domingo, 31 de enero de 2021

¡ILLA, ILLA, ILLA…!

 Publicado en Minuto Crucial el 29/01/2021

¡Quién nos lo iba a decir a los madridistas! Como todo buen aficionado al fútbol sabe, en el Bernabéu se recuerda cada minuto 7 de los partidos al gran Juan Gómez al grito de “¡Illa, Illa, Illa, Juanito maravilla!”. Y ese grito enlaza las nuevas generaciones con las menos nuevas en una historia común de orgullo, raza, gestas y trofeos.

Ahora ese grito nos lo han expropiado desde Cataluña. Desde el Bajo Ebro al Valle de Arán y desde el Segriá al Alto Ampurdán, resuena el mismo clamor: ¡Illa, Illa, Illa, Salvador maravilla! Las bases del Partido Socialista de Cataluña, asociado con el PSOE, están entusiasmadas ante la llegada de Salvador, su salvador. No parecían suficientes las dotes para el baile de Miquel Iceta. Se necesitaba la capacidad de gestión, altura de miras y responsabilidad que ha demostrado Illa al frente de Sanidad. Así que Sánchez ha jugado un billar a tres bandas en el Gobierno.

Las encuestas parecen aplaudir esa decisión: los ciudadanos dicen que desean premiar la excelsa gestión de Illa al frente de Sanidad y auparlo hasta ese puesto, envidiado en toda España, que permite obtener un sueldo “Nescafé” de 100.000 € durante toda la vida. Illa no merece menos. Otros con menos muertos a sus espaldas lo han ostentado. De hecho, los 8.000 fusilados por Companys son moco de pavo ante los 80.000 muertos hasta hoy por COVID en España bajo el mandato de Illa. Si Companys merece calles y colegios, Illa deberá obtener avenidas, barrios, universidades y hasta que se funde una ciudad con su nombre.

Porque los méritos de Illa no son pocos y deseo detallar unos cuantos:

1.- Según el artículo 14 de la Ley de Salud Pública, corresponde al Ministerio de Sanidad la gestión de alertas sanitarias supra-autonómicas o que procedan de la UE o la OMS. Hay alertas ignoradas por él desde diciembre de 2019 hasta el mismo 8M de 2020 en una clarísima dejación de funciones que debería tener consecuencias judiciales.

2.- Illa declaró en febrero-2020 ante el resto de ministro de Sanidad de la UE que “tenemos suficientes equipos de emergencia frente al coronavirus”.

3.- No se hizo caso hasta el 8M ni de las noticias de China ni de las de Italia, aún más preocupantes por su cercanía. No se cerraron aeropuertos ni fronteras. Sólo se hizo meses más tarde.

4.- Se dejó a las residencias a su aire y a cada Comunidad Autónoma desasistida, de forma que todas iban como pollos sin cabeza. El resultado es la muerte de más de 30.000 ancianos en las mismas.

5.- En ese mismo artículo 14, la Ley de Salud Pública dice que el Gobierno debe velar por que los criterios de las Comunidades sean homogéneos y homologados. Y la mejor prueba de que ello no es así es la enorme diferencia hoy entre los criterios de unas Comunidades y otras para tomar medidas en virtud de un estado de alarma que es una dejación absoluta de funciones, un monumento a la irresponsabilidad de un gobierno homicida.

6.- Illa mantuvo siempre a Simón a pesar de haber fallado en sus previsiones de febrero, haber desaconsejado la mascarilla y, ahora, haber dicho que en España no sería importante la “cepa británica” cuando a la semana siguiente de esas declaraciones ya se prevé que ella sea la responsable del 40 % de los contagios.

7.- Se ha mentido desde siempre en el número de fallecidos y se ha ocultado expresamente toda información que resulte para ellos demasiado gráfica, con el resultado de que se potencia el llamado “negacionismo” cuando los primeros y más negacionistas siempre han estado en Moncloa.

