miércoles, 29 de septiembre de 2021

TODOS A LA CÁRCEL II

Publicado en Minuto Crucial el 24/09/2021

Estamos asistiendo al rodaje de la segunda parte de la película más berlanguiana de Berlanga. El maestro lo tendría hoy muy fácil para dirigirla. Sólo hay que ir al Congreso y gritar ¡acción!

Tenemos un gobierno con una extraña relación con las cárceles. Desea tipificar como delitos los de apoyar al bando ganador en la Guerra Civil, lanzar piropos por la calle o que los médicos se nieguen a abortar. A la vez, lo contrario: dejar de considerar delitos la quema de banderas españolas o los insultos al Rey. También hay en el Gobierno, y entre quienes lo apoyan, el deseo de ilegalizar partidos plenamente constitucionales sólo porque practican una oposición contundente, como la que casi nunca, con la excepción de UPYD y de unos pocos en el PP, han tenido en frente. De seguir así, dentro de poco será delito negar el cambio climático, llamar moros a los moros o defender el papel de España en el Descubrimiento de América.

Y por otro lado, y aquí está la paradoja, su continuidad depende también de las cárceles. Tiene ahora mismo al menos tres frentes carcelarios con grandes posibilidades de dinamitarlo hasta los cimientos: una ministra investigada por traer ilegalmente a un terrorista saharaui, un bolivariano pendiente de extradición que sabe mucho de la financiación de Podemos y, para colmo, a Puigdemont en Cerdeña, que es como una bomba colocada bajo la mesa de “negociación” con el Gobierno de la Generalidad, como aquella que colocara Claus von Stauffenberg bajo la mesa  de Hitler en la Operación Valkiria.

El gobierno más indigno de la Historia reciente de España, dirigido por el mismo partido de Filesa, GAL, Roldán, ERES, Faffe…  ahora depende más de la Justicia que de los votos. Mejor dicho, de que NO haya justicia. Así se entiende mucho mejor el deseo irrefrenable de los partidos en el Gobierno por controlarla. Y el de los medios de comunicación subvencionados y la asociación de “Jueces contra la Democracia” para poner a los suyos al mando.

Si estos tres frentes, y alguno más, se le ponen cuesta arriba, es más que probable que tengamos elecciones la próxima primavera. No podemos tener impunemente un Gobierno que introduce ilegalmente a terroristas en España o recibe financiación ilegal de Venezuela o Ecuador. Y lo de Puigdemont podría ser, probablemente, un obstáculo tanto para la pretendida mesa de negociación (rendición, más bien) como para la elaboración de los presupuestos. Con Puigdemont en Estremera y las hordas lazis quemando la calle un día tras otro, a ver qué partido nacionalista va a ser el guapo de prestar su voto a Sánchez para los presupuestos. Ni catalán, ni vasco, ni valenciano ni gallego. Y los necesita a todos.

Así que, como de costumbre, tenemos que confiar más en la Justicia que en los electores para desalojar al bellaco de la poltrona monclovita. Si por sus electores fuera, España se dividiría en las ocho naciones que ha contado Iceta, con sus ocho empresas públicas de energía, ocho ministras de igual-dá, ocho selecciones de fútbol y ocho presidentes con pensión permanente revisable al alza, como Sánchez y Aragonés. Por cierto, esa pensión vitalicia bien vale una reverencia a la bandera regional catalana mientras se quema impunemente la española todos los días en Cataluña.


LA MESA DEL MONÓLOGO.

 Publicado en Minuto Crucial el 17/9/2021


Ya hemos tenido la primera sesión de esa mesa tan deseada por el nacionalismo, la de la postración del Estado ante los independentistas catalanes. Su sola celebración ya supone un triunfo para ellos, como así se han encargado de repetir engolados hasta el cansancio. Y lo es porque esa negociación da carta de naturaleza al “conflicto”, esa palabra ya usada por los etarras para definir lo que no era más que su lucha terrorista contra la democracia. El mismo pretendido conflicto entre Cataluña y España que, en realidad, es una declaración de guerra permanente entre una mitad de Cataluña a la otra mitad y al resto de españoles. Esa mesa es como la Rendición de Breda pero al revés: España postrada ante sus enemigos.

