martes, 13 de abril de 2021

LAS CHICAS DE CARLES

 “Había una vez tres muchachitas que fueron a la Academia de Policía. Se les asignaron misiones muy peligrosas. Pero yo las aparté de todo aquello y ahora trabajan para mí. Yo me llamo Charlie”. Muchos identificarán estas palabras, especialmente los que tengan más de 50 años.

Pues nuestro Charlie patrio se llama Carles, Carles Puigdemont. Y hablaremos de tres de las muchachitas que trabajan para él aunque son más, tal es el poder de seducción que tiene el personaje. Lo que pasa es que las chicas en cuestión no tienen nada de ángeles, a pesar de que alguna esté muy cerca de Dios.

Estas muchachitas no fueron a la Academia de Policía, que se sepa, pero llevan en su ánimo perseguir, acusar y juzgar a todos los que no comulguen con las ideas de Carles. Incluso imagino a alguna de ellas muy capaz también de ejecutarlos

Por ejemplo, a Beatriz Talegón, que se permite preguntar a Carlos Carrizosa por qué habla castellano, como si hiciera falta una razón para ello o pedirle a ella permiso antes. Ella, una madrileña renegada, afeando que un catalán de bien hable castellano.

Quien la ha visto y quien la ve. Pasó de ser parte del ala izquierda del PSOE, de donde se fue porque nadie la aguantaba, a ser parte del ala derecha del independentismo catalán, pasando por estar una semana exacta en el partido de Baltasar Garzón y Gaspar Llamazares, de donde salió porque tampoco la soportaban. Y con ciertos gestos incomprensibles por el camino como el de presentarse en el III Congreso de UPYD y ser capaz de dar un discurso de apoyo a la formación en el que insistía en lo necesarios que éramos los allí presentes.

Quienes hemos sido de UPYD estuvimos y siempre estaremos en contra de todo lo que ahora apoya y defiende la Talegón, por lo que cada vez entiendo menos a qué fue esa señora a Alcalá de Henares en enero de 2017 a dirigirnos falsas palabras y maldigo mucho los aplausos que allí le dedicamos.

Por cierto, esta inteligente señora, condenada por difamación, defiende la homeopatía con la misma convicción que la independencia de Cataluña. Dos falsedades.

La siguiente muchachita es, cómo no, María del Carmen “Karmele” Marchante. Bueno, muchachita… Esta señora, especializada en ganarse la vida con intromisiones en la vida de los demás, fue también condenada en firme por difamar a Carmen Sevilla. Se ha convertido en el personaje más histriónico del independentismo catalán. Algo así como el ”trumpista” de los cuernos que entró en el Capitolio. Sus puestas de largo con el trapo estelado como vestido son motivo de risión y cada vez que abre la boca, la causa independentista parece aún más ridícula de que es de por sí.

Esta señora llamó hace poco a Isabel Díaz Ayuso “loca frenopática”. Ella, sí, ella precisamente, que tiene pinta de haber sido desahuciada por un batallón de psiquiatras prestigiosos. No consta que recibiera llamada alguna de reproche por parte de Íñigo Errejón por ello, por cierto.

Cuando estuvo en Bruselas para arropar al jefe Carles, declaró que ella ya se sentía como en la República Catalana. Demasiado poco dinero se invierte en Cataluña en salud mental, eso es bien cierto.

Ya tenemos dos ángeles y nos falta uno. Bueno, esta sí es un “ángel” o lo más parecido que ha encontrado el independentismo. Se trata de la monja alférez Lucía Caram. Argentina de nacimiento, como otro independentista ilustre, Gerardo Pisarello, el que quiso quitar la bandera de España de las manos de Alberto Fernández en el balcón del ayuntamiento de Barcelona y también de Tucumán, como él. Y tan argentina como Echenique y como Dante Fachín, otros que vinieron de allí también para destruir España y que se empeñan tanto en conseguirlo.

La señora Caram es una anomalía más a las que la Iglesia Católica nos tiene muy acostumbrados. Una de esas miserias humanas a las que la Conferencia Episcopal consiente sus incursiones en política antiespañola, como hizo a Monseñor Setién, al que ojalá el Diablo haya acogido en su seno como se mereció sobradamente.

Esta monja se permitió comparar a los políticos presos del independentismo con Jesucristo. En otra época, esta señora habría sido acusada de herejía o blasfemia, por lo menos. Pero hoy, la Conferencia Episcopal, la misma que nos pide que colaboremos con la equis en la declaración del IRPF, permite a esta persona insultar a los españoles cada vez que le acercan una cámara o un micrófono.

Y así son las chicas de Carles. Un Carles que, como el Charlie de la serie de televisión, no da la cara, está desaparecido y desde su residencia se dedica a mover sus peones para que le hagan el trabajo. 

Con señoras así, a uno se le quitan las ganas de ser feminista.

 

 

PARÍS BIEN VALE UNA MISA

Eso dicen que dijo Enrique de Borbón, o de Navarra, para poder acceder al trono de Francia como Enrique IV, llegando así el primer Borbón al trono. Pues bien: si París vale una misa, la Comunidad de  Madrid vale para Pablo Iglesias, por lo menos, una vicepresidencia del Gobierno de España.

