Ayer tuve el placer de asistir a una
jornada sobre Comunicación en la sede Territorial, que agradezco porque sé el
trabajo y dedicación que hay tras ella. Siempre es bueno aprender cosas y, por
lo que vemos día a día, buena falta nos hace. Y más con la que se nos viene
encima. Sería duro no llegar a las previsiones pero, si llegamos, sería más grave
aún no estar a la altura. Se puede fracasar y caer con la cabeza alta, pero lo
que no nos está permitido es morir de éxito.
Pues bien, entre otras reflexiones
tras la jornada, llegué a la siguiente, sobre la que ya había pensado un poco pero
que ayer me quedó más clara: es una enorme responsabilidad la que uno adquiere
afiliándose a un partido. Y más, al nuestro. Otros partidos han fracasado y se
han levantado alguna vez. Son inmunes porque sus votantes les perdonan todo.
Los nuestros, dudo mucho que lo hicieran porque una de nuestras banderas es la
de que no somos como los demás y sólo parecerlo ya sería imperdonable.
Cuando uno se afilia y trabaja en
UPyD, el nivel de compromiso adquirido es enorme. Y no me refiero solo a que
hay mucha faena por delante, que la hay. Me refiero a que, al no tener los
miles de afiliados que tienen otros partidos, cada uno de nosotros es más
visible. Llevamos el logo magenta escrito en la frente a fuego. Y eso es bueno
en la medida en la que somos muchas veces los pioneros, los que llevamos a
nuestra localidad la señal de que UPyD ya está aquí, con su carga de esperanza.
Pero puede ser molesto si uno quiere separar su vida privada de su nueva “vida
pública”, tal como sugería algún compañero ayer que podía hacerse.
No, no se puede separar. Rotundamente,
sé que no. Hay un antes y un después desde que uno adquiere este compromiso. No
se puede estar para lo bueno y no para lo malo. ¿Y qué es lo malo aquí? Además
del tiempo que uno quita de otras cosas, sobre todo la familia, para dedicarlo
a esto, a la vocación de “lo público”, lo malo es que mientras uno era una
persona sin esa relevancia social, sus actuaciones fueron privadas, pero ya no lo
van a ser jamás.
Imaginemos a Juan Pérez, uno de los 20
ó 30 afiliados en una localidad pequeña o mediana, que quizá irá en una
lista aunque sea en el puesto 10, sin posibilidades reales de ser elegido.
Mientras tanto, realiza labores como participar en grupos de trabajo, reunirse
con asociaciones, remitir quizás escritos al Ayuntamiento, etc. O incluso tiene
la oportunidad de que le hagan una entrevista o participar en un debate, aunque
no es necesario llegar hasta eso. En cualquier caso, es visible para sus conciudadanos.
Ese afiliado, como mucha gente, puede y debe tener vida privada. Pero a partir de ahora estará unida a la imagen
de UPyD. Si ese afiliado es denunciado por la Guardia Civil por tener un grado
de alcoholemia de 1,5, es muy probable que alguien haga
aparecer eso en una campaña electoral. Y con eso, perjudicará a sus
compañeros, los primeros de la lista que sí tienen posibilidades de salir. Y lo
mismo pasa si esa persona cuelga una broma de mal gusto en su web personal, o
un comentario xenófobo, o vulgar, o es condenado por violencia en el ámbito familiar,
por decir algunos ejemplos. O quizá tenga un pequeño negocio en el que parte de
su recaudación sea en "B", como tantos. En este caso, ¿estará seguro de que algún
empleado suyo, si alguna vez deja de serlo, no irá a contar eso u otras cosas a
algún otro partido? ¿Cómo se compatibiliza que pidamos reformas contra el fraude
mientras, en nuestra casa, hacemos eso?
Hemos de hacernos a la idea de que
no somos “de” UPyD. Para mucha gente, SOMOS UPyD. Y debe ser igual también
para nosotros. Podemos ser de un equipo de futbol o de una escudería o piloto de
Formula 1. O de un AMPA, de una Falla o incluso de una Sociedad Gastronómica,
si somos del País Vasco. Y lo que hagamos no les va a perjudicar en lo más
mínimo. Pero esto no es igual.
Ser UPyD significa tener un
comportamiento ejemplar en muchos aspectos, no sólo los públicos. Tenemos muchos
ejemplos de políticos a los que les ha pasado esas y más cosas. Alguno hay que,
hace poco, se ha dedicado a mandar imágenes propias con un alto contenido sexual.
Y eso es privado, pero si somos de un partido político, hay muchas
posibilidades de que deje de serlo.
Ese nivel de compromiso que se
necesita, entiendo que no sea compartido por todos. Pero no pasa nada, cada uno
es libre de asumirlo o no. Lo que sí es necesario es que, si no lo hace, sea
consecuente con ello. Hay que entender que muchos de nosotros vamos a
equivocarnos de buena fe. Pero habrá “equivocaciones” que sean poco perdonables
y cada uno sabe mejor que los demás si su techo es o no de cristal.
Y ahora estamos a tiempo. Si alguien
tiene o prevé tener esos flancos débiles o no está dispuesto a asumir esa
fusión de sus futuras vidas pública y privada, sería muy recomendable que diera
un paso atrás y apoyara desde la retaguardia, por el bien de sus compañeros y
de las ideas que todos compartimos.
La pretendida regeneración de la
vida pública que defendemos empieza por la necesaria de la vida
privada.
Dicen que quien saca la cabeza tiene
más riesgo de que se la corten. Pues eso sucede con todos nosotros. Somos un
faro que alumbra el triste panorama político español. Pero los faros son de
cristal y pongo la mano en el fuego por que hay mucha gente ya buscando piedras
en el suelo.
Estas muy equivocado, aqui no hay que regenerar la vida publica, aqui hay que regenerar la democracia y precisamente uno de los pilares de la politica democratica esta en saber separar y respetar la vida publica de la privada. Yo estoy en un partido politico y ademas laico, no estoy en un convento de frailes más papistas que el papa. Y seran mis compañeros quienes juzguen donde y cuando debo de ir con ellos en lo publico.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con que hay que tener vida privada. Y la moral y la religión (de lo que no hablo) es muy privado. Lo que pretendo decir es que hay veces que los comportamiento privados chocan, seguro, con lo que proclamamos en público. Y eso igual debe llevar a reflexión individual. No entenderíamos a un concejal de Hacienda de un Ayuntamiento que, en su empresa, tuviera empleados sin asegurar o facturase en "B". Y estoy seguro, seguro, que cosas como esa pasan. Me gustaría pensar que sólo pasa en otros partidos.
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