El nacionalismo es un pozo sin fondo y ninguna negociación, cesión, componenda o arreglo temporal logrará apartarlo de su último fin que es la independencia. Pero no hablo sólo del catalán. Hablo también del resto de movimientos periféricos y centrífugos que van desde el BNG a Compromís pasando por el PNV. Todos ellos apoyado por personajes socialistas tan nefastos y antiespañoles como Francina Armengol, María Chivite o Ximo Puig, que asientan su poder local en el apoyo del nazionalismo excluyente y en el comunismo de las franquicias de Podemos.

El siniestro Iceta, el que ha contado las naciones que hay en España y al que le salen nada menos que ocho, ha comparado este proceso con las negociaciones tras la guerra del Vietnam. Sin reírse nada. Pues no, ahí le ha debido bailar el año. La comparación correcta debe ser con los pactos de Munich de 1938, en los que Francia e Inglaterra entregaron lo que no era suyo, Checoslovaquia, a Hitler para intentar contentarle. Aquí pasa igual: Sánchez amaga con querer entregar lo que no es suyo, la soberanía nacional, a los golpistas catalanes para ver si se aplacan. Y no, no se aplacarán con nada que no sea el reconocimiento de lo que no fueron nunca, una nación, y la independencia, algo que tampoco tuvo Cataluña jamás.

Así que no hay que equivocarse. Esto no es un asunto de buenas intenciones traicionadas. El fondo aquí es que, como en la mesa de la última cena de Jesucristo, todos deberían sentarse en el mismo lado. Todos en la mesa comparten la idea de que los españoles hemos de ceder cosas fundamentales para que los nazionalistas no echen de nuevo, como decía mi padre, el carro por el pedregal. Que será inútil el intento porque terminarán echándolo.

Sánchez es seguramente más listo que los independentistas y también los venderá a ellos. A pesar de estar ideológicamente de acuerdo, como lo expresa su definición de España como “plurinacional”, está haciendo todo este paripé para  alargar la legislatura lo más posible y recoger los frutos electorales de una previsible recuperación económica mundial. Y después, a pocos meses para que finalice, romperá ofendidísimo la mesa y se declarará lo que no es, un patriota español, para intentar recoger de nuevo el voto del centro izquierda, tradicionalmente aborregado, que se hinchará de decirnos “¿Lo veis? ¿Veis como no es un vendido antipatriota?”. Pues no, no lo vemos. Y no lo vemos porque sí lo es. Es un traidor de tomo y lomo que vendería hasta a su señora madre con tal de mantenerse un día más en el cargo, cosa que no es nada previsible a partir de que acabe la legislatura, día en el que Sánchez pasará, como expresidente, a disfrutar de un sueldo vitalicio y una prebendas que jamás mereció.

A la hora de escribir esto, el CIS de Tezanos, con el desahogo que le caracteriza, se atreve a pronosticar un aumento de votos para el PSOE y una disminución para el PP. Eso, con el mismo desparpajo con el que nos amenazó en abril con una victoria de la izquierda en las elecciones del 4 de mayo en Madrid. Ni Rapel, Aramís Fuster o la bruja Lola juntos tienen tanta desvergüenza. No tienen en cuenta en absoluto la cantidad de españoles de bien que, desde todos los rincones de España, están cada día más asqueados de ese grupo de indeseables que está a los mandos.

En resumen, en esa amplia mesa no estará Cristo pero todos serán Judas. El vino será la sangre de los españoles que la derramaron por la unidad y permanencia de España, nuestros derechos y tradiciones y el pan será nuestra carne lacerada por las mentiras y los insultos de todos ellos. Eso, mientras se lo consintamos, claro.

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 15 de septiembre de 2021

La quinta columna de Occidente.

 Publicado en Minuto Crucial el 8/9/2021

 

Algunos se sorprenderán con la rapidez de la caída del ejército afgano a manos de los talibanes. Pues no hay motivos para la sorpresa si se tiene un poco de conocimiento. No tenían lo que más hace falta tener a un ejército: la motivación. Está bien lo de armarlos y entrenarlos pero la motivación no se puede insuflar como el aire a un globo. En frente tenían a una panda de no más 70.000 milicianos que se transportan en moto y no tienen armamento pesado pero sí una voluntad de hierro y la creencia de sentirse superiores, que es el arma definitiva.

Occidente se ha gastado miles de millones en armamento y formación pero ese arma no se la podía dar porque ni siquiera nosotros la tenemos ya. Ahora ese ejército, con ese armamento y formación, está en manos de los talibanes y engrosan sus filas. O sea, hemos alimentado a nuestros enemigos.

