domingo, 14 de marzo de 2021

11-M, MOROS EN LA COSTA.

Publicado en Minuto Crucial el 12/3/2021

Alemania descubrió la semana pasada un plan de los servicios secretos marroquíes para extender su influencia en ese país. Se trataba de ofrecer su colaboración contra el terrorismo islámico a cambio de que el país germano modificara su posición sobre el Sáhara Occidental. Este tipo de colaboraciones internacionales existen porque nadie da algo a cambio de nada. Pero en el caso de Marruecos queda siempre la duda de dónde está la línea que separa la colaboración con el chantaje.

Porque a nuestros vecinos del sur les viene muy bien la existencia de un terrorismo islámico del que poder informar y aparecer así como aliados de los países occidentales a quienes de vez en cuando ofrecen información para detener a algunos grupos yihadistas. De este modo han conseguido influir en Francia y España, que han dulcificado no poco su posición inicial sobre el Sáhara reduciéndola a un perfil bajísimo con nulas exigencias a Marruecos. Y, sobre todo, en EE.UU., que hace poco respaldó completamente las tesis marroquíes sobre la excolonia española reconociendo su soberanía.  Lo que no le vendría bien a ese país es la detención de todos los terroristas porque entonces no tendría nada más que ofrecernos. Esto me recuerda a la actitud de esos bomberos incendiarios que saben que, si no hubiera fuegos, ellos se quedarían sin empleo.

Sumemos a ello el otro chantaje permanente, el de la inmigración ilegal. Marruecos tiene la espita abierta siempre y la dosifica a su antojo mientras pide más y más recursos para combatirla, al menos en teoría. Y lo puede hacer porque tenemos un gobierno que fomenta como el que más el efecto llamada, amparado por una Unión Europea más empeñado en el suicidio colectivo que en la protección de la democracia y los valores occidentales.

Es inevitable, por tanto, elucubrar sobre el origen del ataque del 11-M y aquí habría que recurrir al socorrido “qui prodest”. En 2002 se había producido el conflicto por la invasión del islote de Perejil. Esa “toma de pulso” del gobierno marroquí al nuestro no resultó conforme a sus previsiones y fueron desalojados en pocas horas. Casualmente o no, dos años más tarde y en vísperas de unas elecciones, se produce el mayor atentado en suelo europeo y la oportunidad de acabar así con un gobierno que en nada le era propicio al reino alauita. Y nadie del servicio secreto marroquí pudo enterarse de lo que sus ciudadanos planeaban, al parecer.

De poco ha servido la eterna amistad sobre el papel de ambos países y, en concreto, entre ambas Casas Reales. Hay que cuidarse de los abrazos si la otra parte guarda en la manga una daga para apuñalarnos.

Pero el peligro en aquellas costas es múltiple y no sólo proviene de sus servicios secretos o maniobras arteras. Hay cosas aún más a las claras. Hace 5 años en Marruecos volvió el servicio militar obligatorio, por lo que hoy sus Fuerzas Armadas las componen unos 325.000 soldados, frente a 130.000en España. También en la última década se ha producido un importante rearme a todos los niveles con la compra, sobre todo, de material estadounidense de primer orden como carros M1A1 Abrams, que ya demostró su calidad en la Guerra del Golfo. También ha rearmado su anticuada Fuerza Aérea con F-16, ya tiene apalabrados 36 helicópteros Apache y ha adquirido una moderna fragata a Francia. Está pensando en adquirir los carísimos cazas F-35, submarinos y se está haciendo con radares más potentes, artillería moderna y se habla incluso de misiles de fabricación china.

Mientras, aquí estamos en horas bajas, con un gobierno poco preocupado por aumentar el ridículo porcentaje del actual 0.92 % sobre el PIB que destinamos a gasto militar. El gobierno incumple así el pacto con la OTAN de dedicar un 2 % a esta partida. Sólo Luxemburgo está por debajo.

Mientras se está alargando más de lo debido la vida útil de los F/A-18A y aún no se sabe nada de con qué los vamos a sustituir, tampoco tenemos ya aviones de ala fija embarcados tras la jubilación forzosa de los Harrier y no hay previsto sustituto para el vetusto F-5, avión en el que se forman los futuros pilotos de los F-18 o Eurofighter. También el programa de los submarinos S-80 va con una década de retraso y hay carencias importantes en cuando a buques logísticos tanto para la Armada como para el Ejército, teniendo que recurrir a la compra y adaptación de barcos de segunda mano. Eso por no hablar de la importante reducción de maniobras y ejercicios debido a drásticos recortes de gasto. En definitiva, tenemos unas Fuerzas Armadas menos numerosas que las marroquíes, cada vez menos formadas y, con las debidas excepciones, dotadas con mucho material a renovar e incluso camino de la obsolescencia.

