Publicado en Minuto Crucial el 25/06/2021
Dejó escrito Pérez-Reverte en 1996 acerca de los nazionalismos (yo lo escribo con z porque me da la gana y porque sé de lo que hablo) que a él le tendrían que explicar la importancia esa de “ser de aquí o de allá”. Que él de joven se zambullía en las aguas de Cartagena y sacaba ánforas que llevaban allí veinte siglos, que eso sí que es un hecho diferencial. Y yo añado que eso es un hecho diferencial de tres pares de cojones y no lo de llevar barretina, hacer de cortar troncos un deporte o nombrar la paella un “bien de interés cultural”.
Los auténticos hechos
diferenciales de los nazionalismos son la insolidaridad, el egoísmo, el
desprecio por los demás y la tiranía. Como dijo en una entrevista el siniestro
José Montilla, uno de los culpables de la situación actual y hoy consejero de
Enagás a razón de 120.000 € al año, “…la solución es que el dinero de los
catalanes se quede en Cataluña”. No se puede explicar mejor. Es un ataque de
sinceridad que muchos agradecemos.
Eso es lo que dicen también los
ultraliberales: que cada uno deje de pagar impuestos, se quede con los suyo y
lo administre lo mejor que sepa. Y a quien Dios se la dé, San Pedro se la
bendiga.
Lo que de verdad quieren siempre los nazionalistas es quedarse con lo
suyo y, si pueden, con lo de los demás. Pero el trapo que agitan rara vez
es el del dinero. De ese hablan pero poco y casi en privado. En público hablan
de afrentas históricas, de lengua, de costumbres… Elevan a categoría de
nacional lo que no deja de ser folklore patrio, del que hay por todas partes de
España. Y más, habida cuenta de nuestros orígenes históricos como cruce de
caminos de pueblos de todas partes.
Los que dicen que la nación
española no existe o, como mucho, lo hace desde los Borbones, aparte de ignorar
nuestra Historia, también obvian que en Historia a veces incluso 200 años es
tiempo suficiente para crear naciones. Alemania
o Italia tienen como tales esos 200 años y, sin embargo, tienen constituciones
que blindan al Estado contra el separatismo.
Los Estados Unidos tienen muy
poco más pero tampoco ha nacido aún nadie que pretenda con alguna garantía la
separación de un Estado. Y cuando alguien lo intentó, la cosa terminó como
todos sabemos. En Europa, casi todas las constituciones están blindadas ante
separatismos. Y todas son más antiguas que la nuestra. Pero en Europa no se han
hecho los deberes. Mucho se ha sufrido por culpa de los nazionalismos pero se
ha hecho poca pedagogía sobre ello y se ampara demasiado a los partidos
regionales. Para empezar, existe un
anacrónico Comité Europeo de las Regiones dentro de la Unión Europea. El hecho
de dar tanta importancia a las regiones es una política errónea, un púlpito
donde los líderes feudales de cada zona sacan pecho y exhiben impúdicamente sus
“hechos deferenciales”. Eso también se traslada en muchos casos a cámaras
nacionales territoriales, como el Senado, por ejemplo o sistemas electorales
profundamente injustos, como el nuestro, en el que un voto en Teruel vale 5
veces más que en Barcelona.
El auténtico hecho diferencial español hoy es tener un gobierno que
quiere derribar España tal y como la conocemos. Eso no pasa en ninguna
parte de Europa. Un Gobierno que proclama que aquí hay varias naciones, ocho,
según Miquel Iceta. Con un presidente que va a reunirse con Aragonés, que fue
elegido a finales de mayo antes que con Díaz Ayuso, que fue elegida a
principios de mayo. ¿Por qué? Pues porque Madrid no tiene, ni le hace falta,
ningún “hecho diferencial”. Porque en
Madrid no hemos creado nunca un grupo terrorista, porque no nos hemos declarado
independientes, porque se respeta la Constitución, porque la administración se
ha declarado en todo momento fiel al orden legal y a la monarquía. Eso nos
hace diferentes y, por supuesto, mucho peores a los ojos de Sánchez. Y más
despreciables.
A Sánchez no le importan los
ciudadanos españoles que quieren respetar la Constitución. Le importan los que
no lo hacen. Y para ellos son los premios, los detalles, las demostraciones de
amor, los indultos, los traslados a cárceles cercanas... Para los demás, los
insultos continuos.
Esta gente confunde riqueza
cultural con diferencias nacionales, confunde lenguas con estados y quiere
dividir lo que lleva, al menos 500 años unido. Ya les digo que lo llevan claro.
Se han probado muchas cosas en Cataluña
desde hace 40 años pero ninguna vez se ha probado a aplicar la Ley. Y se
hará más pronto que tarde. El independentismo es una opción libre. Lo que no es
libre es la laminación de los derechos que sufren a diario los
constitucionalistas catalanes y otros lugares de España.
El próximo gobierno debe
profundizar en ello igualando derechos entre ciudadanos y eliminando las
discriminaciones en todos los ámbitos, desde las televisiones públicas a la
Educación. Mediante consenso y la Ley si se puede pero mediante la Ley sólo si
no se puede de otra manera. Ya está bien
de declarar “lo de aquí” mejor que “lo de allí”, sin tener en cuenta que “lo de
aquí” es también lo de todos.
Acababa Pérez-Reverte su artículo
de 1996 diciendo que “para diferencia, la mía y la de la madre que me parió. A
ver qué se ha creído esa panda de gilipollas.” Pues eso.
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