jueves, 28 de agosto de 2014

LA MUERTE DE MUCHOS VIAJANTES

Un hombre de 90 años mata a su mujer de 86 y después se suicida en El Campello


No malinterpretéis, por favor. No se trata, por supuesto de exculpar a nadie pero es que tampoco de culpar. Y lo digo con plena conciencia. Reconoceréis que esto es, por desgracia, cada vez más normal.

Vivimos tiempos convulsos social, moral, económicamente…  Lo que hoy es dogma, mañana es pasado. Lo que hoy agrada, mañana duele. Cambio sobre cambio sobre cambio...Incertidumbre sobre incertidumbre... Antes las cosas duraban años; las guerras, décadas; los matrimonios, para siempre… Los cerebros, por más racionales que sean, no pueden digerir bien tantas cosas a veces. ¡No y no!
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Un furgón de los servicios funerarios y coches de la Policía anoche a las puertas de la viviendaDecía mi abuela que ojalá Dios no nos mande nunca todo lo que podemos soportar. Pero, ¿quién dice que todos podamos soportarlo todo de igual forma?  El cerebro a veces implosiona, cortocircuita, revienta… No hay nada peor que no ver la salida. Bueno, sí: no encontrar motivos para buscarla. Ni en ti, ni en los que te rodean, que es más destructivo. Nada hay peor que verse acorralado, hundido, despreciado…

Nada, nada hay más venenoso que sentir que la lucha es inútil, que no hay un resquicio de luz, que todo lo que se ve es túnel y que éste es infinito. Ante esa situación, lo triste es que se empieza a considerar cualquier alternativa por más descabellada que sea. Por más inútil que parezca desde fuera, con nuestros ojos "racionales". ¿Inútil? Inútil es, para mucha gente, cualquier camino porque todos les llevan al desastre.

Hay algo mucho más desolador que perderlo todo y es sentirse perdido uno mismo. Cuando no hay nada que perder, se llega a pensar que lo mejor es acabar pronto y como sea.

Y eso le ha podido pasar a este hombre, a este viajante por la vida, como lo somos todos.

Cada cabeza es un mundo y hay muchas en las que nadie quisiera meterse nunca porque no sabría qué hacer. Hay que estar dentro de ellos para saber qué pasa por su cerebro, qué les ha hecho reaccionar así. Nadie puede decir “yo haría esto”,  “yo no haría lo otro”...Nadie tiene permitido pensarlo siquiera.

Hay cosas que sí podemos juzgar pero otras para las que no estamos capacitados. 

Yo, desde luego, sé que no lo estoy.