lunes, 17 de febrero de 2020

DESPLAZAMIENTO HACIA EL ROJO.

En Astronomía, se denomina corrimiento hacia el rojo al aumento de la longitud de onda que experimenta la luz que emite un objeto en relación con la que se recibe en el punto de observación. Se debe al progresivo alejamiento entre ambos cuando este se produce. Este llamado "efecto Doppler" es aplicable a cualquier otra radiación; el sonido, por ejemplo.

Pues bien, este mismo "desplazamiento hacia el rojo" se lleva dando en el PSOE desde que Zapatero llegó al poder pero, sobre todo, se ha reforzado con Sánchez.

Hay quien no se explica ahora por qué se ha producido el cese de Fernando Garea al frente de EFE, la primera agencia de noticias en español y la cuarta del mundo. Pues la razón se debe a ese fenómeno físico: con cada nombramiento, cada acuerdo, cada elección de colaboradores, Sánchez se va alejando de lo que había sido el PSOE desde 1979 hasta 2004: un partido nacional, internacionalista, defensor de la democracia occidental y de las instituciones salidas en España de la Transición. Y va poniendo poco a poco millones de años luz de distancia de modo que a este PSOE ya no lo reconoce ni la madre que lo parió. O sí, porque, la verdad, cada día se va pareciendo más al partido prosoviético que fuera fundado en Casa Labra por Pablo Iglesias Posse y, sobre todo, al de Largo Caballero, que soñaba con una dictadura como la de Stalin.

En ese alejamiento, ya acabó de lapidar a los críticos irredentos, como Leguina o Rodríguez Ibarra y asimiló o compró a los tibios acomodaticios, como Susana Díez, Fernandez-Vara o García Page y a los no suficientemente rojos, como el propio Garea. 

En principio, Garea no es precisamente un facha peligroso. Venía nada menos que de cofundar el diario izquierdista Público y de ser adjunto a la dirección de El Confidencial, además de haber estado en El País hasta 2017. Pero es que a Sánchez no le valen sólo los "rojos". Le valen nada más que los rojos manejables. 

Y ahí es donde Garea no da el perfil exigido por el todopoderoso Secretario General. En su toma de posesión en 2018, Garea dejó dicho lo siguiente: "Creo en un periodismo crítico y así lo he intentado ejercer siempre y, si al acabar mi mandato alguien se siente molesto, me gustaría que fuera antes el poder quien esté molesto con mi gestión que la oposición. Creo que es la esencia de un medio público". A quién se lo ocurre. Lo raro es que haya durado tanto.

Y esa es la explicación: el poder se ha sentido molesto, por supuesto. El poder que lo nombró necesita que el presidente de EFE sea alguien a quien poder llamar a cualquier hora del día para decir cómo y cuándo hay que dar, ocultar, exagerar, tergiversar o, directamente, inventar las noticias. Se necesita que EFE sea, como el CIS, un órgano de propaganda al más puro estilo goebbelsiano. Goebbles decía que "toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada". Y eso es hoy el grueso de las noticias, polémicas, tertulias o columnas vistas y oídas en los medios de hoy: simpleza de bajo o muy bajo nivel.

¿A quién se le ocurre pedir la "desgubernamentalización" de EFE? Pues sólo a alguien que, como Garea, valore tanto la independencia de la labor periodística y sus propios principios como poco a su cargo al frente de la agencia.

Garea estorbaba y, en ese corrimiento hacia el rojo, a Sánchez no le han faltado candidatos. El mejor lugar para encontrarlo sigue siendo el Grupo PRISA, por supuesto. Olvidando que el propio Garea ha hecho más por la igualdad y el feminismo dentro de EFE que nadie, el gobierno en pleno y el propio Grupo Prisa se han apresurado a resaltar que la sustituta, Gabriela Cañas, es la primera mujer al frente de la Agencia. ¡Cómo no! Y con eso, nos quieren poner la venda para que no veamos que, en realidad, Cañas será un títere a las órdenes del Rasputín de la Moncloa, Iván Redondo, muñidor y mano derecha e izquierda de Sánchez, y quien no sabemos si ya se habrá podido quitar el collarín tras la reverencia al incapaz Torra. La misma reverencia que, día sí y día también, exigirá a Gabriela Cañas y a cualquier otro nombramiento de los suyos.

Conquistadas hace tiempo, con la complicidad tontorrona de Rajoy, las televisiones privadas, es ahora la casi siempre prestigiosa agencia EFE la siguiente ficha de dominó en caer a los pies del felón. Y no es cosa menor, como diría el propio Rajoy.

El plan de "corrimiento hacia el rojo" de Sánchez es muy claro, ha dado varios pasos y le quedan bastantes más que dar aún hasta que olvidemos que alguna vez algún poder o contrapoder en España no dependió del Ejecutivo. El siguiente es conquistar el Poder Judicial que, por supuesto, no tiene visos de ser despolitizado, como sería lo deseable y nos han pedido desde la UE repetidas veces. Y  también como viene pidiendo, por cierto desde siempre UPYD, Unión, Progreso y Democracia. El único escollo en este paso es la mayoría necesaria de 3/5 para la renovación del CGPJ. 

Eso, mientras no encuentre una manera más o menos legal de sortearla, claro. Y me da a mí que con la experiencia que le han aportado los ministros de Podemos, más experimentados en crear asambleas y tribunales paralelos, encontrará más pronto que tarde esa manera.