viernes, 19 de julio de 2013

TODOS QUEREMOS SER VICENTE DEL BOSQUE

Hay mucho aficionado al fútbol que se conoce de carrerilla las alineaciones habituales de nuestra Selección y que, por supuesto, se siente perfectamente capacitado para opinar y tener su propia alternativa a don Vicente. Y eso, sin haber visto, casi seguro, ni un partido ni medio de los equipos del barrio o pueblo en el que reside. 

En política pasa igual: estamos todos muy preocupados, y no es para menos, por la situación general del país. Mucho. Que si la corrupción, que si el paro, que si el sistema financiero... Como digo, con mucha razón. En este mundo globalizado, a todos nos llegan las consecuencias de estos "tsunamis" sociales y económicos y tenemos perfecto derecho a opinar y preocuparnos. Faltaría más.

Pero hay veces en las que el bosque no nos deja ver los árboles. Si, he dicho bien. Cuando empecé en esto de UPyD me llamó la atención el hecho de que se comenzara haciendo lo que yo llamo "política de proximidad", o sea, municipal. Y me dije "claro, viviendo en un pueblo, lo normal es que empiecen con las cosas del terruño que deben ser importantísimas (para ellos)". No te vas a preocupar de la firma del Tratado de Lisboa, me dije. A mí, que acababa de venir de Madrid, ciudad para mí cercana y entrañable a la vez que cosmopolita y universal, en la que cualquier cosa que sucede en cualquier parte del mundo nos parece información local, me parecía raro tener que ocupar tiempo en cosas bastante intrascendentes, pensaba yo, como saber que ha pasado en el pleno del Ayuntamiento de Bétera. Vamos, el centro del mundo, según los últimos apuntes que se conservan de Galileo de puño y letra.

Pero ahora me he dado cuenta de que las casas se empiezan por los cimientos, y no por el tejado. En esta época, precisamente, echo de más por estas tierras y en muchos compañeros, sobre todo nuevos pero algunos menos nuevos, poco interés en problemas cercanos y más preocupación en cosas que no nos son ajenas, por supuesto, pero sí que son de nivel bastante más amplio al que nos deben ocupar en nuestros Consejos Locales, Delegaciones, Delegaciones Comarcales o, incluso, Territorial. Para empezar, me declaro culpable el primero, como he dicho antes.

Los Ayuntamientos de esta Comunidad, con honrosísimas excepciones, viven muy poco pendientes de UPyD, para nuestra desgracia. Y no es justo porque UPyD debe ser una mosca de esas que todos saben que día sí y día también critique, denuncie, apoye, valore, opine, difunda, refuerce o simplemente comente. UPyD debe tener (y de hecho tiene, no hay más que ver los programas electorales) opinión sobre todo. Y nuestra labor es difundirla aprovechando para ello las irregularidades del terreno próximo. Somos los transmisores de esas ideas. Debemos ser ojos, oídos, manos y boca de UPyD. No hay nadie más detrás de nosotros. Somos... los que somos, pero debe parecer que somos aún más y debemos multiplicarnos. Y el ejemplo del Grupo Parlamentario del Congreso deberían servirnos de mucho.

Los últimos días he leído (me he bebido, en realidad) el libro sobre Gregorio Ordóñez. Era político de, por y para San Sebastián. Incluso su labor como Diputado en el Partamento vasco fue casi monotemática sobre su ciudad. Cada mañana, con las herramientas que entonces había, se las arreglaba para difundir su opinión (no me atrevería a decir que siempre fuera la del PP) a los medios de comunicación de modo que casi todo el mundo se desayunaba con el "a ver qué dice hoy Gregorio Ordóñez de esto". Porque tenía que hablar siempre de todo. Y los resultados de esa política fueron espectaculares: caló el mensaje porque cualquier cosa que se apoya con la verdad y en el esfuerzo cala aun en el desierto. Trabajo, trabajo y más trabajo.

Y es lo que hay que aprender: que cada uno de nuestros Ayuntamientos debería conocerse al dedillo la lista de afiliados de UPyD que tenga la desgracia de tener en su localidad. Por la molestia que debe suponerles eso. Tanto o más que se la conocen en nuestros propios ámbitos administrativos internos, lo que, por otra parte, no es tan difícil teniendo en cuenta que, por ejemplo, ni siquiera hay establecido algo tan normal, positivo y deseable como una reunión rutinaria de nuestra plana mayor con los nuevos afiliados que sirviera de recibimiento/conocimiento mutuo/motivación/apoyo/agradecimiento/puesta a disposición, etc. Pero esto es harina de otro costal. Y cada cosa a su tiempo. ¡Organización!

Y nuestros convecinos igual, por supuesto. Se puede aprovechar para hacer política la hora de recoger los niños del cole, de ir a comprar, de tramitar una licencia en el Ayuntamiento, de esperar en el médico y hasta de sacar el perro a pasear (doy fe de esto último). Las caravanas son un medio más. Pero debe haber otros.

Vuelvo al símil futbolístico. Cada uno de nosotros debe ser un perro de presa de nuestros muy amados consistorios, un defensa tobillero. Con el debido apoyo de nuestras estructuras, por supuesto, que están para formarnos, guiarnos, aconsejarnos y apoyarnos. Además de para criticarnos si nos salimos de madre. Aunque el número de veces que nos salgamos de madre será siempre inversamente proporcional a lo bien que se haga lo anterior.

Como dije en otro artículo, somos UPyD siempre. En lo público y en lo privado. Y cualquiera de nosotros puede hacer política igual de efectiva interviniendo en un pleno como en una charla con amigos. Debemos ser como los médicos, por ejemplo, a los que todo el mundo pregunta en una reunión su opinión sobre tal o cual dolencia. Nuestros amigos y familiares nos han de ver como punto de referencia para preguntarnos lo que deseen. Y ya si podemos dar una contestación sería la pera.

Como decía antes, hay mucha gente preocupada por lo global pensando que el salto de afiliado raso a Diputado Nacional esta chupado aquí. Pues no. Aquí debería estar mas caro que en ningún sitio, que sería muy buena señal del nivel de preparación de todos nosotros. 

Aun recuerdo a un compañero de trabajo nuevo que llegó un día a la oficina. Maqueado con sus mejores galas como un guardaespaldas de Obama. Un auténtico JASP. Entró al despacho de mi jefe para la preceptiva presentación y asignación de tareas. Pues bien, cuando salió, me preguntó, visiblemente contrariado, donde estaba la Caja nº 5, que le habían dicho que tenía que ocupar. Yo apenas pude contener la sonrisa porque me lo veía venir. Mi jefe me dijo después que el chico en cuestión le había asegurado que el nivel que él tenía era para empezar desde ya a ver operaciones de activo, no importaba la cantidad, porque era lo que había dado en la Universidad y en no sé qué Master del Universo. Y que el se veía en un par de años, como mucho, capacitado para ser subdirector de una oficina como la nuestra (13 empleados y un volumen mas que importante). El tiempo demostró que no tenía razón, como suele pasar. Está muy bien tener ambiciones pero siempre hay que saber el suelo que pisas.

Don Vicente del Bosque, al que he tenido el privilegio de ver jugar en el Madrid, no empezó de seleccionador, como es bien lógico. Comenzó en un filial de la U.D. Salamanca y siguió en las categorías inferiores del Real Madrid, demostrando así que desde el Reino de León se puede llegar a dominar el mundo, si, pero siempre pisando terreno firme y no dando saltos mortales. Que alguno va sin red por ahí y luego pasa lo que pasa.

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