Publicado en Minuto Crucial el 11/12/2020.
“Millennials” y “centennials”,
por favor, absteneos de seguir leyendo. No perdáis el tiempo, no vais a
entender nada. De hecho, de normal no entendéis nada de lo que está pasando
porque os falta, además de otras muchas cosas, perspectiva, así que esto no será
una excepción. Dejadlo aquí y pasad a lo vuestro, que es estudiar para ser
“influencers”...
Bien, pues escribiré para el
resto de ciudadanos. Esas generaciones no saben qué cosa fueron los “Lemmings”,
algo que sí sabemos los “boomers” porque nos salió el vello en tiempos de los
routers de 14.400 bps, de proveedores de internet como Arrakis o de juegos para
Spectrum como Sir Fred o Knight Lore. Por no hablar de que conocemos la
Historia reciente no sólo porque la hayamos vivido sino porque en la EGB se
aprendía todo más y mejor que ahora.
Los Lemmings fue un juego informático
para diversas plataformas en el que los protagonistas, un conjunto más o menos
grande de hombrecitos azules con el pelo verde, tenía tendencia al suicidio
colectivo. Evitarlo total o parcialmente era el reto del jugador. En esa
misión, casi siempre había que contar con que la inmolación de varios de ellos era
necesaria para salvar al resto y el jugador tenía que elegir quién vive y quién
muere consiguiendo salvar a un número determinado de ellos. Como diría Spock, "La
necesidad de la mayoría pesa más que la necesidad de unos pocos".
Pues bien: los de UPYD hemos sido los lemmings magentas. Al menos, la mayor parte de nosotros.
Intentamos el bien de la mayoría a costa del nuestro propio. Al menos, del de
muchos de nosotros.
Abrir camino entre los Scila y
Caribdis de la política española de 2007 no fue nada fácil. De hecho, rápidamente
conseguimos enemigos a más velocidad que
amigos. Unos, como Iglesias, nos acosaban en la Complutense al original grito
de “fascistas” y otros, como Margallo,
nos dijo que nos aplastarían “como a una nuez”, de forma literal. ¡Y qué decir del
PSOE...! Habida cuenta del origen de Rosa Díez y de que no hay peor cuña que la
de la misma madera, el odio africano desde las filas socialistas será eterno,
aun después de desaparecidos. ¡Ah!, absténganse de criticar de racista la
expresión “odio africano” hasta que hayan leído en Google de dónde proviene.
Háganse ese favor a lo que quede de su inteligencia…
No voy a hacer una lista exhaustiva de los logros de UPYD para la
política española. Ni tengo gana ni muchos se lo merecen tampoco. Sólo diré que
la primera nómina de un diputado que se publicó fue la de Rosa Díez.
Primero lo hizo la web del partido. Luego exigió al Congreso de los Diputados
que hiciera lo mismo. Durante un tiempo, lo único que conseguimos fue que en la
web del Congreso se pusiera un enlace a la página de UPYD. Meses después llegó
oficialmente la “transparencia” y se empezaron a publicar las nóminas y
declaraciones de bienes de todos los diputados. Eso lo consiguió un partido con
una sola diputada en el Congreso. Pero una sola puede valer por 100. Como decía
mi padre, hace más el que quiere que el que puede.
Repito, nada de relación de
méritos. No tengo espacio ni tiempo ni ganas. UPYD ha sido un partido
revolucionario en el sentido estricto de la palabra. Antes de UPYD no se
hablaba de regeneración democrática, ni de transparencia, ni de despolitización
de la Justicia, ni se luchaba por igual contra la corrupción, fuera del signo
que fuera, ni se planteaba el fin de los aforamientos, ni la reforma electoral,
ni la necesaria reforma del Título VIII de la Constitución para otorgar
igualdad de derechos a todos los españoles…
La ruptura del bipartidismo por parte de UPYD no se hizo para polarizar
la vida política sino todo lo contrario. Se hizo para centrarla, para acabar
con la estúpida dicotomía entre izquierda y derecha, para buscar “lo que nos
une”, que fue nuestro mejor eslogan desde 2008. Se hizo para mostrar que
desde todas las posturas no extremas se puede remar en la misma dirección. Se
hizo para construir.
Cuando nosotros echamos abajo las compuertas
del bipartidismo, ahí estaban dispuestos los populistas de todo signo y
condición a entrar por una brecha que ellos no había roto. Es más, muchos de
ellos, antes desde las filas del PP, el PSOE o IU ya habían contribuido a ese
bipartidismo con todas sus fuerzas. Y, como siempre suele pasar en las
revoluciones, los que vienen después entraron pisando sobre los cadáveres de
quienes se alzaron primero. En este caso, sobre los nuestros.
Eso habría sido hasta bueno si
quienes llegaron hubieran resultado mejores. Pero no fue así. Junto con los
nacionalistas periféricos de siempre, lo que potenciaron los que vinieron
después (Podemos y el
sanchismo-zapaterismo) es, precisamente, “lo que nos separa”. Ahondan en las
peculiaridades, enarbolan las diferencias, premian las singularidades y riegan
de dinero los privilegios de unos contra otros. Desde los “hechos
diferenciales”, pasando por los “géneros”, hasta los territorios “históricos”. Como
si la Historia también fuera patrimonio de unos y no de otros. Con cualquier diferencia hacemos ahora una
causa descomunal. Pidiendo una falsa igualdad se fomenta la desigualdad, cuando
no el odio y la destrucción. El adversario es ahora un enemigo.
A eso, añadamos la resurrección
artificial del franquismo por parte de los podemitas y ya tenemos el panorama lleno de trincheras.
Porque tampoco el populismo de derechas es la solución cuando se invocan
antiguallas morales y religiosas que no se siguen ya casi ni desde el Vaticano.
De los indignados del 15M hemos pasado
a los ofendidos, que es igual o más rentable. Ahora los políticos crean “nichos
de votos” fabricando ofendidos de todo signo y condición.
La situación hoy es un fiel
reflejo de esas tertulias televisivas donde todo el mundo se grita sin
escucharse, se insulta sin respetarse y donde suele llegar más lejos el mensaje
más simple, falso y chabacano. Los
ciudadanos están muy bien representados. Lo que nos une ya no importa a los
votantes, si es que alguna vez les ha importado. Eso es la política en España.
Así que los lemmings que
quedábamos ya nos hemos suicidado formalmente también.
Pero no canten victoria… Hay
mucha gente que ha pasado por UPYD y que es activa y válida para la política
española. Algunos están hace tiempo en otros partidos. Son de UPYD con otros
carnets. Otros, en ninguno, pero siguen siendo referentes notorios de nuestros
valores. Y los que nos hemos quedado a apagar la luz y cerrar la puerta pues
tomaremos cada uno un camino ahora pero, sea el no el mismo, los fines que nos
unieron a todos un día siguen presentes y, estemos donde estemos, seguiremos
enarbolándolos.
UPYD llegó para quedarse y sus ideas, aunque de capa caída de momento,
sobrevivirán a las siglas porque en algún momento las echarán de menos.
Eso sí: mientras todo esto
continúe como va, desde mi cómodo sofá no podré por menos que esbozar de vez en
cuando una sonrisa sardónica mientras muchas cosas se derrumban alrededor.
Mucha gente llevará en el pecado la penitencia y no pidáis que lo sienta por
ellos…
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