Publicado en Minuto Crucial el 05/02/2021
Dos veces he estado en Andorra y las dos he pensado que sería genial vivir allí alguna temporada. Eso sí, las dos veces fue sin ver la nieve porque no era la época. Nunca pensé en la posibilidad de establecer allí una residencia porque vivir en Andorra y no saber ni querer esquiar debe ser como vivir en Benidorm y no saber nadar ni gustarte la playa. Pues eso me pasa a mí y por eso no vivo ni en Andorra ni en Benidorm.
Reconozco que me gusta el dinero
tanto como al que más, o sea, mucho. Y por eso, y porque sé lo que cuesta
ganarlo, lo valoro especialmente. Como he sido precoz en algunas cosas, ya con
16 años, cuando mis amigos estaban fumando porros en el patio del instituto, yo
me di cuenta de que es una desgracia que
Hacienda te devuelva dinero. Eso significa casi siempre que eres pobre o casi.
Desde mi primera nómina (30.000 ptas. en 1980), siempre tuve claro que yo no
quería que Hacienda me devolviera dinero. Pero durante años se empeñó en
hacerlo ahondando mi sensación de miseria. Pronto me di cuenta de que tenía
clientes que pagaban cientos de miles de pesetas al año y tenían casas, coches
y todos los lujos con los que yo soñaba entonces, de modo que descubrí las
ventajas de engordar la arcas comunes: eso significaría que ganaba mucho.
Hacienda no era un problema para ellos así que tampoco debería serlo para mí.
Entiendo que ese es un
pensamiento bastante avanzado para la grey que nos rodea en general, que se
pone tan contenta en abril o mayo cuando su declaración le sale “a devolver”.
Pero es que vivimos entre estúpidos e ignorantes y no me acabo de acostumbrar,
oiga. Discúlpenme.
Pues resulta que ni a los
“andorranos” ni a Messi la declaración les sale a devolver. “No son
comparables”, me diréis. Y tenéis razón. Irse a vivir a Andorra no es un
fraude, por supuesto. Y ganar mucho dinero honradamente, tampoco. Hay algún
nexo en común pero como son cosas distintas, las trataré por separado.
Que un chaval de menos de 30 años tenga la catadura moral suficiente para
dejar de pagar impuestos en su país significa que, como sociedad, hemos
fracasado con él en muchas cosas. Lo primero, que no le hemos explicado
bien qué significa ser español. Para ellos, ser español debe como pertenecer a
una asociación o club del que uno se da de baja cuando quiere.
Y eso es porque no les hemos
transmitido ninguno de los valores que significa ser ciudadano de un país
único, con una historia y cultura única en su diversidad, y con una ciudadanía
que cada día madruga mucho más que ellos para llevar el pan a su casa pero
también para pagar mantener nuestros Museos, nuestra Historia, nuestras
tradiciones, nuestra Sanidad, nuestras Fuerzas Armadas, nuestra Policía,
nuestros maestros… En definitiva, para mantener lo que cientos de generaciones
nos han legado y han defendido muchas veces con su sangre. Porque ellos creen que España es poco más que una comunidad de “gamers”
de la que se entra y sale libremente como si nada. O sea, ser español es un
papelito. Ellos piensan que darse de
baja del “club” es no sólo lícito, que lo es, sino honesto. Se equivocan, a mi
entender.
Y Messi… Pues no sé qué podría
decir de Messi sin usar palabras malsonantes porque hay tela que cortar aquí.
Lo primero es recordar que esto no es un asunto sólo de Messi y el Barcelona. A
esos niveles, todas esas cifras con igual de escandalosas. El Barcelona no
habría pagado 555 millones si no hubiera habido algún otro club capaz de pagar
500, así que esta barbaridad está generalizada. Lo segundo, que las entidades
privadas son muy libres de pagar lo que les dé la gana a sus dueños, que en
este caso son los socios. Por cierto, yo no entendería ser socio de un club de
fútbol (o accionista de una sociedad anónima deportiva) y que el contrato del
jugador fuera secreto para mí, que soy el que lo paga. Pero eso es otro asunto.
Una vez dicho eso, lo que voy a
criticar no es la cifra, que da por sí sola para un libro, sino la condición
humana del protagonista de esto. Me
parece de ser muy miserable que alguien que cobra 555 millones en tres años, o
sea, cinco “zendales”, nos haya querido robar a todos 4 millones en forma de
fraude a Hacienda. Yo quiero hacer un llamamiento a los servicios jurídicos
de A.E.A.T y a la Fiscalía para que jamás en este tipo de casos admitan
negociaciones que les haga eludir la cárcel a estos personajes. Las penas tienen
una función ejemplarizante y el ejemplo que el ciudadano obtiene cuando ve que
Messi elude la cárcel con dinero es ese precisamente: que la ley sólo castiga a
quien no lo tiene. De hecho, sentencias
como esta son un acicate que anima a defraudar todo lo que se pueda.
En conclusión, y como nexo de
unión entre ellos, tenemos aquí a un grupo de personas que, haciendo las cosas
legal o ilegalmente, comparten los mismos principios: querer contribuir lo
menos posible a una sociedad que les ha dado todo en su vida, empezando por su
identidad y formación como personas.
De modo que no, no les tengo
ningún respeto ni a unos ni a otros. Las
excusas que ponen algunos de que eluden el pago a Hacienda porque el dinero se
despilfarra a manos llenas por los políticos es eso: excusas burdas, sucias y
feas. Lo que hay que hacer, suponiendo que alguno de esos imberbes sepa
algo de los presupuestos del Estado, sería intentar conseguir una clase
política mejor, que reduzca el gasto superfluo, que priorice la buena gestión,
que no enchufe a sus amigos y que sea leal a quienes le pagamos el sueldo.
Y eso no se consigue desde
Andorra y, ni mucho menos, queriéndonos robar a todos desde “La Masía”.
De esos 555 millones, Hacienda se queda con un poco más de la mitad. Artículo deplorable, que manifiesta de quien lo firma excesiva presuntuosidad.
ResponderEliminarHacienda se queda con algo MENOS de la mitad. En cualquier caso, es deplorable que alguien que se lleva limpios 100 millones al año quiera robarnos 4,1. ¿Mejor así?
ResponderEliminar