A los cinéfilos, como a los
grandes lectores o a quienes les gusta la Historia, nos suena todo. Todo lo que
pasa nos recuerda a una película, una escena, una anécdota de rodaje o la vida
de algún artista. Y esto es lo que pasa ahora también.
Dentro de pocos días llevaremos
ya 55 días confinados y es inevitable acordarse de la película ‘55 días en Pekín’. Si, nada menos que en
Pekín, lo que es otro azar de la Historia.
La película se rodó en España en
1963, concretamente en Las Rozas, Madrid, y la dirigió Nicholas Ray (‘Rebelde sin Causa‘). Muestra un episodio
colonial del año 1900 en China, cuando los llamados “boxers”, nacionalistas
chinos, se rebelaron contra las ocupantes potencias extranjeras, la “Alianza de
las 8 naciones”. En ella se narra el asedio al que los diplomáticos de estos
países se vieron sometidos durante ese periodo de tiempo en el barrio de Pekín en
el que residían, hasta que fueron liberados con una expedición conjunta.
Como curiosidad, en la película
aparece España como uno de los países de esa ‘Alianza de las 8 naciones’, lo cual es falso pero era una concesión
necesaria al país en el que se rodaba y al régimen que teníamos por entonces. Sólo
los avatares del rodaje, que no finalizó el propio Ray, darían para varios
escritos.
Pues bien, hoy nos encontramos
confinados atacados por un virus procedente de China, retruécano del destino. Y
digo China a pesar de que un miembro del Gobierno dijo hace unos días “extremo
oriente” porque, como se sabe, China ha transmitido la instrucción de que no se
les criminalice en esta pandemia. Y nuestro gobierno es obediente con quien
quiere serlo. Los desplantes los deja para EEUU que, como bien se sabe, es de
los que deja dormir la venganza para servirla fría. Tan fría como fríos se
habrán quedado en Navantia por haber perdido el contrato del siglo: 10 fragatas
F-100 que ahora serán construidas por Italia en justo castigo por haber
retirado Pedro Sánchez el pasado año la fragata F 104, ‘Mendez Núñez”, del
grupo aeronaval del que formaba parte en el Golfo Pérsico.
Y, como Charlton Heston, Ava
Gardner y David Niven, nosotros llevamos ya 55 días peleando contra un enemigo
superior en número, al que no le importa sacrificarse por millones y que poco a
poco va minando nuestras defensas físicas y mentales.
También en este caso esperamos
ayuda exterior, ahora en forma de dinero procedente de la U.E., esa de la que
algunos abominan y que llaman despectivamente “unión de mercaderes” pero a la que,
a la hora de la verdad, no se les cae la cara de vergüenza en pedirle limosna.
Y hete aquí que tenemos al
Gobierno más caro de nuestra Historia, con más ministerios, Secretarías de
Estado y Direcciones Generales que nunca, prometiendo austeridad y buen
gobierno a quienes ya están escaldados con rescates anteriores, como el de
Grecia, por cierto. Es como si tu vecino de abajo, sí, ese que tiene un BMW en
la puerta, viaja al extranjero todos los años y viste como si viniera de
desfilar en una pasarela, te pidiera para comer.
Grecia, que, como bien sabe la
ministra Teresa Ribera, se encuentra al este de Europa, quizá por estar ‘de
facto’ gobernada desde hace años por los sucesores de la “troika”, ha hecho
mejor los deberes y se encuentra en cifras envidiables ante esta pandemia. ¡Ay,
la inefable Ribera! Fue la ministra que dijo que ‘el diesel tiene los días
contados’, haciendo bajar las ventas de ellos en toda España, pero ella tiene
dos coches movidos por ese combustible.
No llevamos 55 días encerrados,
no. Llevamos muchos más. Porque el mayor encierro que tenemos no es físico sino
mental. Hace años, décadas, que no salimos de nuestro entorno, que no miramos
alrededor, que nos movemos mejor entre eslóganes y pancartas que entre libros,
tratados o incluso buenas películas que nos enseñen algo.
En la sociedad de la información,
estamos menos informados que nunca. Tenemos tanto que aprender que nos cegamos,
lo filtramos todo según nuestro prisma y, en lugar de ser esponjas somos gafas
polarizadas: solo admitimos el conocimiento que estamos preparados para
soportar. Los hechos que no casan con nuestras creencias, los rechazamos
directamente.
