Me van a perdonar si salgo un rato de la macropolítica y
entro en la política de cercanías o distancias cortas. Si dejo de hablar del
presidente del Gobierno, de sus socios o de la oposición y, con las gafas de
cerca puestas, hablo del gobierno municipal del lugar en el que vivo, La Pobla
de Vallbona, un agradable pueblo de 26.000 habitantes a 20 Km de Valencia. O
no, porque a lo mejor resulta que hablo de lo mismo de siempre
solo que con menos ceros. Quizá es que los protagonistas tienen otros nombres, pero
los mismos defectos. Bueno, que no lo sé… Yo se lo cuento
y ustedes juzgan, que ya son mayorcitos.
Resulta que en
las últimas elecciones municipales se presentó aquí el partido “Contigo somos
democracia” o, simplemente, Contigo. Este partido empezó, por ahorrar líneas,
como un aluvión de desertores de otros como Ciudadanos, UPYD, alguno del PSOE,
partidos locales, etc. Cogieron lo peor y más rastrero de cada casa en
general. En algunos casos recauchutaron gente que había
abandonado UPYD y luego Ciudadanos, o sea, dobles graduados en traición, culos
de muy mal asiento, escasa firmeza de ideas y unas concentraciones tan
altísimas de autoestima como escasas de vergüenza. Con
estos mimbres, se lanzaron a por el voto “de centro” en muchos lugares, aprovechando
el hueco dejado por esos dos partidos principalmente. Y con esas premisas, aquí
pusieron como mascarón de proa a un chaval del pueblo, de entonces unos 20
años, que tiene detrás un entramado familiar y social suficiente como para
obtener 600 votos, cantidad necesaria para conseguir una concejalía aquí.
Dicho y hecho:
en 2019 sale elegido Jaime Ruix en las listas de Contigo. Y CUPO, un partido
local desideologizado, centrado originalmente en urbanizaciones, pasa de dos
concejales a uno, en parte también por estos votos perdidos. Gran éxito de la
familia y amigos antedichos. Pero fracaso para el centrismo, como ahora se
verá. La concejalía de Ruix no resultaba necesaria para la formación de la
mayoría, compuesta principalmente por Compromís y PSOE, en las antípodas
ideológicas de un partido como Contigo, además de CUPO. Pero hete aquí que el
niño salió “bizcochable”, o sea, receptivo a las tentaciones. Así que es
nombrado sorpresivamente parte del gobierno municipal como concejal de
Movilidad, Fallas y Juventud. O sea, concejal de fiestas y el que cambia de
sentido las calles, pinta carriles bici y gestiona el bus municipal, algo de
una dificultad titánica al alcance de muy pocos. Resultó
así que un partido nacido de la centralidad política se coaliga aquí con los
nacionalistas del peor pelaje y exaltadores de la diversidad como arma política
para sus fines separatistas.
Ejemplo de
ello fue, por ejemplo, una de sus intervenciones más vergonzosas en el Pleno
Municipal, en la que, como respuesta a la petición por parte de VOX de que las
señales de tráfico, además de en valenciano, se rotulasen en castellano
(propuesta que también hicimos desde UPYD años atrás con el rechazo del
nacionalismo), el niño en cuestión contestase que no hace falta
rotularlas en castellano porque “las señales ya las entiende todo el mundo con
el pictograma”. De haber tenido yo ocasión, le habría
recriminado que tratara de imbéciles a los valencianoparlantes que, por lo
visto, cree él que no entienden el pictograma y hay que explicárselo en su
idioma.
Hago
un inciso más personal para decir que hace algo más de un año (mi memoria no es lo que era como para precisar más ni
tampoco quiero hacerlo), se puso en contacto conmigo un dirigente de su
partido a nivel nacional, interesado en si yo estaría dispuesto a colaborar con
ellos de alguna manera porque tenemos ideas coincidentes. Dicha persona, de
trato cercano y muy razonable, me merece todos los respetos.
Mi respuesta
fue, desde luego, que no, por varias razones. La primera es porque tienen al
mando a personajes abyectos como José Enrique Aguar, ex del PSOE y de
Ciudadanos, tránsfuga de profesión y arribista cum laude, que intentó sin éxito
entablar relación en su día con UPYD. Se nos colaron algunos, pero ese no. La
segunda, porque, como dije al principio, es un partido trufado de gente así:
rebotados de mil y un sitios, sin ningún proyecto que no sea el personal y con
una mano constantemente en el bolsillo empuñando una navaja abierta. La tercera
es porque estoy bastante hastiado de la participación política activa. En su
día, en UPYD obtuvimos 900 votos en este pueblo en unas elecciones europeas y
luego ese esfuerzo se ha ido en toda España por el desagüe del conformismo o
los cantos de sirena. El votante decidió abandonar
la racionalidad y castigar una opción como la nuestra, integradora, europeísta,
fresca, democrática, centrada en lo común, alejada de victimismos y divisiones
artificiales y profundamente honesta y regeneradora. Así
que me siento bastante poco motivado para luchar por quienes no quieren luchar
por sí mismos y tragan, una tras otra, con todas las mentiras sentimentaloides
que se lanzan desde casi todos los partidos actuales.
Y la cuarta y
última, porque conocía perfectamente la situación de su partido en esta localidad
y la deriva que Jaime Ruix había seguido, encaminada desde el primer día a
hacer de mamporrero del nacionalismo. De hecho, le dije a la persona que me
llamó, y creo que son palabras textuales, que “vuestro concejal aquí es más de
Compromís que los de Compromis” y que no entendía cómo habían elegido a este
personaje para encabezar su lista. El hombre, al que no citaré por razones
evidentes, no tuvo más remedio que darme la razón en todo prácticamente porque
estaba bien enterado de la situación aquí y en toda la provincia de Valencia.
Pues
bien, resulta que el niño ha salido, como era previsible, otro culo de mal
asiento y, ¡oh, sorpresa!, se ha convertido en tránsfuga. O sea: abandona el
partido pero no la concejalía ni el sueldo que ello conlleva, sueldo que se han
aumentado dos veces en esta legislatura. No debería decir que me alegro, pero es que resulta que sí
que me alegro. Me encanta tener razón, no puedo evitarlo. Y más en ciertos
casos. El niño en cuestión, con todas sus huestes, ha abandonado el partido con
armas y bagajes porque dice que no quiere “estar supeditado a una ideología
nacional”. Como si pudiese existir municipalismo sin política nacional, sin
visión de estado y sin defensa de derechos comunes. Como
si pudiese uno centrarse en reformar su casa cuando el edificio en el que se
encuentra está siendo desmontado y destruido cada día por los mismos que
reforman tu casa.
Así que anda
pensando en constituir una agrupación de electores, otro partido local (la
puntilla para CUPO, por si no tenían bastantes problemas), presentarse en
coalición con otro (no puedo adivinar con cual…) o lo que sea. Lo que sea
con tal de seguir chupando del bote, que es lo que cierta gente no puede dejar
de hacer una vez ha visto el color del dinero. Así que,
señores, con todos estos datos, ahora juzguen ustedes si la traición, la
mentira, el ansia de poder o la sumisión al nacionalismo centrífugo y
antiespañol es un problema nacional, autonómico o local. Yo
creo que es todo ello junto, pero… ¡qué sabré yo!