domingo, 16 de junio de 2013

SER DE UPyD

Ayer tuve el placer de asistir a una jornada sobre Comunicación en la sede Territorial, que agradezco porque sé el trabajo y dedicación que hay tras ella. Siempre es bueno aprender cosas y, por lo que vemos día a día, buena falta nos hace. Y más con la que se nos viene encima. Sería duro no llegar a las previsiones pero, si llegamos, sería más grave aún no estar a la altura. Se puede fracasar y caer con la cabeza alta, pero lo que no nos está permitido es morir de éxito.

Pues bien, entre otras reflexiones tras la jornada, llegué a la siguiente, sobre la que ya había pensado un poco pero que ayer me quedó más clara: es una enorme responsabilidad la que uno adquiere afiliándose a un partido. Y más, al nuestro. Otros partidos han fracasado y se han levantado alguna vez. Son inmunes porque sus votantes les perdonan todo. Los nuestros, dudo mucho que lo hicieran porque una de nuestras banderas es la de que no somos como los demás y sólo parecerlo ya sería imperdonable.

Cuando uno se afilia y trabaja en UPyD, el nivel de compromiso adquirido es enorme. Y no me refiero solo a que hay mucha faena por delante, que la hay. Me refiero a que, al no tener los miles de afiliados que tienen otros partidos, cada uno de nosotros es más visible. Llevamos el logo magenta escrito en la frente a fuego. Y eso es bueno en la medida en la que somos muchas veces los pioneros, los que llevamos a nuestra localidad la señal de que UPyD ya está aquí, con su carga de esperanza. Pero puede ser molesto si uno quiere separar su vida privada de su nueva “vida pública”, tal como sugería algún compañero ayer que podía hacerse.

No, no se puede separar. Rotundamente, sé que no. Hay un antes y un después desde que uno adquiere este compromiso. No se puede estar para lo bueno y no para lo malo. ¿Y qué es lo malo aquí? Además del tiempo que uno quita de otras cosas, sobre todo la familia, para dedicarlo a esto, a la vocación de “lo público”, lo malo es que mientras uno era una persona sin esa relevancia social, sus actuaciones fueron privadas, pero ya no lo van a ser jamás.

Imaginemos a Juan Pérez, uno de los 20 ó 30 afiliados en una localidad pequeña o mediana, que quizá irá en una lista aunque sea en el puesto 10, sin posibilidades reales de ser elegido. Mientras tanto, realiza labores como participar en grupos de trabajo, reunirse con asociaciones, remitir quizás escritos al Ayuntamiento, etc. O incluso tiene la oportunidad de que le hagan una entrevista o participar en un debate, aunque no es necesario llegar hasta eso. En cualquier caso, es visible para sus conciudadanos.

Ese afiliado, como mucha gente, puede y debe tener vida privada. Pero a partir de ahora estará unida a la imagen de UPyD. Si ese afiliado es denunciado por la Guardia Civil por tener un grado de alcoholemia de 1,5, es muy probable que alguien haga aparecer eso en una campaña electoral. Y con eso, perjudicará a sus compañeros, los primeros de la lista que sí tienen posibilidades de salir. Y lo mismo pasa si esa persona cuelga una broma de mal gusto en su web personal, o un comentario xenófobo, o vulgar, o es condenado por violencia en el ámbito familiar, por decir algunos ejemplos. O quizá tenga un pequeño negocio en el que parte de su recaudación sea en "B", como tantos. En este caso, ¿estará seguro de que algún empleado suyo, si alguna vez deja de serlo, no irá a contar eso u otras cosas a algún otro partido? ¿Cómo se compatibiliza que pidamos reformas contra el fraude mientras, en nuestra casa, hacemos eso?

Hemos de hacernos a la idea de que no somos “de” UPyD. Para mucha gente, SOMOS UPyD. Y debe ser igual también para nosotros. Podemos ser de un equipo de futbol o de una escudería o piloto de Formula 1. O de un AMPA, de una Falla o incluso de una Sociedad Gastronómica, si somos del País Vasco. Y lo que hagamos no les va a perjudicar en lo más mínimo. Pero esto no es igual.

Ser UPyD significa tener un comportamiento ejemplar en muchos aspectos, no sólo los públicos. Tenemos muchos ejemplos de políticos a los que les ha pasado esas y más cosas. Alguno hay que, hace poco, se ha dedicado a mandar imágenes propias con un alto contenido sexual. Y eso es privado, pero si somos de un partido político, hay muchas posibilidades de que deje de serlo.

Ese nivel de compromiso que se necesita, entiendo que no sea compartido por todos. Pero no pasa nada, cada uno es libre de asumirlo o no. Lo que sí es necesario es que, si no lo hace, sea consecuente con ello. Hay que entender que muchos de nosotros vamos a equivocarnos de buena fe. Pero habrá “equivocaciones” que sean poco perdonables y cada uno sabe mejor que los demás si su techo es o no de cristal.

Y ahora estamos a tiempo. Si alguien tiene o prevé tener esos flancos débiles o no está dispuesto a asumir esa fusión de sus futuras vidas pública y privada, sería muy recomendable que diera un paso atrás y apoyara desde la retaguardia, por el bien de sus compañeros y de las ideas que todos compartimos.

La pretendida regeneración de la vida pública que defendemos empieza por la necesaria de la vida privada.

Dicen que quien saca la cabeza tiene más riesgo de que se la corten. Pues eso sucede con todos nosotros. Somos un faro que alumbra el triste panorama político español. Pero los faros son de cristal y pongo la mano en el fuego por que hay mucha gente ya buscando piedras en el suelo.

2 comentarios:

  1. Estas muy equivocado, aqui no hay que regenerar la vida publica, aqui hay que regenerar la democracia y precisamente uno de los pilares de la politica democratica esta en saber separar y respetar la vida publica de la privada. Yo estoy en un partido politico y ademas laico, no estoy en un convento de frailes más papistas que el papa. Y seran mis compañeros quienes juzguen donde y cuando debo de ir con ellos en lo publico.

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  2. Totalmente de acuerdo con que hay que tener vida privada. Y la moral y la religión (de lo que no hablo) es muy privado. Lo que pretendo decir es que hay veces que los comportamiento privados chocan, seguro, con lo que proclamamos en público. Y eso igual debe llevar a reflexión individual. No entenderíamos a un concejal de Hacienda de un Ayuntamiento que, en su empresa, tuviera empleados sin asegurar o facturase en "B". Y estoy seguro, seguro, que cosas como esa pasan. Me gustaría pensar que sólo pasa en otros partidos.

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