Dicen que vivimos en una época con
falta de fe pero no es cierto. Ahora creemos mucho más que antes en milagros.
Creemos que el comunismo es bueno sin querer ver sus efectos a lo largo de la
Historia. Creemos que las promesas se van a cumplir sin ver que los mismos que
nos las hacen tienen un largo historial de incumplimientos. Creemos que ahora
sí lo van a hacer sólo porque nos lo queremos creer. Y creemos que “los otros”
son los malos sólo porque nos lo dicen “los nuestros”, sin absolutamente ningún
espíritu crítico. Ahora no se contrastan las noticias y las opiniones. Simplemente, se creen o no se creen. ¿Para qué vamos a comprobar si son ciertas,
si son veraces? ¿Nos gustan? ¿Nos quedan bien? ¿Nos hacen juego con lo que ya
tenemos? Pues ya está, no hay que buscar más. Me las quedo. Póngame 3 del mismo
color.
Y por eso, nuestros 55 días serán
muy largos. Ya lo están siendo pero nos queda lo peor. Pero lo peor de que haya
25.000 muertos no es que nos duela. Es que no nos duelen. Como personas, a
muchos sí nos sucede pero como sociedad, en absoluto lo estamos demostrando lo
más mínimo.
En la llamada Batalla de
Inglaterra, librada sobre el Canal de La Mancha y el Mar del Norte entre las
aviaciones británica y alemana entre julio y octubre de 1940, murieron más de
27.000 civiles británicos, además de las pérdidas militares de ambos bandos.
Había sido en mayo cuando Churchill pronunciara sus famosas palabras de "Sangre,
esfuerzo, lágrimas y sudor". Pues
bien, nosotros llevamos ya 25.000 muertos y el esfuerzo y el sudor lo ponen los
sanitarios y el resto del personal de primera línea; las lágrimas, las familias
de los fallecidos pero el Gobierno sólo pone excusas, pretextos, errores,
correcciones, improvisaciones y mentiras.
Este gobierno, cuyos partidos
organizaron una protesta insólita por la muerte de un perro cuando la crisis
del ébola, no tiene que hacer ningún esfuerzo por ocultar su dolor ahora. No lo
hace porque no le duele. Tiene toda su atención concentrada en salvar sus
muebles y para eso pasa por encima de todo.
Pasó por encima del responsable
de seguridad en el trabajo de la Policía, cesándolo en enero. Pasó por encima
de los informes, advertencias y recomendaciones de la UE y de la OMS en enero,
febrero y primeros de marzo. Pasó por encima del ejemplo de Italia, que a día 6
de marzo ya contaba 200 muertos y tenía confinadas a 16 millones de personas.
Caso omiso. El dia 8, 150.000 personas congregadas en Madrid. A pesar de ello,
le ha faltado tiempo al Gobierno para buscar culpables en la Comunidad de
Madrid, cuando debería ser la propia Comunidad la que se querellase con el
Gobierno por ponerla en peligro.
El Gobierno pasó, pasa y pasará
por encima de todo y de todos los que pueda, monarquía incluida, con tal de
sobrevivir. Los partidos en el Gobierno van a agitar todas sus banderas, tal y
como han hecho siempre, a modo de
muletas rojas, para pasarlas por delante de sus mansos votantes y ocultarles la
verdad.
Esas muletas son el machismo, la
igualdad, el heteropatriarcado, la monarquía, los ricos, los bancos, los empresarios, los propietarios
de viviendas, el cambio climático… O sea, justo lo que muchos están deseando
escuchar y lo único que pueden procesar sin que les explote la cabeza. Y nada
más. Fuera de eso, no hay programa.
Pero les auguro poco descanso. Ya
tiene trabajo los abogados del Gobierno ante la avalancha de querellas que les
están preparando.
Dentro de poco se cumplen 55 días
desde que estamos sitiados por un bicho que vino de Pekín con la diferencia de
que nadie va a venir en nuestra ayuda. Pero la mayor enfermedad ya la teníamos
aquí con nosotros. Unos la conocen como socialismo. Otros, como comunismo. No
es eso. Yo la llamo simplemente incultura y falta de criterio.