8.-El día anterior al anuncio de su candidatura, mintió a la opinión pública y dijo que el candidato sería Iceta. En cualquier democracia normal, esas mentiras se pagan pero aquí…

Pues con este bagaje de muertes y mentiras en su cartera, Illa se va con la conciencia tranquila y sin remordimientos a capitanear Cataluña con una promesa que ya hizo Sánchez: “No pactaré con independentistas”. El resultado de lo que dijo Sánchez es de todos conocido y similar a lo que ocurrirá en Cataluña, con la diferencia de que es posible que Illa sea el vicepresidente de una Generalidad dirigida por Pere Aragonés. Y eso lo puede hacer sin enarcar siquiera una ceja.

Y la culpa no es suya. Ni siquiera es de su partido, de ninguno de sus cargos ni afiliados. A esos ya los vemos venir y tienen intereses propios en ganar. Muchos de sus sueldos dependen de ello.

La culpa real es del votante. De ese votante al que no le importa que le mientan, que le roben, que le maten a sus familiares y que, además, le digan que lo están haciendo mejor de lo que lo haría “la derechona”. Ese votante, mezcla de burro de carga y papagayo, es el que va a salvar a Salvador, el que va a auparlo a un lugar que ni merece ni está capacitado para ocupar.

Ese votante indocumentado, incapaz, fruto del fracaso escolar, adoctrinado, autoengañado, sin criterio alguno ni formación política, va a salvar de nuevo a Barrabás, como siempre ha sido desde hace 2.000 años.

 

NO ES PAÍS PARA NIÑOS.

 Publicado en Minuto Crucial el 28/01/20121

Nos extinguimos. Así, para empezar. Desde que estamos empeñados en luchar contra Darwin, en envejecer cada vez más, en contra de lo que nos tiene marcado la Naturaleza, en ayudar a hacerlo a personas que en el XIX no sobrevivirían o ni llegarían a nacer, nuestro fin está marcado. Cuanto más nos empeñamos en envejecer, paradójicamente, más pronto desapareceremos. Sólo falta poner fecha y hora. 

 

La sociedad occidental está embarcada en un proceso acelerado de autodestrucción. Y no será por la contaminación, el agujero de ozono o el cambio climático. No. Nuestra extinción se dará porque hemos renunciado a procrear, a perpetuarnos nosotros y a nuestros valores. 

 

Tener hijos, que es el instinto principal de todo ser vivo, no es el fin primordial de esta sociedad, a la vez adolescente y envejecida. Eso lo dejamos para después. ¿Después de qué? Pues después de tener un trabajo mejor, un coche mejor, una posición mejor, de haber “disfrutado de la vida” o  de haber viajado. Luego ya, si eso...

 

Todo ello, en caso de conseguirlo, se hace a una edad en la que ya los niños casi que estorban. No nos apetece apenas jugar con ellos, nos molestan sus cosas, no los entendemos, nos quitan el mando de la tele… O sea, que molestan. Así que, con uno o dos ya vamos bien servidos. Por no hablar de lo que gastan… 

 

Porque eso sí: para haber tenido tan pocos hijos, hemos construido una sociedad volcada por y para los adolescentes. Occidente es una extensión de Disneylandia. Tener un niño es tener una espita de dinero abierta día y noche porque hay miles de reclamos diarios que los tienen como diana y que convierte a un niño en un artículo de lujo.

 

Así que, por unas cosas o por otras, hemos decidido tener menos. En una envejecida Europa, España es la más anciana. Tenemos la tasa de natalidad (1,23 hijos por mujer) más baja del mundo occidental. Eso no cubre ni la “tasa de reposición”. Ha bajado un 30 % en 10 años y sigue en la misma línea. Pero esa es la media, porque, como todos sabéis, en España y el resto de Europa hay etnias y nacionalidades que superan con mucho esa tasa. Gente que no ve un problema el pensar quién mantendrá a sus hijos porque tienen muy claro quién lo hace. Lo tiene tan claro como ustedes y como yo. Tenemos un “alien” en nuestras entrañas presto para salir de nuestro estómago y devorarnos a todos mientras estamos viendo Netflix cómodamente y disfrutando de nuestro Matrix.

 

Está claro que hay más de una causa para no tener hijos. La de la comodidad me parece casi delincuencial pero no así otras. Entiendo perfectamente que haya gente que no se considere capacitada para tenerlos. Merecen mi aplauso y mi reconocimiento mucho más que los “alien” a los que me refería antes, cuyo instinto es expulsar hijos al mundo como las setas expulsan esporas.

