lunes, 2 de marzo de 2020

LA PERSECUCIÓN DEL CASTELLANO-HABLANTE EN VALENCIA

En la localidad en donde vivo, la Pobla de Vallbona, situada en zona valenciano-parlante de la provincia de Valencia, existe la Agencia municipal para la Promoción del Valenciano, a la que se destinan, por supuesto, recursos públicos muchas veces sufragados por la Generalidad Valenciana o la Diputación. Con ellos se subvencionan campañas en colegios sin permiso de los padres, enseñanzas para adultos, charlas, etc...

¿Para qué existe una agencia de promoción de un idioma en una zona en la que ya se conoce y se usa mayoritariamente y  siempre en perfecta convivencia por parte de los ciudadanos, de lo que doy fe, con el castellano? ¿Existen en zonas castellano-parlantes como Utiel-Requena o la Vega Baja del Segura Agencias de Promoción del Castellano? ¿Verdad que sería esto ridículo?

Pues lo de aquí sería igual de ridículo si no fuera porque obedece a criterios no sociológicos o lingüísticos sino sólo POLÍTICOS. No son iniciativas populares nacidas desde abajo. Es una campaña orquestada desde la dirección de los partidos del Botánico. Se trata de "fer poble", construir pueblo, para ir arrinconando más y más al castellano-hablante de cara a que en un futuro, se nos pueda declarar extranjeros, como está pasando ya en Cataluña, por lo que esto no es ninguna exageración.

No nos engañan. Se empezó por llamar "lengua propia" en las distintas comunidades a las cooficiales y locales para, en pasos siguientes, poder denominar impropia, extraña, impuesta y extranjera al castellano. La Plataforma por la Lengua en Cataluña ya pide que el castellano deje de ser allí oficial por lo que no estamos aquí alarmando innecesariamente. Tenemos muchos motivos para estar en guardia.

Se dice siempre que es para "normalizar" el valenciano cuando, en realidad, se trata de "anormalizar" el castellano, de hacerlo una excepción, de marcarlo como a una especie invasora. Normalizar es una de esas palabras, como sostenible o inclusivo, que jamás deberían haber entrado en la esfera política.

Y tenemos que estar en guardia, como decía, porque sólo se rotulan las señales de tráfico en uno de los dos idiomas oficiales, porque existe aquí una televisión municipal (igual que la autonómica) donde TODOS los programas son en valenciano (incluso su página web sólo está en esa lengua), las actas de los plenos son sólo en valenciano, etc. Eso a pesar de que todo eso se paga con el dinero de todos, no sólo de los valenciano-hablantes.

Esto no pasa sólo en esta localidad, por supuesto. Es en muchas en las que se obvia que hay DOS LENGUAS oficiales y que todos los que vivimos aquí tenemos los mismos derechos. Se olvida que todos tenemos el deber de conocer el castellano y el derecho a saber las lenguas cooficiales. Ese derecho constitucional, en los estatutos de autonomía de Galicia, País Vasco, Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana lo elevan de facto a DEBER.

Y, por si no fuera suficiente, promulgan leyes como la Ley de Uso del Valenciano donde lo ponen incluso por delante del castellano, permitiendo que se utilice oficialmente por sí solo o, rozando ya el ridículo, posibilitando que, en caso de que haya rótulos en ambos idiomas, el tamaño de letra en valenciano sea mayor que en castellano, como si los valenciano-parlantes fueran cortos de vista. He visto museos donde aparecen la leyenda de las obras en valenciano en letra grande y, abajo, a menos de la mitad del tamaño, en castellano y en inglés.

Esto podría decirse que es por culpa de los gobiernos nazional-socialistas que padecemos ahora, tanto a nivel estatal como autonómico como local, pero es que sería faltar a la verdad. Esta desgracia habría sido imposible sin la colaboración entre cobarde, sumisa y cómplice del PP, tanto de esta localidad como de la región y a nivel nacional, que ha permitido leyes que posibilitan esto y que nos hacen, como digo, que muchos nos sintamos extranjeros en nuestra propia tierra. Porque yo sí digo, siendo madrileño, que Valencia también es, como el resto de España, mi tierra a todos los efectos.

Todo este proceso de extranjerización del castellano se plasma aún más en la Ley de Plurilingüismo de la Consejería de Educación de la Generalidad Valenciana, donde se sientan las bases para, efectivamente, extender el valenciano en la escuela a costa de aplastar el derecho que debería tener cada familia para elegir la lengua vehicular. Derecho que ya recogía el informe de la UNESCO "Empleo de Lenguas Vernáculas en la enseñanza" de nada menos que 1954, donde se decía literalmente en su pagina 16: "...el mejor medio para la enseñanza consiste en el empleo de la lengua materna del alumno, adulto o niño".

El gobierno nazional-socialista de la Generalidad fulmina este derecho fundamental y lo deja a expensas de lo que decida cada centro. O sea, a la votación de un Consejo Escolar donde predominan funcionarios de la administración, profesores que votan en su mayor parte a un sindicato nacionalista y padres catapultados por asociaciones próximas a Compromis cuando no directamente por el mismo partido. Yo no quiero decidir en qué lengua tiene que educarse el hijo de mi vecino. No tengo ese derecho. Pero es que tampoco quiero que él decida por el mío.

Como digo, la artificiosidad legal en la que se basan para hacer todo esto, el retorcimiento de la Constitución, de las sentencias del Supremo y Constitucional y de los derechos fundamentales pisoteados hubiera sido imposibles sin la colaboración malintencionada del PP, un partido que llegó a tener más de 100 imputados sólo en esta Comunidad y que, para llegar al poder no dudó en vendernos a todos los que no comulgamos con el ideario nazional-socialista en auge. Total, a ellos les daba igual. Y la prueba es que ese mismo discurso localista, rancio, aldeano y paleto es el que tiene ahora Feijóo, convertido en poco menos que señor feudal del Reino de Galicia, al que nadie en el PP se atreve a contradecir.

El PSOE, Compromís y PODEMOS están siendo en Valencia los verdugos de los castellano-hablantes pero no tenemos que olvidar que fue el PP quien les construyó el patíbulo y les dejó afilada el hacha.

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