Publicado en Minuto Crucial el 27/11/2020.
El Concierto Económico vasco, que
da origen al llamado “cupo”, se basa en una singularidad y en un anacronismo de
origen feudal: los privilegios económicos que tradicionalmente tuvieron los
territorios forales. Estos estuvieron a punto de desaparecer tras las guerras
carlistas pero se consideró conveniente mantenerlos en un gesto de
apaciguamiento. O sea, lo de intentar
estúpidamente apaciguar al nacionalismo, como si ello fuera posible, viene de
muy lejos.
En función de esos derechos, las
tres provincias vascas tienen haciendas distintas no sólo de la nacional sino también
entre ellas. De modo que, por ejemplo, pueden establecer cambios en impuestos,
como el de Sociedades, que ninguna otra Comunidad Autónoma puede hacer.
Según ese concierto, se establece
anualmente el llamado “cupo”, que la cantidad que el País Vasco aporta a la
Hacienda Española por el uso de servicios comunes y competencias no trasferidas.
En una empresa, salvando las
diferencias, eso se llamaría contabilidad analítica.
Pero lo que hay de fondo es nada
menos que una isla fiscal, cuando no un paraíso. Y, por supuesto, una
diferenciación intolerable entre españoles que no debe darse. Los impuestos,
todos ellos, deben ser iguales en toda España y regirse bajos los mismos
criterios, quizá a excepción de singularidades geográficas, como en Canarias,
Ceuta y Melilla, pero jamás por otros motivos.
Es curioso que el europeísmo más sesudo pida armonización fiscal en la
Unión Europea y, a la vez, se permitan excepciones como ésta dentro del mismo
país.
La razón de mantenerlo por parte
del PP y del PSOE es igual de estúpida, como decía, que la que llevó a hacerlo en 1878: creer que
ello animaría a los vascos a seguir sintiéndose españoles y contribuyendo de
buen grado al mantenimiento de lo común.
Pues no. Nada de eso es posible. 1978 fue una
oportunidad estupenda desaprovechada para abolir definitivamente esas
pretendidas peculiaridades y establecer en España un régimen fiscal común, que
es lo deseable, razonable y justo para personas de un mismo país. En lugar de
ello, se otorgó al PNV la caja fuerte con la que, junto con competencias que
jamás tendrían que haber sido autonómicas, le están sirviendo para desalojar el
constitucionalismo y la españolidad del País Vasco.
La sociedad vasca, la misma que en Rentería le decía a la víctima del
terrorismo Alberto Muñagorri, mutilado por una bomba de ETA, que “había tenido
mucha suerte porque ahora podía vivir del dinero que le dieron” es una sociedad
enferma hasta el tuétano y cada vez va a peor. Y eso es culpa, sobre todo,
de las cesiones cobardes e interesadas del PP y del PSOE.
El Cupo Vasco es la cesión
institucionaliza por parte de PP y PSOE del impuesto revolucionario del
nacionalismo vasco. Es la claudicación ante un chantaje permanente. La
evidencia de que ETA perdió la batalla policial pero está ganando la guerra
política.
El PP, en concreto, de quien
muchos esperamos más en su día, es un partido lleno de acomplejados, como
Iturgaiz, que no tuvo empacho en reivindicar el Concierto en la misma ceremonia
de presentación de su coalición electoral con Cs en la últimas elecciones. Eso
lo hizo ante la cara de circunstancias de una Isabel Arrimadas que no sabía muy
bien para qué estaba allí. El resultado de ello fue el hundimiento de la
coalición PP+Cs y la entrada en el parlamento vasco de VOX, que tiene mucha
carcundia y caspa dentro pero que también tiene algo raro de encontrar y por
ello, valioso: carece de contradicciones y lo que dice en Madrid lo dice
también en Vitoria. Algo que también, y por cierto, decimos en UPYD desde hace
13 años y demostramos durante 8 en el Parlamento Vasco.
La historia de los sucesivos
gobiernos españoles desde 1978 ha sido una línea jalonada de cesiones inútiles ante
el nacionalismo.
Por ejemplo, según los acuerdos del Gobierno con el PNV, en marzo se
harán cargo de la gestión carcelaria. Ya hemos visto lo que ha hecho Cataluña
con esa competencia: usarla para soltar cuando ha estado en su mano a los
presos golpistas. No esperamos que el Gobierno Vasco haga otra cosa con los
asesinos etarras. Pero es que en el mismo año se harán cargo de los puerto y
aeropuertos y en 2022, de la gestión de
la llamada “caja única” de la Seguridad Social que, por lo tanto, dejará de ser
única.
De la mano del PPSOE no está
garantizada la igualdad de derechos de todos los españoles mientras existan
personajes como Feijóo o Iceta, ambos de un regionalismo avecinado en el nacionalismo,
aunque sus partidos lo nieguen.
No es de la mano de ellos, pero ni mucho menos tampoco de ninguno de
los extremos, de quienes se conseguirá que todos los españoles seamos iguales
en derechos.
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