 

Como muestra de lo que deberíamos hacer ya, en Alemania se otorga una ayuda por hijo de 200 €/mes hasta los 18 años. Y en Noruega se puede reducir la jornada laboral un 25 % hasta los 8. Eso, con ser mucho más que en España, sigue siendo insuficiente. 

 

Hace falta un Plan de fomento de Natalidad a trabajadores que incluya mayores permisos de maternidad, reducciones de jornada pagadas en parte por el Estado. Y tiene que incluir gastos de guarderías, libros de texto gratis, comedores escolares más subvencionados o planes obligatorios a partir de la edad escolar para inserción en el mercado laboral con trabajos comunitarios remunerados durante un tiempo si no decidieran seguir estudiando. Incluso viviendas sociales compartidas para jóvenes hasta que se puedan emancipar del todo. Y todo ello en medio de una reforma integral de la Educación.

 

Hay que fomentar como sea el nacimiento de hijos y subvencionar su crianza, educación e inserción laboral.

 

¿Cuál es la alternativa a no hacerlo? En España ya hay más perros censados que niños menores de 15 años. Porque la primera consecuencia de no tener hijos es la soledad. Y con ella vienen las “locas de los gatos” y demás subproductos.

 

Pero esto no es todo. Por no hubiese ofendido ya a los suficientes colectivos, voy a hacerlo con otro: creo que el número de hijos habidos debería ser un factor a tener en cuenta en el cálculo de las pensiones. Ya sé que me diréis que una persona sin hijos paga más impuestos. Pero es que tenemos un sistema de pensiones de reparto, o sea, el dinero que cobramos de la pensión no es el pagamos en su día sino el que pagan ahora los que trabajan. Si no tenemos hijos, las pensiones nos las pagarán los hijos de los demás, los que se sacrificaron para sacarlos adelante, renunciando en muchos casos a todo aquello a lo que no renuncian los que no los tienen.

 

Si no nos ponemos a ello ya mismo, creo que pronto conoceremos al Rómulo Augústulo de nuestra época.

Minority Report.

 Publicado en Minuto Crucial el 15/01/20121

Supongo que algunos recuerdan aquella película de Spielberg, con Tom Cruise de protagonista, de la que tomo el título para este artículo. En ella se puede ver que a veces, el “informe en minoría” tiene más validez de la que le da su condición.

Por ejemplo, los votos particulares de los magistrados en algunas sentencias son útiles de lo que parecen y, muchas veces, en ellos se basan recursos que prosperan en instancias superiores.

Somos animales gregarios y nos da miedo caminar en solitario o, ni tan siquiera, en minoría. Cuando un adolescente quiere salir del clan familiar no lo hace para autoafirmarse como individuo ni para adquirir una personalidad única, independiente y crítica. Lo hace a menudo para cambiar de clan. Salta del de la familia al de los amigos. Necesitamos ser admitidos en un grupo y nos da miedo ser ovejas negras.

Por eso, no hay más fácil de engañar que una multitud. Paradójicamente, cuando más grande es el público objetivo, más receptivo es a las mentiras. Se miente más y mejor a todo un país que a una parte de él.

Cuanto más acompañado está uno en la mentira, cuanta más gente la comparte y defiende, más difícil es reconocerla como tal. Ver que muchos otros piensan como nosotros nos reafirma en nuestras ideas, por extravagantes que sean. Abdicamos de la necesaria tarea de contrastar informaciones cuando vemos que miles de personas van en nuestra dirección. Pensamos que tanta gente no puede estar equivocada y tememos quedar en ridículo y solos. Si son conductores, alguna vez les habrá pasado que salen de un semáforo sólo porque lo hace el de delante, sin ver ustedes si ha cambiado a verde o no, ¿verdad?

 Los grandes manipuladores de la Historia se han aprovechado de los resortes psicológicos adecuados para mover a las masas en la dirección oportuna. Los que más éxito han tenido en ello son los que han conseguido que esas masas nunca reconozcan la manipulación, que jamás crean haber sido manipulados. El no va más se da cuando obtienen que la víctima, si llega a saber que lo es, encuentre justificación para ello o no lo admita jamás. Es de primero de Goebbles: “me han engañado pero lo han hecho por un motivo superior y apoyo la mentira”.