Y es que vamos por el mundo cohibidos, permitiendo que Rusia invada Crimea, que petimetres como López Obrador o Castillo nos insulten, que Al Assad encuentre en Putin el aliado ideal, que China esté copando el comercio mundial y los recursos naturales de América y África, que en el África Negra esté creándose otro “estado islámico”…

Estamos a merced de los fantasmas ajenos porque estamos llenos de propios: Vietnam no se perdió en las selvas del sureste asiático sino en las manifestaciones frente a la Casa Blanca; lo de Yugoeslavia sólo fue posible a causa de la división y reticencias europeas y no se arregló  hasta que EEUU intervino; el golpe definitivo al ISIS lo tuvo que dar Putin; Libia es un estado fallido porque se derribó un régimen pero no se construyó otro; Irán pronto será una potencia nuclear; Irak quizá no acabe como Afganistán porque tiene petróleo pero es posible que Occidente tenga que volver allí… En definitiva, Occidente está a la defensiva desde Corea, en 1953.

¿Y por qué? Porque tenemos unas generaciones anestesiadas, que no han vivido en sus carnes los horrores de ninguna dictadura, que creen que todo se soluciona cantando “Imagine”, poniendo dibujitos y velas y con pancartas del “no a la guerra”. Cada pancarta de esas en una señal a los enemigos de que esto se desmorona, es una sonrisa de un barbudo con turbante. Occidente es poco menos que un cascarón vacío, corroído por las termitas rojiverdes, dependiente de sus enemigos en materias primas y energía, con miedo. Sí, con miedo.

Bueno, no todos tienen miedo. Los que no tienen miedo, Mohamed o Yussuf, viven en Bruselas, Barcelona, Oslo, Londres, Berlín o Ceuta. En este último lugar tienen representación en su parlamento y desde allí trabajan para oscuros intereses. Esos no tienen ningún miedo porque saben que el futuro es suyo. Están trabajando día a día para preparar la caída de Occidente. Son nuestro “ejército afgano”, los primeros que ayudarán desde dentro cuando los del alfanje se planten en nuestras fronteras, como en el 711. Y entonces será el fin de las políticas inclusivas, de las leyes LGTBI, de las jornadas de 35 horas, de las “transiciones ecológicas”, de la agenda 2030, de los semáforos con falda y las matemáticas con perspectiva de género. Ya no habrá “observatorios” para la defensa de los derechos de la mujer.

El reto de Occidente no es tecnológico, económico ni militar. Sólo la OTAN tiene 3,7 millones de soldados. Una décima parte de ellos, con toda la tecnología disponible, bastaría para acabar con las milicias talibanes en menos de 6 meses. Y cuantos más soldados, más material y menos tiempo, más barato saldría. El coste viene dado siempre, sobre todo, por el tiempo de intervención.

 Pero los rojiverdes, organizados en asociaciones, fundaciones y partidos, saldrían a la calle como salieron con la guerra de Irak y los políticos mediocres temerían perder sus puestos. Porque siempre habrá un Zapatero al acecho, como hubo un Chamberlain o un Petain, dispuesto a pactar con el enemigo y a aliarse con las otras “civilizaciones”.

No estamos dispuestos a ver volver a nuestros soldados en ataúdes porque no creemos que haya que defender la libertad. Pensamos que la libertad se defiende y se impone sola gracias a su superioridad moral. Pero los afganos, sobre todos las afganas, se empeñan en decirnos que no es así, que hay que luchar y morir por la libertad, como se ha hecho cientos de veces a lo largo de la Historia.

Es hora de hacer valer la superioridad ética y moral de Occidente. Y su fuerza para imponerla. Es hora de políticos valientes que sepan, como supo Roosevelt en 1944, que mandando a soldados a morir a Normandía, a 6000 km. de sus casas, estaban defendiendo la libertad de EEUU y de Occidente. Y que todo ese sacrificio valdría la pena. Por cierto, gracias a ese sacrificio inmenso, que nunca agradeceremos lo bastante, hay aún democracia en Europa. Debemos apoyar a cualquier político como ellos y denostar con todas nuestras fuerzas a los equidistantes, moderados, dialogantes y serviles. O sea, a rojos, verdes y nazionalistas varios.

