Publicado en Minuto Crucial el 23/4/2021
Ha llovido mucho en el PSOE de la Comunidad de Madrid desde que Alonso Puerta, entonces su Secretario General, fuera expulsado en 1979 por su denuncia de corrupción en la adjudicación de contratos en el ayuntamiento de la capital. Entonces no existían los controles anticorrupción de ahora ni había ley alguna de Transparencia. El PSOE se preparaba para llegar al poder en el Gobierno central y estaba engrasando las máquinas de financiación ilegal municipales, nacionales (Filesa, Malesa, Time Export) e internacionales (caso Flik) para lo que luego fueron años salvajes de corrupción y parasitismo a todos los niveles administrativos y que dieron al traste con los autodenominados “100 años de honradez”.
La sangre ha corrido siempre en
abundancia en la orilla socialista del Manzanares. Ha habido pactos, navajazos,
rendiciones, compras, traiciones, menosprecios a la afiliación, insurrecciones
de ésta…
Desde el propio Puerta hasta el
actual Secretario General, José Manuel Franco, nada ha sido fácil en el PSOE
madrileño. Todos los partos en la cumbre han sido sin epidural y las operaciones,
sin anestesia. Esto fue así hasta 1995,
cuando Leguina perdió las elecciones autonómicas después de 13 años y también
después. En su día, los enfrentamientos
entre “guerristas” y “renovadores” eran vistos desde fuera como una tragedia
griega o, mejor, como una obra de Shakespeare, de esas en las que casi todos
mueren.
Digo casi todos porque Simancas,
con heridas profundas en su alma y, sobre todo, en su amor propio, sigue en
activo como un dinosaurio de los de Parque Jurásico. Ha sido traidor muchas
veces y traicionado otras tantas.
Dicen que en la cárcel aprenden a
ser malos los que no lo eran. No es este el caso. Simancas ya nació así y se ha
ido perfeccionando. Quedó tocado en 2003
con el “tamayazo” y nunca le perdonó a Tomás Gómez que lo sustituyera en el
cargo en 2007, tras un nuevo desastre electoral. Así que, acudió raudo a las
órdenes de Sánchez a clavarle a Gómez una de las puñaladas con las que lo defenestraron
en 2015.
Desde entonces, sigue siendo el
muñidor del PSOE de Madrid en la sombra, aunque sea a través de personas
interpuestas, como Sara Hernández, nombrada como transición hasta la llegada
del actual Secretario General, José Manuel Franco, otro personaje que sería
desconocido si no hubiera sido por haber pasado por la Delegación del Gobierno
en Madrid.
Como digo, es Simancas el que
mueve los hilos. Tiene una espinita clavada desde 2003 y sueña ahora cada noche
con que el 4 de mayo la izquierda vuelva, tras 26 años, a conquistar en Madrid el
poder que perdió en 1995 contra Ruiz-Gallardón. Mientras tanto, tiene tiempo para solazarse compartiendo actos con los
colegas de los etarras que mataron a sus propios compañeros, ciscándose así en
su memoria y en la de sus familiares. Escrúpulos no es una palabra que haya
manejado jamás este señor.
Ahora su títere se llama
Gabilondo, ese señor taciturno y con aire bondadoso que tanto con recuerda al
inefable Manuel Morán. La división en 3 partidos de la izquierda no va a
perjudicar al PSOE porque cuenta de antemano ya con la colaboración de los otros
dos. Son vasos comunicantes. Si votas
izquierda, da igual a quien lo hagas: los tres partidos se repartirán el poder
ordenadamente para que ninguno se quede sin su tajada.
Si en España hay una izquierda
revanchista, guerracivilista y de trincheras, en Madrid eso se eleva a la
décima potencia. Entrarían como un cuchillo caliente en mantequilla, arrasando
con todo. El mal sabor de boca de 2003 haría que las ansias de no dejar títere
con cabeza se vieran desde el primer día y, además, se dedicarían en cuerpo y
alma a apuntalar al Gobierno de Sánchez para las elecciones de dentro de 2
años.
Si gobiernan, desarrollarían políticas a favor de la okupación, de los
manteros y de la inmigración ilegal. Impondrían subidas de impuestos, medidas
contra el automóvil, la libertad de horarios comerciales o los colegios
concertados. Golpearían al turismo con tasas como las de Cataluña o
Baleares. Crearían un banco público
madrileño, o sea, un nido de buitres para autofinanciarse. Impondrían la
jornada de 35 horas a los funcionarios, con lo que contratarían más y así, más
gasto público. Cerrarían el Zendal…
Y, por supuesto, utilizarían sus cargos para colocar a MILES de sus
afiliados como asesores, chóferes, ayudantes, secretarios, jardineros y para
adjudicarles a dedo miles y miles de contratos.
El resultado, por tanto, será
que, si obtienen la mayoría, Iglesias va a ser el Vicepresidente primero,
segundo o tercero y las políticas a implantar serán las contrarias a las que
han aupado a la Comunidad de Madrid a que, por primera vez en la Historia, su
PIB haya sido superior al de Cataluña. Sin puerto de mar, por cierto, ni la
proximidad física a los mercados europeos.
En Madrid se juega el 4 de mayo mucho más que su futuro de los dos
próximos años. Se juega probablemente el futuro de España de lo que queda de
década.
Queda en manos de los madrileños
dejar o no que Simancas siga soñando.
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