO, por si no tenían bastantes problemas), presentarse en coalición con otro (no puedo adivinar con cual…) o lo que sea.  Lo que sea con tal de seguir chupando del bote, que es lo que cierta gente no puede dejar de hacer una vez ha visto el color del dinero. Así que, señores, con todos estos datos, ahora juzguen ustedes si la traición, la mentira, el ansia de poder o la sumisión al nacionalismo centrífugo y antiespañol es un problema nacional, autonómico o local. Yo creo que es todo ello junto, pero… ¡qué sabré yo!