Donde haya un pañuelo en la cabeza no habrá libertad. Habrá un quintacolumnista dispuesto, como en Troya, a salir del caballo de madera por la noche para acuchillarnos a todos.  Y si lo empezamos a tenerlo claro, quizá aún estemos a tiempo de salvar a nuestros hijos de vivir en un califato.

 

 

La silla eléctrica europea.

Publicado el 30/7/2021 en Minuto Crucial

 

Que a Europa le hace falta mucha energía no sólo es una metáfora aplicable en otros sentidos, es que le hace falta de verdad. Europa es un gigante con pies de barro por culpa de su dependencia energética. Mucho se puede escribir sobre esto pero aquí me ceñiré hoy a los trazos más gruesos.

Las reservas petrolíferas del mar del Norte son muy importantes pero no tienen la capacidad de abastecer a toda Europa. Noruega, depende de los años, rara vez se encuentra entre los 10 primeros exportadores del mundo. En cuanto a España, Noruega es nuestro noveno vendedor, muy por detrás de México, Nigeria, Arabia Saudí, Libia, Irán… Incluso a Brasil le compramos más petróleo.

En gas, también Noruega se encuentra el puesto 16 en reservas, muy lejos de nuestros principales abastecedores que son Rusia y Argelia. En este asunto, la deriva alemana de apostar por más gas ruso y menos nucleares es muy escandalosa. El ex canciller alemán Schröder es el principal valedor de la gasista rusa que construye el nuevo gasoducto Nord Stream 2 que, a regañadientes, ha aceptado Estados Unidos contra el criterio de Ucrania en un asunto geopolítico muy complicado y que demuestra la debilidad europea. Además, hoy el gas bate marcas de precios no vistas desde 2018 y, antes de eso, en 2013. Y nada parece que pueda ahora pararlo, por lo que es fácil que supere ambas marcas antes de fin de año.

En resumen, en combustibles fósiles somos poco más o menos como Japón, dependientes totalmente del extranjero. Así se entiende mucho más que la política exterior europea parezca tan errática, indecisa, complaciente y a veces, inexistente en cuanto a defender derechos en otros países se refiere.

Y en cuanto a electricidad, en lo que quiero centrarme aquí, la historia actual está en la misma fase que en la del gas: la de dispararse a los pies. Algunos países, como Finlandia, Holanda o los países del este, apuestan por lo nuclear, liderados por Francia.  Pero Alemania, como decía, quiere acabar con las nucleares sin un plan claro de sustitución. Como me recuerda mi amigo, el profesor, escritor y también conocedor de esta materia Eduardo Dávila Monroy, eso sucede mientras el 25 % de su energía la produce aún a base de carbón, el combustible fósil más contaminante, debido a los muchos intereses económicos y laborales. Incluso los verdes alemanes reconocen que es imposible acabar con eso en un futuro próximo.

Suiza, que tenía 6 reactores, ha cerrado uno y va a cerrar todos lo antes posible. También los verdes suizos han dicho que no tienen sustitución a ese 40 % de electricidad de origen nuclear y que la única alternativa por ahora es la importación. Austria y Bélgica, junto con España, acompañan con fuerza a este grupo de negacionistas de lo nuclear.

Hay que recordar algunas obviedades. Por un lado, la energía nuclear no produce un solo gramo de C02. Desde luego, es mucho más respetuosa con el medio ambiente que la hidroeléctrica, por ejemplo, que se basa en la transformación radical de vastas extensiones de terreno así como en la modificación del cauce y ecosistemas de los ríos.  También en eso supera a la solar o la eólica. Y el problema con los residuos es prácticamente nulo. Todas las centrales españolas lo llevan almacenando en sus propias instalaciones desde hace décadas. Sólo hace poco surgió la necesidad de un almacén externo y bastaría con uno o dos en toda España para cubrir sus necesidades durante siglos.

Además, esta energía no nos hace tan dependientes, ni mucho menos. España cubre sus necesidades importando 1/3 de Canadá y Australia, que concentran las mayores reservas del mundo; 1/3 de diversos países africanos y el resto, de miembros de la antigua URSS. También tenemos reservas de uranio pero su dificultad de explotación no las hace hoy rentables, como lo han sido hasta hace poco.

En Europa, la producción nuclear está liderada por Francia, con más de 40 reactores que abastecen el 77 % de sus necesidades y le da para exportar a todos sus vecinos, incluida España.  La producción de nuestros 7 reactores es un 22 % de nuestro consumo y nos vemos obligados a importar, como digo, de nuestro vecino del norte pero también de Marruecos, que aún hoy está poniendo en servicio centrales de carbón, en desuso ya en Europa.