En un hipotético conflicto abierto, aún hoy estaríamos por delante en Fuerza Aérea y Armada pero eso no estaría tan claro en tierra, y más contando con las dificultades que habría para el traslado rápido de material y tropas a África.

Además, hay que contar con la quinta columna de Marruecos en España. Esa que hoy se llama sobre todo Podemos y  nacionalismo periférico. Ambos hacen lo posible para reducir el gasto militar y ambos estarían, como ya lo estuvo en su día Izquierda Unida, a favor de una negociación con Marruecos de cara a la entrega de lo que para ellos son colonias. No tenemos más que recordar las manifestaciones del “No a la guerra” y la nula voluntad de la izquierda de defender activamente en el mundo los valores democráticos occidentales.

El “qui prodest” del 11-M cada vez está más claro si es que en algún momento no lo estuvo.

LA POLÍTICA DE LA VIOLENCIA.

 Publicado en Minuto Crucial el 5/3/2021

En 1996, los socialistas veían más que clara su previsible derrota en las urnas. Por eso, rompieron todos los esquemas posibles de respeto al adversario, si es que alguna vez los hubo, y sacaron a pasear al “doberman”, aquella campaña demoledora del PSOE en la que se identificaba al PP con un perro rabioso que ladraba y amenazaba con destrozarlo todo desde la pantalla. Como recordaba Ciprià Ciscar, entonces su Secretario de Organización, se trataba de copiar técnicas de ataque y descalificación vistas en las campañas norteamericanas. Por eso su propaganda asociaba al Partido Popular y, en particular, en la persona de Álvarez Cascos con esa imagen.

Esa violenta campaña echó raíces y consiguió parte de su propósito: el Partido Popular no obtuvo la mayoría absoluta que vaticinaban las primeras encuestas. Sí, el miedo ahora es el sentimiento más explotado en las campañas electorales. Ni la ilusión, ni la esperanza, ni el progreso, ni la libertad ni la democracia… No. El miedo es el resorte a mover.

Como dijo el gran filósofo Yoda, tras el miedo, llega la ira y tras la ira, el odio. Porque se odia lo que se teme. La escritora y periodista maruja Torres ya llamó “hijos de puta” a todos los votantes del PP en 2003 entre el regocijo de los suyos. Y no fue a la cárcel ni nada parecido por eso, por cierto. Le amparaba la libertad de expresión, naturalmente.

Pero esa ira y odio, terrorismo aparte, nunca han alcanzado en la política española reciente tan altas cotas como desde que llegó Zapatero al poder, verdadero momento de inflexión desde el que llegamos al actual “todo vale” con tal de derrotar al enemigo. Porque ahora los adversarios son enemigos, perros (txakurras, en vasco, que suena aún peor) a los que perseguir, derrotar y hacer desaparecer.

Con Zapatero, tras su apariencia meliflua, servil y pegajosa de camarero de un restaurante oriental, llegó al PSOE una caterva de radicales que, tras el desastre económico que los llevó a la oposición, vieron que por la vía la gestión, las medidas sesudas y la profundización en la democracia no podrían llegar al poder. De ahí que encontraran en el populismo de Sánchez a su perfecto mascarón de proa para el nuevo asalto.

Y como las desgracias no vienen solas, donde mejor anidaron la ira y el odio, además de en el nacionalismo periférico del que forma su caldo de cultivo, fue en el movimiento escindido de Izquierda Unida que dio origen a Podemos. A partir de ahí, ya estábamos todos: ala izquierda del PSOE, Podemos y nacionalistas. ¿Qué podría pasarnos?

Pues justo lo que nos pasa ahora. Y pasan muchas cosas. Por ejemplo, que salga Echenique a defender a los que piden “libertad de expresión”, como si no la hubiera y tuviéramos que salir a la calle a defenderla. Y pasa también, por ejemplo, que el diputado delincuente José Zaragoza se ríe de una concejala de Madrid que sufre una enfermedad y a la hora en que escribo esto, tres días más tarde, ni ha rectificado ni ha perdido perdón.  Pasa que el periodista Máximo Pradera escribe que desea que José María Aznar o Macarena Olona sufran de cáncer. Pasa también que una alto cargo (o alta carga) de la Generalidad de Cataluña llame a la población a arrojar agua caliente con lejía a sus propios policías autonómicos.

Pero claro, todo esto lo dicen los mismos que apoyan que alguien pueda burlarse de víctimas del terrorismo, puedan escribir que desean que pongan una bomba a un político o que llamen desde un escenario a salir a matar guardiaciviles. ¿Nos vamos a sorprender de algo?

