lunes, 24 de abril de 2017

¿SIN ESPERANZA EN LA POLÍTICA?

Si, lo confieso. Me pueden crucificar si quieren. En su día, yo voté a Esperanza Aguirre. Y no una, sino varias veces. Con alevosía y reincidencia.

En el Madrid de los 80 y 90 el panorama político fuera del PP era un páramo intelectual. Por resumir, por parte del PSOE el Ayuntamiento estaba encabezado por buenistas como Tierno Galván ("¡a colocarse y al loro!") o hijos de albañiles de Jaen (como dijo Guerra) como Barranco, segundo al mando de Tierno que demostró la teoría de los niveles de incompetencia y pasó sin pena ni gloria. Lo de hijos de albañiles lo digo sin retintín. Yo también soy hijo de obrero de la construcción. Lo que pasa es que, en el caso de Barranco, creo sinceramente que era su única cualidad. 

En la Comunidad padecimos a inmovilistas como Leguina, que previeron que Madrid no crecería. Si, como lo leen, que no iba a crecer más y que para qué gastarse dinero en más Metro. En abril de 1994, último año de mandato de Leguina el Metro tenía 114 Km. Ahora tiene 283 Km., es uno de los mejores del mundo y sigue creciendo. 

Y estando en la oposición, la historia es más patética. Han tenido candidatos tan dispares como Simancas, el ex-ministro Sebastián, Tomás Gómez o Inés Sabanés, ahora concejal con Carmena. Todos igual de tétricos. Y una historia de acuchillamientos internos de la que Pablo Castellano, por poner un ejemplo, puede dar pelos y señales. 

Y en el PCE primero e IU después, se limitaban a servir de báculo al PSOE cuando eran necesarios, tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, al grito de "todos contra la derecha". Ningún candidato ofrecía más de lo que ofrecen ahora: mucha ideología y pocas ideas. 

Aguirre en la Comunidad sucedió a Gallardón y continuó y amplió su labor. Es cierto que comenzó mal, con el "tamayazo", originado en las disputas PSOE-IU y aprovechado seguramente por las segundas y terceras filas del PP, cuna de lo que luego conoceríamos como tramas Púnica y demás. También es cierto que, pudiendo gobernar con tránsfugas, se arriesgó, convocó nuevas elecciones y ganó por mayoría absoluta. Fue una etapa curiosa porque, mientras tanto, Gallardón fue a la vez Alcalde electo de Madrid y Presidente de la Comunidad en funciones, algo insólito. 

Por no ser exhaustivo, diré que Aguirre había hecho un notable papel como concejal en varias áreas y fue mano derecha de uno de los alcaldes más eficaces de Madrid, Álvarez del Manzano. Después fue ministra de Educación con Aznar y planteó una reforma dirigida a aumentar las Humanidades en el currículo escolar, algo que, ahora que están en pleno retroceso con desaparición del Latín y la Filosofía en varios tramos, se echa mucho de menos. Al menos, yo. Fue tumbada su reforma porque el PP no contaba entonces con mayoría necesaria y los nacionalistas se opusieron. Después, en el segundo mandato de Aznar, sin ella ya en el Gobierno, el PP tampoco quiso volver a plantear ninguna reforma educativa de importancia. La Educación ha sido la gran defenestrada por el bipartidismo y ha sido usada como un arma en lugar de como una herramienta de futuro. Más tarde estuvo en el Senado y fue la primera presidenta del mismo. 

En fin... Que ya he confesado que la voté. Y que el panorama político en Madrid no ofrecía nada mejor y no tenía alternativa hasta que no apareció UPYD, allá por 2007. Que lo confiese no quiere decir que me arrepienta porque no lo hago. En las mismas circunstancias, volvería a hacer lo mismo. 

Sí, creo que debe dimitir. Que quizá debió hacerlo antes por su responsabilidad "in eligendo e in vigilando". Pero también estoy seguro de que será difícil que se vea sorprendida en alguna imputación personal, aparte de esa responsabilidad que señalo. Ni lo necesita ni, sinceramente, creo que fuera capaz de meter la mano en la caja. 

Pero también creo que, puestos a cargar las tintas, lo deberíamos hacer más contra nosotros mismos, los ciudadanos, que cuando tenemos alternativas mejores en todos los aspectos y más claramente transparentes, como UPYD, las condenamos al olvido y buscamos, igual los toros buscan las tablas, lo malo conocido.

Tenemos lo que nos merecemos y lo peor es que no paramos de quejarnos, que es lo mejor, a  veces lo único, que sabemos hacer todos.