Si miramos un mapa del coste en CO2 de la producción eléctrica, nos daremos cuenta del ridículo que suponen estas políticas.  Resumiendo, los “verdes” europeos están destruyendo la opción más respetuosa con el planeta a favor de que se aumenten las emisiones de CO2, que muchas veces se trasladan a otros países. Lo que se llamaría un suicidio disfrazado de ecologismo ideológico. El paradigma de las contradicciones dentro de España se da en Valencia, donde Compromis pide el cierre de Cofrentes, la central nuclear más potente de España y que puede abastecer por sí sola a toda la demanda doméstica de la Comunidad, a la vez que se opone a la construcción de un “huerto solar en Buñol para no dañar no sé qué ecosistema.

Y en este cuadro de trazos gruesos, hay que hacer un capítulo aparte para el vehículo eléctrico.  A mi juicio, supone el engaño y autoengaño más fastuoso al que hemos sido sometidos desde el lanzamiento del Actimel. Para empezar, el coche eléctrico es hoy sólo para ricos. Además de su mayor precio, quien tiene un vehículo eléctrico tiene otro con petróleo si quiere recorrer más de 400 kilómetros sin quedarse tirado.

Y el problema de su autonomía es irresoluble incluso a largo plazo. Se necesitarían decenas de millones de puntos de recarga por las calles para intentar solucionarlo sólo a medias. En los edificios de viviendas eso es muy difícil de arreglar, cuando no imposible. Claro que hay datos que apuntan a por qué en Bruselas piden ellos eso: mientras en Europa el 46 % de la población vive en pisos, en España es el 64 %. Hay países, como Irlanda, en los que el 93 % lo hace en vivienda unifamiliar, con lo que lo tendría mejor que nosotros.

Y como ya hemos visto de dónde y cómo se genera la energía eléctrica, resulta que esos coches no son tan “verdes” como se piensa. Obviando que es una energía ineficiente porque se pierde una enorme cantidad en su traslado, cosa que no sucede con el petróleo, lo único que se consigue es cambiar de lugar la contaminación. Se saca de la ciudad pero se produce, y con creces, en otros lugares.

Y no me quedo sin citar los problemas de las baterías que son varios: sus contaminantes procesos productivos; poca duración y dificultad de reciclaje; peso añadido y, además, la dependencia de nuevo que tendremos de sus componentes. Por ejemplo, la principal reserva mundial de cobalto es la dictadura de la República Democrática del Congo. Por todo eso, prohibir de golpe los coches movidos con derivados del petróleo es un suicidio.

Con esta situación, mi apuesta es firme por la nuclearización europea para lo que hay que dar, una vez más, la batalla cultural a la izquierda rojiverde que tanto daño está haciendo. Asociar lo nuclear con la contaminación fue un triunfo de Greenpeace y resto de organizaciones subvencionadas que tenemos que revertir.

En España es urgente la construcción de al menos 10 centrales nucleares de forma inmediata, habida cuenta de la antigüedad de las existentes y del larguísimo proceso de puesta en marcha que tienen, derivado de sus muchas medidas de seguridad. Mediada su construcción, en unos 5 años aproximadamente, deberían empezarse otra cantidad similar. Y sólo hablo del medio plazo. El horizonte deseable sería el que actualmente tiene Francia.

La apuesta del gobierno de Sánchez por las renovables en exclusiva es un error porque conllevan un enorme coste sólo amortizable en el larguísimo plazo y con una necesaria mejora de la tecnología actual. Mientras, debemos decidir si queremos pagar la electricidad mucho más cara si optamos por ese modelo y estar a expensas de si hay o no viento y sol, con las variaciones de precio constantes que eso supone.

Ante el nuevo crecimiento del poder chino, Europa necesita independencia energética para tener mayor autonomía e influencia en el mundo, como la tiene Estados Unidos. Si no, seguiremos obligados a depender de quienes han sido, son y serán siempre nuestros enemigos, bien sea el mundo árabe o los rusos, por lo que nuestra soberanía se encuentra disminuida, tanto en el plano europeo como en el español. Estamos a punto de condenarnos a nosotros mismos a la silla eléctrica si no cambiamos de rumbo de forma radical.