Porque esta gente se olvida, o no, de que todo el mundo no gestiona igual ese odio. El mismo filósofo que cité antes dijo que el odio lleva al sufrimiento. Y hay gente muy descerebrada, seguro que mucho más que Maruja Torres, José Zaragoza, Pradera o Lourdes Parra, la de la lejía. Gente que trasforma rápido ese odio en sufrimiento para los demás porque no sabe dónde están los límites y por eso sale a la calle enrabietada, azuzada  por esas declaraciones constantes de odio y se convierte en las manos, en la gasolina, en las piedras o en las pistolas de esos otros que “sólo” se limitan a escribir. Esos sí que se convierten en perros rabiosos.

 Eso ya lo hemos vivido antes en el País Vasco: están los que apretaban el gatillo y los hijos de puta recogenueces (yo también tengo libertad de expresión, Maruja Torres) que los azuzaban desde diversos púlpitos, Iglesia incluida. Los mismos que aún hoy las siguen recogiendo, por cierto. Porque, como bien dice Consuelo Ordóñez, el problema del terrorismo de ETA está cerrado en falso.

Por eso, por esa impunidad que permite encumbrar a vulgares terroristas como si fueran héroes, estamos como estamos. Y aviso: vamos a peor. La cifra de abstención del 46 % en las últimas elecciones catalanas es un paso más en el descalabro de nuestro Estado de Derecho. Los derechos que no se ejercen, se pierden.

Desde diversas tribunas se está sembrando la violencia en el ya menguado cerebro de sus huestes, esos orcos descerebrados que se llaman a sí mismos “antifascistas”. Estamos en el camino de recoger lo que buscan: muerte y destrucción.

Además de intentar con todas nuestras fuerzas que esto no sea así, habrá que estar preparados por si acaso fracasamos.

 

martes, 2 de marzo de 2021

LA FIEBRE DE VOX.

Publicado en Minuto Crucial el 19/2/2021.

 

La fiebre es un mecanismo de defensa del organismo. Sube la temperatura para que los agentes infecciosos se reproduzcan más despacio y dé tiempo al sistema inmunológico a destruirlos. Hay que dejarla trabajar porque cumple su función de librarnos de enemigos.

Y los votantes de VOX están ahora enfervorizados. Parece el bálsamo de Fierabrás, la solución a todos los males de España, el remedio contra sus enemigos… ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes?

Pero resulta que VOX no es un problema para nuestras enfermedades: la izquierda  y el nacionalismo. No ha detenido ni a unos ni a otros. Al contrario: el grito de “¡qué viene la derecha!” ha movilizado en las urnas contra ellos a miles de personas que no pensarían nunca en votar pero que han sido presa fácil de ese mensaje tan simple y previsible.

Porque la aparente irritación que VOX causa entre los dirigente de izquierda es falsa. Todo el odio que los voceros de izquierda y nacionalistas expulsan en debates, entrevistas o redes sociales es absolutamente impostado. Ellos no están preocupados por el “peligro fascista”. Es todo mentira. Babean de gusto, disfrutan horrores cuando VOX se posiciona contra el aborto, contra la eutanasia, cuando se escabulle de condenar el franquismo, cuando cuestiona nuestra posición en Europa y la propia naturaleza de la Unión Europea, por poner unos cuantos ejemplos. Adoran las intervenciones de Macarena Olona, Espinosa de los Monteros o de ese diputado regional de Madrid que trata como a un hombre a una diputada transexual del PSOE. Eso es darles munición gratis. Así puede tacharlos sin más de “fachas”, un mensaje simple hecho para mentes simples. No necesitan más argumentos. Argumentos que, por otra parte, los votantes social-comunistas no entenderían.

Así, el resultado numérico es beneficioso para la izquierda porque VOX les ha servido para dos cosas: primero, solivianta, como decía, a votantes nuevos y ahí están los resultado de la CUP o Podemos en Cataluña para demostrarlo. Y, segundo: sirve para debilitar al Partido Popular porque atrae a sus votantes más derechistas dividiéndolos. Dos por el precio de uno.

Porque el éxito de VOX no está en sus propuestas, sino en su forma de trasmitirlas, su actitud. Las propuestas de VOX, quitando la caspa rancia de sacristía, que es mucha, han sido muchas de ellas defendidas antes por UPYD, por Ciudadanos o por el propio Partido Popular en el que, no se olvide, militó Abascal durante años. La diferencia es la vehemencia, la determinación y la consistencia en el mensaje, que en Cs y PP es muy poca. Y quienes han hecho gala de ella han sido cesados o invitados a irse. En el PP, la sombra de Rajoy es muy alargada y en Ciudadanos aún no han encontrado su camino después de huir de Cataluña.