Si algo hay rescatable de Lenin es su teoría de la “minoría consciente”. No andaba muy desacertado con ello. Los grandes movimientos no los realizan los ciudadanos por sí solos. Del tumulto nunca emerge la lucidez. Es falso que haya “clamores” populares, o que eso sea determinante para la introducción de cambios importantes en la sociedad. Nunca fue así. Si esos incipientes caldos de cultivo no son catalizados, reformulados, manipulados y aprovechados por una minoría que se eleve sobre los demás, no prosperarán. El peligro de esas minorías conscientes es inventarse esos clamores, es elevar a la categoría de importante lo que sólo es importante para ellos. Y eso pasa casi siempre. El peligro es crear un problema donde lo había, que es justo lo que está pasando a menudo en la política actual.

Nunca me ha importado ir a contracorriente, como los salmones. Es algo a lo que uno se acostumbra fácilmente si tiene la personalidad suficiente. Y no sólo se acostumbra sino que, visto lo que hay, hasta se agradece. Es hasta regocijante comprobar muchas veces que clamas en el desierto. Como decía Groucho, “nunca pertenecería a un club que me admitiese como socio”. Pues es eso exactamente lo que me sucede.

En la publicidad, paradójicamente, se usa mucho lo contrario. Se pretende dar un plus aparente de importancia al hecho de pertenecer a una minoría. Se quiere dar un marchamo de calidad a ello. Bien sea para promocionar “La 2” o para comprar en “Media Mark”.  Alejarse del rebaño está bien visto en principio, pero es una trampa porque es sólo para llevarnos a otro rebaño distinto. Nunca para dejarnos que pensemos por nosotros mismos.

La gente se obstina en ir a favor de las mayorías y en creer que estar en el bando ganador es tener la razón. Y por eso, por ejemplo, los independentistas creen que si obtienen más del 50 % de los votos en Cataluña estarán más legitimados para declarar su independencia porque así demostrarán tener razón. Eso sería tanto como decir que los 17 MM de alemanes que votaron a Hitler en marzo de 1933 tenían más razón que los 7 MM que lo hicieron al SPD, el segundo más votado.

En el libro sobre Mercados Financieros de John J. Murphy se dice: “El principio de la Opinión Contraria sostiene que cuando la vasta mayoría de la gente está de acuerdo sobre algo, generalmente se equivoca. Un verdadero seguidor del principio contrario, por lo tanto, primero tratará de determinar lo que está haciendo la mayoría para, a continuación, actuar en la dirección opuesta”. Y esto, que suena a barbaridad, lo explica incluso matemáticamente de una forma tan abrumadora que no he podido por menos de sorprenderme y leerlo varias veces.

A mis 56 años, ésta es la mejor y más reconfortante justificación que he visto escrita sobre mi forma de ser y actuar hasta ahora. No habría sido yo capaz, por supuesto, de expresarlo y ni siquiera de razonarlo mejor. Porque este principio no es sólo válido para los mercados financieros sino que me atrevo a catalogarlo como universal.

Los líderes de hoy son capaces de llevar a la gente al abismo. A todos los abismos. Y hacerles creer que lo hacen por su bien.

Pensar que la mayoría tiene siempre la razón es algo peligroso. Incluso lo es pensar que la tiene casi siempre porque la realidad es que no la tiene casi nunca. Harán ustedes bien en correr siempre en dirección contraria a la mayoría.

 

 

 

 

lunes, 4 de enero de 2021

La sardana catalana.

Publicado en Minuto Crucial el 30/12/02020 


Escribo esto a las 18:30 del 30 de diciembre de este año bisiesto y maldito de 2020. Ya veremos si esto es importante o no.

 La sardana, ese baile típico regional de Cataluña, merece para mí el mismo respeto que el chotis, baile castizo de Madrid, mi ciudad natal, mi patria chica: todo. Y, además, tengo de ellos el mismo conocimiento, o sea, ninguno. Observo el baile, cualquier baile, entre la admiración distante y el bostezo. El Señor no me ha llamado por el camino de la danza ni de ningún otro arte escénico y hay alguna prueba videográfica de ello por ahí a pesar de mis esfuerzos por eliminarlas completamente dado que sólo sirven para el escarnio y el ridículo. 

