domingo, 19 de enero de 2014

EL NUEVO COORDINADOR

Pepe. Mi profe de Música en 1º de BUP se llamaba Pepe. El BUP (nota para logseros) se empezaba a estudiar con 14 años y, en mi caso, eso fue en 1978, pleno post-franquismo.

Pepe era un tipo peculiar. Rojo, rojísimo. Y estaba en el instituto adecuado, en el barrio adecuado de la ciudad adecuada y la época más adecuada para ser joven y rojo. Pepe no tenía más de 30 años. Era un tipo tranquilo, paciente, con pinta bohemia, siempre con jerseys amplios de lana gruesa y a veces con bufanda. En Madrid, en invierno, hace mucho frío.

Pepe me enseñó a amar la Música, con mayúsculas. Llegaba a clase con sus LP's y nos abría el alma. En medio de un aula en la que abundaban los símbolos anarcos y las pegatinas de KISS, llegaba Pepe con sus discos de música medieval española (en castellano antiguo), clásica o directamente canto gregoriano y creíamos estar en el cielo. Y nos encontrábamos de pronto entonando  una cantiga "Da que Deus mamou o leite do seu peito..." sin el menor rubor. Para ser tan rojo, adoraba la música religiosa y defendía el papel de la Iglesia en la educación y la preservación de la cultura occidental.

Los días que llevaba una vihuela o una zanfona, había fiesta.

Pepe era genial. Un día se presentó sin discos y sin instrumentos, sólo con su maletín. Sacó de él un enorme póster que desdobló con cuidado y lo pegó a la pizarra: creo que era una foto de la Filarmónica de Berlín, y supongo que con Karajan al frente.

Se paseó tranquilamente entre las mesas y nos hizo una pregunta: "¿Qué instrumento de la orquesta creéis que es el que más suena?"

Sospechábamos (14 años, quién los tuviera de nuevo) que había truco. Así que la discusión entre nosotros versó sobre si "más" significaba más tiempo o más fuerte. El no contestó a ninguna pregunta. "Vosotros veréis", dijo. Entre nosotros, votamos en conciencia. Unos se inclinaron por los más utilizados (violín, piano...) y otros por los más potentes (tuba, timbales...). Ganaron estos últimos por poco margen. Cuando se proclamó el resultado volvió el guirigay entre nosotros: estáis equivocados, vosotros si que no os enteráis de nada, .... Pepe, muy tranquilo, sacó la batuta del maletín (la usaba todos los días que nos hacía cantar) y con tres o cuatro pequeños golpes en la mesa llamó nuestra atención, como siempre

-Chicos, estás todos equivocados.

Se volvió hacia el póster y con la batuta señaló... la batuta de Karajan.

-La batuta, chicos. Este pequeño palo de madera, colocado en las manos correctas, es el instrumento que más suena de todos. Y el que mejor. Hace sonar a los demás, y, como veis, también hace callar cuando es preciso. Y todo ello con la mayor discreción, haciendo poco ruido. Ninguno de esos instrumentos sería apenas nada por sí sólo sin este pequeño trozo de palo que, por otro lado, no olvidéis tampoco que sería inútil en solitario. 

Desde entonces, Pepe dejó de ser mi profesor de Música para ser uno de mis maestros preferidos, uno de la lista de los 4 ó 5 que más ayudaron a formarme como persona.

Dentro de poco tendremos la oportunidad de elegir a nuestra nueva dirección en UPyD Comunidad Valenciana. El nuevo Coordinador deberá hacer gala de las virtudes de un director de orquesta. Somos más de 1.000 músicos con una partitura que no todos comparten siempre y, aun compartiéndola, no todos interpretan de la misma forma. El mérito del nuevo director debe ser que la inmensa mayoría de nosotros colaboremos para que el ruido de paso a la música.

En esta nueva etapa no solo los nuevos dirigentes tendrán que demostrar que lo saben hacer mejor. Los demás músicos también tenemos que cambiar lo que sea necesario para que las cosas no discurran por los mismos cauces. Tenemos que estar a la altura y aprovechar la nueva oportunidad para cambiar nosotros también. Estaría bien recoger las piedras de las murallas que se han levantado durante 4 años y hacer con ellas caminos y puentes. Sería triste que cambiaran las personas pero no la situación. Y conseguir que eso no pase es tarea de todos.

También hay que recordar que, en la música, el silencio es tan importante como los sonidos.

He aquí una lista de las capacidades que, a mi juicio, ha de tener un nuevo director de orquesta, sin pretensiones de ser exhaustiva.

-saber algo de casi todos los instrumentos sin pretender ser el que más sabe de casi ninguno.

-no tener miedo a rodearse, confiar y potenciar a personas mejores que él. Su vida así será más sencilla y nos la hará más fácil a los demás.

-tener en cuenta también a quienes no sean tan buenos porque, aun no siéndolo, habrá muchas veces que hagan cosas bien. A veces se necesita a un músico durante toda la obra sólo para que tocar los timbales al final. Ese pequeño papel es tan importante como el del resto y así ha de sentirse él. Es necesario saber qué puede dar cada uno de sí para asignarle el papel adecuado y hacerle ver la importancia del mismo. No todos pueden ser primer violín.

-tener oído atento para escuchar a todos y darles paso cuando lo merezcan. Aunque eso implique bajar mucho del atril. No es bueno estar siempre arriba. Aunque hay mejor vista, de vez en cuando hay que hablar con los músicos, y no sólo decirles lo que tienen que hacer.

-fomentar la participación, formar y organizar. Si se consigue que ensayen mucho por separado y por grupos, con unas pautas comunes y unos objetivos medibles y alcanzables, será más fácil que en la orquesta se responsabilicen y todo funcione. Antes de participar en una gran sinfonía, hay que pasar por obras menores.

-ser capaz de bajar el volumen a quienes desafinen y tener la infinita paciencia para mostrarles la partitura una y otra vez. O escribir notas exclusivamente para ellos siempre que engarcen con el resto. O, en último extremo, tener la autoridad de hacerles callar cuando no sean recuperables para la orquesta. Esa autoridad también hay que ganarla dejando de lado personalismos. Y si alguien se empeña en desafinar, mejor que le escuchen sólo sus vecinos.

-no olvidarse (ni el, ni nosotros) que la imagen que desde fuera tendrán de la orquesta será la del peor de sus músicos.

-dedicar tiempo, tiempo, tiempo y más tiempo a mejorar.

-Y, sobre todo, no pensar jamás que la orquesta no funcionaría sin él. Es el primer paso al endiosamiento. Como decía un compañero de trabajo, el cementerio está lleno de gente imprescincible.

Con nueva dirección y nuevas energías, tenemos una muy buena oportunidad para agruparnos más y crecer mejor. Ahí fuera, la situación cambia. Sabemos que hay quien pretende ir por atajos peligrosos.

Nosotros debemos aprovechar la oportunidad, no para crecer como un globo, sino para asentar unas raíces que nos permitan dar mejores frutos. Debemos ser olivos o encinas, no estériles eucaliptos.