VOX, siendo un partido constitucional, es demonizado y perseguido como lo son o hemos sido también esos otros partidos. La diferencia es que VOX no se pliega, no se acomoda, no se doblega. Algunos desaparecimos por ser así. Eso no hace a todas sus propuestas mejores, sólo significa que las defiende con coraje, algo digno de apreciar, en contraposición con la oposición de juguete y acomodaticia que están haciendo PP y Cs.

De siempre, las catastróficas políticas de la izquierda han sido contrarrestadas por una mejor gestión económica general cuando llegó el PP al poder. Gracias a ello, pudimos entrar en la Zona Euro, por ejemplo. Las recetas económicas y políticas del centro-derecha tradicional han sido el refugio del votante en 1996 y en 2011, en la confianza de que sabrían reconducir la situación que dejó el PSOE, como así fue en las dos ocasiones.

Pero ahora no es esa la situación. Al PP le están pasando factura sus casos de corrupción y, sobre todo, la blandenguería, la cursilería, la nefasta gestión ante la crisis nacionalista de Aznar, de Rajoy y de Casado. Ahora nos damos cuenta de que no tenían visión de futuro sino de que iban partido a partido, legislatura a legislatura, buscando apoyos donde jamás tenían que haberlos buscado. Desperdiciaron incluso mayorías absolutas que les hubieran permitido implantar las reformas necesarias para un estado más igualitario donde los nacionalistas no tuvieran influencia alguna en el gobierno de España. Pero para eso tenían que sacar la vista de las arcas públicas y mirar al horizonte.

VOX nació ante la pasividad de PP y Cs y el mejor ejemplo son las últimas elecciones catalanas. En el PP de siempre y en el Ciudadanos post-Rivera de ahora, confunden el radicalismo con el extremismo y huyen de ser etiquetados así, como si huir les hubiera servido para algo. Y ese es su verdadero mal.

Porque vamos a descubrir algo aquí que muchos no entienden: ser radical no es ser extremista. No creo que se pueda tachar de extremistas a políticos como el asesinado Gregorio Ordóñez, María San Gil, Cayetana Álvarez de Toledo, Isabel Ayuso , Vidal-Quadras o García Albiol. Pero tampoco a Rivera, Girauta, Rosa Díez, Nicolás Redondo Terreros o Joaquín Lequina. No son extremistas pero sí son todo lo radicales que hay que ser a la hora de proponer sus mensajes, de delimitar sus líneas rojas y de llamar a las cosas por su nombre. Algunos son hasta revolucionarios en sentido estricto, como lo fuimos siempre en UPYD.

Esa radicalidad sí la tiene VOX y por eso está teniendo su éxito. Porque el electorado harto de podemitas y nacionalistas los compara con Casado, Cuca Gamarra o la nueva Arrimadas, que no parece la misma desde que vino de Barcelona a Madrid. Y no hay color, claro.

El problema es que VOX, además de radical es extremista y en seguida que se rasca, aparece la caspa a la que me refería antes, esa que siempre hará que su techo de votos sea más bajo de lo que ellos creen. Un techo que no servirá nunca para desalojar a Sánchez y a sus cómplices. Es muy difícil el trasvase de votos izquierda-derecha con lo que, como mucho, VOX podría ocupar parte del espacio de Cs y PP pero nada más. Y eso nunca será suficiente. Por ello, el sanchismo-podemismo está feliz.

La función de toque de atención de VOX debería funcionar y que nuestro organismo tradicional hoy, o sea, PP, CS y otras agrupaciones civiles incluso de centro izquierda, fueran capaces de analizar correctamente el problema, dejarse los egos en casa, cambiar totalmente de actitud, cosa muy difícil, y administrar las medicinas correctas antes de que ganen los patógenos o de que suba más la fiebre. Los virus nos pueden matar pero es que una fiebre elevada nos mata también. A partir de 42 grados nuestro organismo entra en coma y a los 43 muere.

La solución pasa hoy por una  refundación del centro. Un centro moderno, europeísta, sin lastres carcas, con amplitud de miras, que no significa querer agradar a todo el mundo. Y con dirigentes que sepan que una cosa es negociar y otra rendirse, que planteen las cosas claras a la ciudadanía y una agenda de futuro que incluya confrontar el problema nacionalista con decisión y radicalidad. Que sean comprometidos y  que llamen a las cosas y a las personas por su nombre y que sean capaces de hacer ver al electorado abstencionista el error que comete quedándose en su casa.

Se puede ser de centro y ser radical. Algunos sabemos muy bien lo que es eso pero está claro que otros muchos lo van a seguir sin entender y mientras eso sea así, mal vamos.