 Mi relación con la danza se limita a ver hace 20 años el espectáculo de Rafael Amargo “El amor brujo”, que incluso llegó a parecerme a ratos entretenido cuando cualquier persona lo habría calificado de maravilloso o, incluso, excelso, según críticas de la época.

 Porque a la gente normal le suele gustar el baile. Y es algo que está muy de moda en Cataluña.

 Sin ir más lejos, el portavoz de Ciudadanos en el ayuntamiento de Tarragona, Rubén Viñuales, se marca uno y salta desde sus filas a las del PSC. Me pregunto cómo alguien que ha defendido las ideas de Ciudadanos puede, de pronto, pasar a un partido que defiende la inmersión lingüística, el indulto a los golpistas y el permanente diálogo/cesión con ERC, partido con el que, necesariamente tendría que gobernar si quisiera hacerlo. Eso no es un baile, es una colección de “entrechat seises” completa. El Bolshoi necesita también gente así.

 Pero hay más bailes en Cataluña. Por ejemplo, el que se ha marcado la senadora y diputada autonómica Lorena Roldán al aterrizar en las filas del PP. Este ha sido con zapateado incluido en la cara de Carlos Carrizosa e Inés Arrimadas en forma de críticas ácidas bien merecidas. Ambos se pasaron por el forro la elección en primarias por los afiliados de Roldán como candidata para los próximos comicios y le quitaron la silla en su carrera desesperada por ver si pueden bajar de ser la primera fuerza política de Cataluña a la quinta o sexta. Yo creo que llevan camino de conseguirlo.

 Roldán, al contrario que su ex-compañero de Tarragona, va a aterrizar a un partido que, al menos nominalmente, no está poseído por el sanchismo. Dicho esto con todas las cautelas porque hay dos culpables del auge del nacionalismo en España y estos son el PSOE y el PP, a partes iguales. Uno por complicidad y el otro por dejación de funciones. 

 Del PP actual, que da la espalda a personas como Cayetana Álvarez de Toledo, solo puedo esperar verlo cobardear, buscar las tablas y mendigar acuerdos ante el miedo de verse absorbido por VOX o de que les llamen “facha”, algo a lo que muchos estamos más que acostumbrados e incluso lo vamos pidiendo descaradamente y que a ellos se lo van a llamar siempre, hagan lo que hagan. Como nos lo llamaron a los de UPYD y se lo llaman, incluso ahora, al Ciudadanos de Arrimadas.

 No puedo esperar del PP heroicidades o, ni tan siquiera, tener los arrestos necesarios como para plantar cara ante la máquina propagandística del Gobierno. Pero al menos la posición de Roldán, suponiendo que abandone sus cargos públicos y no se convierta en tránsfuga, me parece mucho más coherente que la de Viñuales.

 Y para el final dejo el mejor baile, el de Illa e Iceta que, si no fueran políticos, serían una de las mejores parejas cómicas de los escenarios. Lo tienen todo: interpretan papeles con gran maestría, cantan milongas y bailan. ¿Qué más podemos pedir? Según el designio imperial de Pedro Sánchez, Illa le ha quitado la silla a Iceta que, gentilmente, se ha hecho a un lado para dejar que pase.

 Ahora, en Cataluña, han fichado al ministro de Sanidad del país de la Unión Europea con las peores cifras por COVID: tercero con más muertos por habitante por detrás de Italia y Bélgica, con más personal sanitario infectado (en junio ya había más sanitarios contagiados que en Francia e Italia juntos) o de donde más personal sanitario ha fallecido. Y este triunfador aspira nada menos que a presidir la Generalidad. Pues habrá que tomárselo con filosofía...

 Salvador Illa dijo hace mucho tiempo, o sea, ayer mismo, que el candidato en las próximas elecciones sería Iceta. Desde entonces, todo ha debido de cambiar mucho porque no se me ocurriría decir que Illa miente. ¿Acaso nos mintió cuando dijo en febrero a la Unión Europea que estábamos preparados contra una posible pandemia y teníamos todo el material necesario? ¿Acaso nos mintió cuando aseguró en junio, como su jefe, que habíamos vencido al virus? ¿Acaso nos miente con la cifra real de fallecidos? Pues eso…

 Y lo de Iceta es aún mejor. Imagine usted, querido lector, que está a punto de obtener un escaño que le posibilitaría en la mejor de las opciones encabezar un gobierno autonómico. Ese puesto, premiado con 120.000 € al año, le permitía disfrutar de un sueldo vitalicio de 100.000 €. ¿Qué tendrían que ofrecerle a usted para renunciar a eso? Pues me temo que lo vamos a ver en las próximas horas y no nos va a gustar nada.