 A tamaña responsabilidad ha renunciado Iglesias para arremangarse y ponerse a combatir a la ultraderecha por las calles madrileñas, bandera roja en mano, que debe ser, al parecer, donde más falta hace. Porque el quijotesco Iglesias mira los molinos en lontananza y sólo ve ultraderecha. Mira las empresas y sólo ve ultraderecha. Mira la Policía, los jueces o al Ejército y sólo ve ultraderecha. Y claro, lo de pisar moqueta tampoco es lo suyo. Como lo de vestirse con traje de su talla o llevar camisas limpias o planchadas.

 Lo suyo es bajar al asfalto y a las barricadas. Como dice Carlos Herrera, los de Podemos han llegado tarde a la Guerra Civil. Por eso creo yo que quieren repetirla, porque se la perdieron y, como si fuera una serie de Netflix, quieren empezarla desde el primer capítulo a ver si pueden encontrarle un final alternativo.

 Sánchez creo que estuvo a punto de llamar a Isabel Ayuso para agradecerle que se lo quitara de encima pero Iván Redondo aportó un poco de cordura y le pidió que reprimiese la alegría. Le ha ahorrado muchos dolores de cabeza pero no era cuestión de reconocerlo abiertamente. Aún sí hemos sabido leer entre líneas lo que significa el agradecimiento envenenado a la gestión de Iglesias con las residencias de ancianos. Dentro del mundo de los ahora llamados “zascas”, debería haber una categoría para ese. Porque, para empezar, seguramente se ahorrará muchas explicaciones en Europa donde, igual que en España, la imagen de Iglesias se ve con una mezcla entre rechazo y asco. También es fácil que sus consejos de ministros sean más cortos y tranquilos y puedan disfrutar más relajadamente del tentempié de después.

 Eso sí, Iglesias no se va para hacerle la vida más fácil al PSOE sino todo lo contrario. Ahora va a estar en misa y repicando. O sea, que va a ser gobierno y oposición a la vez, Scila y Caribdis a un tiempo. Si consigue asiento por Madrid y, tal como prevén las encuestas, Ayuso reedita el gobierno autonómico, dudo mucho que Iglesias se quede dos años más a la sombra de Gabilondo y de Mónica Díaz. Después del preceptivo “rodea la Asamblea” del  5 de mayo, se dedicará a espolear, no sólo a Ayuso, sino también a Sánchez desde las calles sin el corsé ya de la vicepresidencia para irle empujando más y más hacia la izquierda.

 En realidad, Iglesias no va a hacer ni cosquillas a la derecha sino, al contrario, movilizará en su contra a decenas de miles de personas que ahora sí tendrán más que claro que no votar o votar a Gabilondo es exactamente lo mismo: apoyar a Podemos. Hay que recordar a mis paisanos que desde Podemos y  el PSOE se ha torpedeado a Ayuso desde el primer día. Para ello se han alentado protestas contra el Zendal que han acabado en sabotajes, incluso con entrevistas “casuales” de sanitarios afiliados a Podemos; se ha dicho que Madrid es un paraíso fiscal y no ocultan que quieren subir los impuestos nada más llegar; se ha defendido a terroristas madrileños como “Alfon”; se ha criticado hasta la saciedad la respuesta ante el temporal Filomena a la vez que no se decía nada de que el aeropuerto de Barajas estuviera una semana cerrado; se ha acosado al gobierno autonómico desde el primer día en el asunto del Covid, cuando éste fue el primero de España en tomar medidas y, por si no fuera poco, le han declarado un estado de alarma a Madrid hecho a medida para vengarse de su presidenta.

Con este historial de afrentas a Madrid, Iglesias va a tener las santísimas narices de salir a pedir el voto a los madrileños creyendo que las calles son suyas, como el 15-M.

Y si por el centro-derecha va a provocar reacción, por su propio lado no son pétalos de flores lo que han empezado a tirarle. El partido de Errejón no ha cedido en el intento de OPA hostil en su contra y mantiene su candidatura y, además, es muy probable que en pocas horas conozcamos al número 2 del PSOE, que se presume alguien con renombre y un tirón que no tiene Gabilondo.

Y, la verdad, teniendo en cuenta el desprestigio de Ciudadanos, creo que sus votantes, que ya tenían una razón para no votar al partido naranja, han encontrado otra muy importante para votar a Ayuso: parar a Iglesias con un voto útil en el que saben que les va la vida a los madrileños.

 Por lo tanto, va a conseguir la cuadratura del círculo: movilizar al votante de centro, de derecha y de izquierda en su contra. Yo creo que esta jugada, si la hubiera diseñado Iván Redondo, no le habría salido mejor.

Si Podemos logra representación en Madrid, Iglesias volverá a Vallecas, distrito en el que está la Asamblea de Madrid. No descartemos que sus ex vecinos vayan alguna tarde a “recordarle”, amablemente siempre, cuánto le echan de menos. Vallecas es un barrio con orgullo y conciencia. Si hay un lugar de Madrid que representa como pocos ese espíritu madrileño de rebeldía, de casticismo, de amor propio y de exigencia, ese es Vallecas.

Y, como dicen en el barrio: “Si te vas de Vallecas, ya no eres de Vallecas”.