domingo, 7 de diciembre de 2014

POR EL DECORO POLÍTICO

En mi trabajo anterior, una cosa que me enseñaron desde el principio, y da siempre buen resultado, es no ensañarse con la competencia ni criticarla en exceso. Al revés: da mucha credibilidad que alabes lo que hacen bien cuando así sucede. 

Pero no da buena imagen de ti (ni de tu marca) atacar siempre y por todo a quien es en el mercado tu competidor principal. Sobre todo, si se trata de una competencia equiparable a la tuya, que se percibe por el cliente como que lleva los mismos intereses que tú y con una imagen de marca muy similar a la que tienes. Y ya no digo nada de hacer críticas genéricas personales a los miembros de esa otra marca

Insultar no está bien y todos (yo también) caigo a veces en ese error. Cuando lo hago, procuro que sea a personas concretas y por actitudes definidas. Además de reincidentes y/o muy reprochables.

Centrándonos en política, criticar a todos los afiliados de un partido por el hecho de serlo está mal y alguno hemos caído en la tentación alguna vez haciéndolos co-responsables de la corrupción que pueda mantener su partido o cosas similares.

Pero es vergonzoso y deplorable denigrar gravemente y con escarnio a todos ellos metiéndolos en el mismo saco con comparaciones de mal gusto y hasta soeces sacadas de quicio. Y más cuando se hace de un partido que defiende en un 80 % al menos las mismas ideas que nosotros. Que lo ha hecho así durante mucho tiempo con notable éxito en un lugar tan difícil para ello como Cataluña. Y en especial, si tienes un cargo orgánico ratificado con 98 % de los votos de un Consejo Político y, por tanto, tus afirmaciones son más visibles y presuntamente representativas de un colectivo al que pertenezco. De actitudes como esa, no me puedo sentir orgulloso como afiliado ni representado por ellas. De muchas otras cosas sí, y por eso sigo aquí, pero no de eso. Unas actitudes, por desgracia, que se van extendiendo como el aceite.


Si tenemos que hablar algún día con ellos de propuestas concretas, ¿vamos a mandar a personas como esa como miembros de la Delegación? ¿Podemos esperar algún éxito de esas conversaciones? Acabamos de ver los resultados de cosas así.

Una cosa es hacer críticas razonadas, y otra eso a lo que alguno se dedica a hacer de ese otro partido que, por otra parte, nuca será el mío por varios motivos. No estoy por la labor de justificar algunas actitudes reprochables que mantienen y procuro y procuraré seguir criticándolas constructivamente cuando las merezcan. Pero se agradecería que hubiera también críticas más inteligentes, respetuosas y constructivas por parte de nuestros dirigentes que nos ayudaran. Críticas que no nos hagan sentir vergüenza ajena.

Claro que, para ello, habría que tener buenos ejemplos desde más arriba, que no siempre es el caso. En vez de ello, salidas como esa reciben palmaditas públicas en la espalda muchas veces.

Un poquito de decoro no vendría nada mal desde las alturas para dar ejemplo.