 Pero yo sí lo entiendo. Yo, por un sacrificio así, la verdad es que estaría dispuesto a aprender a bailar tango con Pilar Rahola como pareja.



Los antibióticos ideológicos.

 Publicado en Minuto Crucial el 25/12/2020.

Los profesionales sanitarios llevan años advirtiéndonos: la ingesta exagerada de antibióticos produce la adaptación y mayor resistencia de las bacterias. Por tanto, dentro de unos años se prevé que las infecciones aumenten varias veces su mortalidad porque las bacterias se habrán hecho prácticamente inmunes. Ya existen lo que se llama “superbacterias”, que son las causantes de cada vez más muertes. El exceso de remedios es causante de enfermedades, por paradójico que esto parezca.

¿Y qué tiene esto que ver con las ideologías? Pues quizá nada, pero resulta que el Pisuerga pasa por Valladolid y esto es aprovechable para lo que voy a decir.

Las personas de bien somos feministas, entendido el feminismo como la legítima lucha que empezó en el s. XIX por la equiparación de los derechos de la mujer con los del hombre. Las personas de bien no somos racistas, entendido el racismo como el menosprecio de una raza sobre otra por el simple hecho de ser diferente. Y las personas de bien somos también defensoras de la libertad de elección de la vida sexual y afectiva por parte de todo el mundo.

Tres causas, la feminista, la antirracista y la homosexual que se han ideologizado manipulado y tergiversado hasta el punto de que no las conocerían ni sus primigenios defensores.

No veo a Clara Campoamor, Martin Luther King o los fundadores en Alemania del “Comité científico humanitario” (1897) reconociéndose en sus sucesores actuales.

Los tres justísimos y necesarios movimientos sociales han derivado en muletas de una ideología que los ha retorcido y pervertido hasta límites insospechados. Las tres causas se han convertido en patrimonio y pilares de una izquierda que se quedó sin referentes políticos tras la caída del Muro de Berlín en 1989.

Antes de esa fecha, estas tres causas no le preocupaban absolutamente nada a la izquierda. Veamos ejemplos:

El “Ché” Guevara era un reconocido homófobo, que fusilaba a homosexuales por serlo. Como lo era también Castro. Famosa fue la exclamación telefónica de este último a un periodista. “Mariconsón”, le llamó, despectivamente.

La socialista Victoria Kent dijo en 1931 «Es necesario que las mujeres que sentimos el fervor democrático, liberal y republicano pidamos que se aplace el voto de la mujer». Otros dirigentes de partidos republicanos por esa época sostenían que “el histerismo impide votar a las mujeres hasta la menopausia” (Hilario Ayuso, del Partido Republicano Federal) o que las monjas no deberían poder votar nunca (Eduardo Barriobero, del Partido Republicano Democrático Federal).

Y en cuanto al racismo, Heribert Barrera, de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), dijo cosas como: "Los negros de América tienen un coeficiente inferior a los blancos", "Se debería esterilizar a los débiles mentales de origen genético", "Prefiero una Cataluña como la de la República, sin inmigración", "Podemos haber superado la inmigración andaluza, pero no sé si podremos con la sudamericana y magrebí".

Tras la derrota de la URSS en 1989, la izquierda se quedó huérfana y decidió aferrarse a estas ideologías, de modo que las tenemos hasta en la sopa. Nos las inoculan en vena cada día, cada minuto, en cada noticia, en cada página del BOE y en cada “tuit”.

Así que algunos nos estamos volviendo “resistentes” a ellas. Bueno, no a ellas, sino a la manipulación que han hecho de ellas, que es algo que ellos no admiten ni admitirán nunca.

