Publicado en Minuto Crucial el 30/4/2021
Las balas y las navajas han
salido a relucir en esta campaña electoral. Y ya tardaban, visto el clima en el
que se estaba desarrollando. Se
convocaron estas elecciones a causa de traiciones y sospechas y se celebran a
pesar de los intentos de la izquierda en los tribunales de impedirlas. Ellos,
los que no paran de hablar de los derechos de “la gente”, maniobraron lo
indecible para no dejarlos hablar.
Acto seguido, como si Madrid
fuera la playa “Omaha” en Normandía, tras el bombardeo recurrente desde Moncloa
para ablandar las defensas de Ayuso, se produce el desembarco de Iglesias y los
suyos. Algo que nunca sabremos cuánto celebró Sánchez en la intimidad, por
cierto.
Sólo que en vez de Montgomery arrasando en el
norte de Francia, Iglesias es más bien un “alien” en esta campaña, alguien que
genera más odios que adhesiones y que todo el mundo está deseando expulsar de
vuelta a su planeta. Y eso es
precisamente porque el odio fue el eje de su forma de hacer política desde el
principio y ha ido dejando más cadáveres políticos de los que sabe contar. Y
por eso, ahora los dedos se le hacen errejones.
En 2019 también hubo elecciones
en Madrid. Y también concurrieron Ayuso y Monasterio. Y el PSOE y Más Madrid.
Quien no estaba fue Iglesias. Ese es el hecho diferencial de esta campaña y por
donde habría que empezar a sanear esta Comunidad.
La violencia verbal no deja de
ser violencia, al igual que el acoso verbal no deja de ser acoso, ¿verdad? Pues
esa violencia que sale por algunas bocas a veces encuentra un cerebro frágil en
el que anidar y crecer y entonces se dan casos como el de la carta con la
navaja o los indigentes mentales de Vallecas.
Aunque en hecho como el de
Vallecas hay matices. El principal es que no se haya repetido. ¿No era Madrid
un bastión antifascista? ¿No está plagado de asociaciones de radicales, de
comunistas, de anarquistas, de luchadores contra el franquismo? ¿Por qué esas agresiones tan violentas no
se han producido más veces? Pues porque no interesaba. Método de prueba y
error. Se vio tras lo de Vallecas que les es contraproducente y no han vuelto a
repetirlo. Y, la verdad, a los agresores, tarados mentales, no les concedo la
capacidad de pensar en ello ni de decidirlo. Si no ha pasado más veces es
porque ellos son sólo mano de obra barata, carne de cañón a las órdenes de
otros más listos que ellos.
Al ver que VOX salió reforzado
porque ser las víctimas, en el otro lado dejaron de dar órdenes a sus chekistas
y optaron por otra vía: la de aparecer ellos como víctimas. Por ello, y a falta
de resultados dela investigación policial, poniéndome en el caso de pensar en
que sea un montaje, para lo que no tengo motivos, desde la izquierda han
elegido dar a esas amenazas postales la mayor publicidad para ver si les
funciona a ellos también lo de aparecer como agredidos.
La sorpresa para ellos va a ser
que no. Primero porque se ha visto que, a falta de programa atractivo para los
madrileños sino todo lo contrario, ahora no hablan de otra cosa más que del fascismo.
Se sustituyen las razones por los sentimientos y por ello las propuestas pasan
a segundo plano, si es que alguna vez estuvieron en el primero. Y no cuela. Incluso el moderado Gabilondo, el Joe Biden
español, el Mahatma Gandhi de San Sebastián, se apunta a lo del boicot
“antifascista” a VOX. El PSOE se ha podemizado hasta la náusea.
Y es que hacen bien en ocultar su
programa porque es el peor que se podría llevar a Madrid. En el proyecto de la izquierda está desde quitar la libertad de
elección de centro educativo hasta el cierre de comercios en fines de semana,
igual que hacen en Valencia, por cierto. Y eso de las medidas creíbles
porque también tienen ocurrencias de última hora como la de Gabilondo de pagar
el primer mes del alquiler de la vivienda a los jóvenes. Como si con eso fuera
suficiente para que se emanciparan.
La izquierda gobernó la capital en el periodo de Carmena y fue un
desastre bíblico del que han salido escarmentados. No hay nada que la
izquierda pueda ofrecer que interese a los madrileños y, aún en el caso de
haber alguna cosa positiva, no compensaría por el desastre general que producirían
en una Comunidad que ha crecido en el primer trimestre en empleo cuando en el
resto de España, hay más parados. ¿Por qué? Pues porque en Madrid, dentro de
sus atribuciones, se hace todo lo contrario a los que hace la izquierda y eso
lo saben los madrileños.
Así que ya se dedican a explotar
las amenazas a pesar de que, seguramente, hayan recibido indicaciones de los
profesionales muy claras de que no hay que hacerlo. Hoy mismo ha recordado eso
José Bono, por ejemplo. Lo único que se hace con ello es fomentar el fenómeno
de la imitación y transmitir una imagen de inseguridad y violencia que no
concuerda con la realidad. Los españoles no somos ahora así de salvajes pero,
sin duda, lo llegaríamos a ser de seguir esta gente calentando a la sociedad de
esta manera. Nos quieren llevar a las
trincheras y es algo que no han ocultado jamás.
El aterrizaje de Iglesias no se
produjo en las elecciones catalanas, ni en las vascas ni en las gallegas. En
unas porque no iba a hacerlo mejor que sus colegas locales y otra porque no se
podía hacer peor. Se nos aparece aquí, en Madrid, para intentar salvar a
Podemos del descalabro no sólo aquí sino en toda España. Se aparece aquí por
pura necesidad de supervivencia y porque no había más opciones si no quería que
PSOE y Errejón lo echaran de la Asamblea de Vallecas. Y porque le va la marcha.
Lo encanta eso de poderse enfrentar de tú a tú con nuevos líderes emergentes
como Almeida o Ayuso. Le sube la adrenalina y se le nota. Algo de envidia debe
haber cuando ellos se pasean por cualquier sitio entre aplausos y él no puede
salir de Galapagar sin recibir miradas de asco.
Espero que la victoria de la
izquierda en Madrid, cuando algún día se produzca, sea más adelante, a cargo de
gente más íntegra y decente que la que
tienen ahora, que tampoco es tan difícil.
De momento, cruz de navajas por una mujer. Y ella es Díaz Ayuso.