Estamos muy hartos de que todo tenga que estar hecho con “perspectiva de género”, sea “integrador” o “tolerante con las identidades sexuales”. Ya está bien, hombre, ya está bien…. Lo que consiguen es el hartazgo y que a algunos nos importe poco que nos llamen homófobos, racistas o machistas porque sabemos lo que en realidad somos y lo que no somos. Y lo que es mejor, sabemos lo que ellos son y han sido siempre: embusteros y manipuladores.

Algunos nos hemos hecho resistente a esos mensajes como nos hemos hecho a los antibióticos.  Caen en saco roto. Esas tres causas originales son las nuestras y lo han sido siempre. Lo que no es nuestra es la manipulación diaria que de ellas hace la izquierda traidora y mentirosa de ahora.

La ideología es la muerte del pensamiento crítico, de la libertad y de la igualdad de oportunidades. Es la manipulación de los torpes, de los débiles mentales y de los fracasados escolares. Es el empaquetamiento de ideas en píldoras de fácil digestión. La ideología es la venta de política a granel.

He llegado hasta el final del artículo y me doy cuenta de que no he citado a Pérez-Reverte, lo que sería un gran error. De modo que recordaré una de sus frases favoritas para mí: “No tengo ideología porque tengo biblioteca”.

LOS LEMMINGS DE UPYD.

Publicado en Minuto Crucial el 11/12/2020. 

“Millennials” y “centennials”, por favor, absteneos de seguir leyendo. No perdáis el tiempo, no vais a entender nada. De hecho, de normal no entendéis nada de lo que está pasando porque os falta, además de otras muchas cosas, perspectiva, así que esto no será una excepción. Dejadlo aquí y pasad a lo vuestro, que es estudiar para ser “influencers”...

Bien, pues escribiré para el resto de ciudadanos. Esas generaciones no saben qué cosa fueron los “Lemmings”, algo que sí sabemos los “boomers” porque nos salió el vello en tiempos de los routers de 14.400 bps, de proveedores de internet como Arrakis o de juegos para Spectrum como Sir Fred o Knight Lore. Por no hablar de que conocemos la Historia reciente no sólo porque la hayamos vivido sino porque en la EGB se aprendía todo más y mejor que ahora.

Los Lemmings fue un juego informático para diversas plataformas en el que los protagonistas, un conjunto más o menos grande de hombrecitos azules con el pelo verde, tenía tendencia al suicidio colectivo. Evitarlo total o parcialmente era el reto del jugador. En esa misión, casi siempre había que contar con que la inmolación de varios de ellos era necesaria para salvar al resto y el jugador tenía que elegir quién vive y quién muere consiguiendo salvar a un número determinado de ellos. Como diría Spock, "La necesidad de la mayoría pesa más que la necesidad de unos pocos".

Pues bien: los de UPYD hemos sido los lemmings magentas. Al menos, la mayor parte de nosotros. Intentamos el bien de la mayoría a costa del nuestro propio. Al menos, del de muchos de nosotros.

Abrir camino entre los Scila y Caribdis de la política española de 2007 no fue nada fácil. De hecho, rápidamente conseguimos enemigos a  más velocidad que amigos. Unos, como Iglesias, nos acosaban en la Complutense al original grito de “fascistas” y otros, como  Margallo, nos dijo que nos aplastarían “como a una nuez”, de forma literal. ¡Y qué decir del PSOE...! Habida cuenta del origen de Rosa Díez y de que no hay peor cuña que la de la misma madera, el odio africano desde las filas socialistas será eterno, aun después de desaparecidos. ¡Ah!, absténganse de criticar de racista la expresión “odio africano” hasta que hayan leído en Google de dónde proviene. Háganse ese favor a lo que quede de su inteligencia…

No voy a hacer una lista exhaustiva de los logros de UPYD para la política española. Ni tengo gana ni muchos se lo merecen tampoco. Sólo diré que la primera nómina de un diputado que se publicó fue la de Rosa Díez. Primero lo hizo la web del partido. Luego exigió al Congreso de los Diputados que hiciera lo mismo. Durante un tiempo, lo único que conseguimos fue que en la web del Congreso se pusiera un enlace a la página de UPYD. Meses después llegó oficialmente la “transparencia” y se empezaron a publicar las nóminas y declaraciones de bienes de todos los diputados. Eso lo consiguió un partido con una sola diputada en el Congreso. Pero una sola puede valer por 100. Como decía mi padre, hace más el que quiere que el que puede.

Repito, nada de relación de méritos. No tengo espacio ni tiempo ni ganas. UPYD ha sido un partido revolucionario en el sentido estricto de la palabra. Antes de UPYD no se hablaba de regeneración democrática, ni de transparencia, ni de despolitización de la Justicia, ni se luchaba por igual contra la corrupción, fuera del signo que fuera, ni se planteaba el fin de los aforamientos, ni la reforma electoral, ni la necesaria reforma del Título VIII de la Constitución para otorgar igualdad de derechos a todos los españoles…

La ruptura del bipartidismo por parte de UPYD no se hizo para polarizar la vida política sino todo lo contrario. Se hizo para centrarla, para acabar con la estúpida dicotomía entre izquierda y derecha, para buscar “lo que nos une”, que fue nuestro mejor eslogan desde 2008. Se hizo para mostrar que desde todas las posturas no extremas se puede remar en la misma dirección. Se hizo para construir.

 Cuando nosotros echamos abajo las compuertas del bipartidismo, ahí estaban dispuestos los populistas de todo signo y condición a entrar por una brecha que ellos no había roto. Es más, muchos de ellos, antes desde las filas del PP, el PSOE o IU ya habían contribuido a ese bipartidismo con todas sus fuerzas. Y, como siempre suele pasar en las revoluciones, los que vienen después entraron pisando sobre los cadáveres de quienes se alzaron primero. En este caso, sobre los nuestros.

Eso habría sido hasta bueno si quienes llegaron hubieran resultado mejores. Pero no fue así. Junto con los nacionalistas periféricos de siempre, lo que potenciaron los que vinieron después  (Podemos y el sanchismo-zapaterismo) es, precisamente, “lo que nos separa”. Ahondan en las peculiaridades, enarbolan las diferencias, premian las singularidades y riegan de dinero los privilegios de unos contra otros. Desde los “hechos diferenciales”, pasando por los “géneros”, hasta los territorios “históricos”. Como si la Historia también fuera patrimonio de unos y no de otros. Con cualquier diferencia hacemos ahora una causa descomunal. Pidiendo una falsa igualdad se fomenta la desigualdad, cuando no el odio y la destrucción. El adversario es ahora un enemigo.

A eso, añadamos la resurrección artificial del franquismo por parte de los podemitas  y ya tenemos el panorama lleno de trincheras. Porque tampoco el populismo de derechas es la solución cuando se invocan antiguallas morales y religiosas que no se siguen ya casi ni desde el Vaticano.

De los indignados del 15M hemos pasado a los ofendidos, que es igual o más rentable. Ahora los políticos crean “nichos de votos” fabricando ofendidos de todo signo y condición.

La situación hoy es un fiel reflejo de esas tertulias televisivas donde todo el mundo se grita sin escucharse, se insulta sin respetarse y donde suele llegar más lejos el mensaje más simple, falso y chabacano. Los ciudadanos están muy bien representados. Lo que nos une ya no importa a los votantes, si es que alguna vez les ha importado. Eso es la política en España.

Así que los lemmings que quedábamos ya nos hemos suicidado formalmente también.

Pero no canten victoria… Hay mucha gente que ha pasado por UPYD y que es activa y válida para la política española. Algunos están hace tiempo en otros partidos. Son de UPYD con otros carnets. Otros, en ninguno, pero siguen siendo referentes notorios de nuestros valores. Y los que nos hemos quedado a apagar la luz y cerrar la puerta pues tomaremos cada uno un camino ahora pero, sea el no el mismo, los fines que nos unieron a todos un día siguen presentes y, estemos donde estemos, seguiremos enarbolándolos.

UPYD llegó para quedarse y sus ideas, aunque de capa caída de momento, sobrevivirán a las siglas porque en algún momento las echarán de menos.

Eso sí: mientras todo esto continúe como va, desde mi cómodo sofá no podré por menos que esbozar de vez en cuando una sonrisa sardónica mientras muchas cosas se derrumban alrededor. Mucha gente llevará en el pecado la penitencia y no pidáis que lo sienta por ellos…